Un nuevo reino imaginado. Luis Fernando Restrepo

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Название Un nuevo reino imaginado
Автор произведения Luis Fernando Restrepo
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789587815191



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se renuevan, se defienden y se modifican los valores que sustentan tal orden.

      Si, desde la perspectiva propuesta por Said, el quehacer científico e intelectual occidental europeo ha sido parte del proceso de colonización, ¿qué diferencia trabajos como el presente producidos en universidades metropolitanas (en circunstancias neocoloniales) de aquellos textos sobre las Américas, como la carta de Colón y las relaciones de Cortés o los informes de Humboldt sobre la zona tórrida? Pues bien, esta preocupación es precisamente lo que intenta resolver este paradigma de estudios sobre el colonialismo: ¿cómo romper con el legado colonizador del saber occidental? Un paso en esta dirección consiste en localizar la producción del conocimiento, un gesto bastante foucaultiano, sin duda. Es decir, se trata de desmitificar el saber científico europeo como algo universal y neutral para verlo como una praxis social, algo producido en contextos de poder. Esa violencia que produce la modernidad se entiende hoy como colonialidad, siguiendo a Aníbal Quijano.18 Asimismo se ve este saber con el convencimiento posestructuralista de que no hay acceso directo a la realidad, lo cual mina la asumida superioridad cultural y científica de Occidente.19

      La crítica al discurso colonial constituye, por lo tanto, parte de la teoría poscolonial, aunque ciertamente no es el único campo en el que esta última se enfoca. Ha habido varias propuestas que plantean enérgicamente la necesidad de un compromiso político de los intelectuales con las comunidades subalternas. Este compromiso, alianza o solidaridad, no puede ser fácilmente delineado, si es que la crítica poscolonial ha de ser consecuente con sus propias propuestas, ya que no se puede homogeneizar o esencializar al subalterno. Hacerlo sería contribuir al proceso colonizador. Como consecuencia, encontramos aproximaciones menos universalizadoras y más localizadas, eclécticas y plurales (conscientes de sus contracciones) que buscan que la crítica no sea la ley (el saber totalizador que regula la experiencia y fija relaciones de poder), sino una praxis que cree las condiciones de posibilidad de una transformación de aquello que el saber colonizador tiende a osificar.20

      Nuestro trabajo sobre las Elegías está principalmente enfocado en el desmontaje del discurso colonial y en exponer que las dificultades de definir el sujeto colonial no se limitan a la definición del subalterno. También comprende las complejidades del sujeto metropolitano/colonizador, como lo expondremos al tratar la construcción de la identidad de los encomenderos del Nuevo Reino de Granada. Para ilustrar este problema, basta preguntarnos cómo se constituye Castellanos a sí mismo en la narración. Un proceso nada simple, si tomamos en cuenta lo poco que se nos revela el autor a lo largo del texto sobre este asunto. Parece ser que la voz autorial del narrador se da como tal en tanto logra permanecer fuera del escrutinio de la narración. Y se nos revela a través de un sinnúmero de máscaras (sus varones ilustres: una exteriorización del “yo” narrador) o de un juego con sus múltiples homónimos (varios Juanes de Castellanos), asumiendo una voz colectiva (nosotros) y con numerosos desdoblamientos en voces indígenas, españolas, negras y mestizas que critican y defienden la colonización al mismo tiempo. No es casual, por tanto, que Menéndez y Pelayo lo juzgara como un “viejo gárrulo [...] menos crédulo y más socarrón de lo que a primera vista parece”.21 Castellanos, como autor-narrador, y sus Elegías ponen de relieve la complejidad del sujeto colonial/colonizador. Es necesario abandonar la visión maniquea para ver las múltiples caras del sujeto colonial/colonizador y las diversas posiciones que llega a asumir. La visión unificada del individuo es replanteada ahora de un modo más complejo y dinámico que incluye las diversas posiciones en las que emerge un sujeto tan complejo como la misma red social. Clase, género y preferencia sexual, edad, orientación política, nacionalidad, etnicidad, etc., todas estas variantes o “posiciones de sujeto” se pueden dar en un determinado sujeto en forma coherente o contradictoria.22

      Nuestra aproximación poscolonialista a las Elegías intenta hacer una lectura contrahegemónica del texto de diversos modos. Una forma es romper con el pacto tácito entre el narrador y el lector que proponían las Elegías. Edward Said sostiene que muchos escritores de Occidente, como Dickens, Austen, y Flaubert, escribieron sobre personajes y lugares de otros continentes con una audiencia exclusivamente occidental en mente y sin detenerse a pensar sobre las posibles respuestas a estos textos por parte de lectores no europeos.23 Pero no hay ninguna razón para que nosotros hagamos lo mismo. Por consiguiente, Said propone que leamos todo el “archivo” moderno europeo y americano con el propósito de reinscribir lo que está silenciado o presentado marginalmente o ideológicamente representado.24 En el caso latinoamericano, los planteamientos de Said nos llevan a revisar toda aquella literatura producida por la ciudad letrada.25

      Otra forma de hacer una lectura contrahegemónica es desnaturalizando el espacio social que fundamenta y ayuda a consolidar un texto como las Elegías. Es decir, se trata de resaltar que el Nuevo Reino de Granada es un espacio culturalmente producido y delimitado en el proceso de colonización de las Américas. Siguiendo los planteamientos de Benedict Anderson sobre la nación, nos interesa ver el Nuevo Reino como una idea históricamente producida, como una comunidad política imaginada.26 Nuestro estudio sobre las Elegías puede verse en este aspecto como parte de una arqueología de la idea del Nuevo Reino de Granada y, consecuentemente, de Colombia. Es decir, se trata de examinar las diferentes etapas y contenidos que se le han dado a esa idea.27 El concepto focaultiano de arqueología es muy válido aquí porque claramente se opone a las narraciones que celebran un origen y fundamentan un presente.28 La nación narrativiza el pasado para producir su origen y justificar su soberanía. Es cuestión de oficializar una narración en particular y suprimir otras narraciones. Esto evidencia que hay múltiples modos de narrar la nación, y que, en última instancia, esta no es ya cuestión de sólidas fronteras ni de un pasado monolítico, sino un espacio discursivo abierto a negociaciones, donde se ha de ver qué narración o narraciones devienen hegemónicas.

      En la historiografía colonial se comienza a tejer la narración nacionalista, hoy hegemónica, que se fundamenta en los ‘“cronistas” Cieza de León, Gonzalo Fernández de Oviedo, fray Pedro de Aguado, Castellanos, Juan Rodríguez Freyle, fray Pedro Simón, Lucas Fernández de Piedrahita, Pedro Flórez de Ocariz y otros. Nuestro estudio sobre las Elegías es clave porque estas fueron la fuente de varios de los así llamados “cronistas” (Simón, Freyle, Piedrahita). Lo más significativo de Castellanos, en este contexto, es que su obra constituye un momento decisivo en la construcción de un origen glorioso y épico del Nuevo Reino de Granada y Colombia: cuando este decidió verter su historia de la prosa al verso heroico, la octava real de Ercilla, Camões y Ariosto. Más que un cambio en la métrica, este acto representa la opción de un marco conceptual europeo que se remonta hasta el mundo clásico de Virgilio y Homero y que llega entonces a ser desplegado en América, de ahí que la narración de las Elegías abarca lo ocurrido en varias islas del Caribe y partes de las actuales Colombia y Venezuela desde la llegada de Colón hasta finales del siglo XVI en el Nuevo Reino de Granada. No obstante el vasto marco espaciotemporal, el texto despliega su propio epicentro, el lugar y el momento mismo de la escritura. Los diversos elementos que constituyen la narración son integrados en virtud de una trama que ancla el texto al locus de la narración y que hace posible que se lea el principio en el final y el final en el principio. Sin embargo, la relación entre la situación de la narración y la historia (diégesis) es un aspecto que poco ha examinado la crítica de Castellanos, pese a que la épica, una consciente elección de este autor, nos apunta repetidamente hacia el tiempo y el contexto del acto de la narración, desde la sonoridad y simetría de las octavas hasta la identificación del narrador con la comunidad para la cual escribe;29 una comunidad, mejor decir, que circunscribe y, hasta cierto punto, configura la narración misma. Las Elegías, desde este punto de vista, invitan a una reflexión sobre las implicaciones de las formas narrativas y la consolidación de comunidades imaginadas. Cabe agregar que, aunque se pueda trazar una línea desde la visión del Nuevo Reino de Castellanos hasta el imaginario nacionalista, también es preciso tener en cuenta las diferencias en los imaginarios criollos coloniales y los republicanos.30