La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana. Guillermo Hurtado Pérez

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Название La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana
Автор произведения Guillermo Hurtado Pérez
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786073038027



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sólo puede ser opositor es poner las cosas todas en negro. Para una posición cercana a la anterior, vid. Edward W. Said, Representations of the Intellectual, New York, Vintage Books, 1996.

      10 Quizá el ejemplo por antonomasia de este tipo de intelectual revolucionario es Otilio Montaño, maestro del estado de Morelos que se unió a las fuerzas zapatistas y redactó el Plan de Ayala. Pero hay otros ejemplos no menos destacados: José Rumbia Guzmán, maestro de Orizaba que promovió la huelga de Río Blanco; Mariano Irigoyen, maestro de la sierra de Chihuahua, formador de decenas de revolucionarios y diputado federal; José Guadalupe Nájera, normalista que se une a las tropas revolucionarias y luego llegaría a ser Jefe del Departamento de misiones culturales. La lista de los maestros que se incorporaron a la Revolución desde su primera hora es larga. Vid. James Cockcroft, “El maestro de primaria en la Revolución mexicana”, en Historia Mexicana, vol. XIV, n. 4, 1967, pp. 565-587; y Alberto Morales Jiménez, Maestros de la Revolución mexicana, México, INEHRM 1986.

      11 Vid. Mary Kay Vaughan, La política cultural de la Revolución: maestros, campesinos y escuelas en México 1930-1940, México, Fondo de Cultura Económica, 2000.

      12 Podría decirse que la compilación Conferencias del Ateneo de la Juventud, en su segunda edición ampliada por Fernando Curiel, es el texto canónico de esta narrativa.

      13 Desde la publicación de Metahistoria de Hayden White, no se puede trazar una distinción exacta y pura entre la historia y la narrativa, lo que no significa, por supuesto, que dicha distinción no tenga lugar (Cfr. Hayden White, Metahistoria, México, Fondo de Cultura Económica, 1992). Por otra parte, no se puede olvidar el carácter indisolublemente retórico de la historiografía. (Cfr. Nancy Struever, The History of Rhetoric and the Rhetoric of History, Farnham, Ashgate, 2008.) El historiador toma partido, busca convencer, entra al campo de lo político, en el sentido más general del término.

      14 Vid. e.g., Walter Beller et al., El positivismo mexicano, México, UAM-Xochimilco, 1985; Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a finales del siglo XIX, México, Editorial Vuelta, 1991; William Raat, El positivismo durante el porfiriato, México, Sep-setentas, 1975; Abelardo Villegas, Positivismo y porfirismo, México, Sep-setentas, 1972, y Leopoldo Zea, El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia, México, Fondo de Cultura Económica, 1968.

      15 Antes del discurso de Barreda, las ideas positivistas ya eran conocidas en México, pero no fue sino hasta esta ocasión que se planteó la función pública de esta doctrina. Por otra parte, intelectuales liberales como Ignacio Ramírez habían manifestado su impaciencia ante las divagaciones de la metafísica. Vid. Ignacio Ramírez, “Los estudios metafísicos”, en Carmen Rovira (compiladora), Pensamiento filosófico mexicano del siglo XIX y primeros años del XX, México, UNAM, 1998, pp. 389-392.

      16 Gabino Barreda, “Oración Cívica”, en Estudios, México, UNAM, 1992, p. 103.

      17 “Mas hoy esta labor está concluida, todos los elementos de la reconstrucción social están reunidos; todos los obstáculos se encuentran allanados; todas las fuerzas morales, intelectuales o políticas que deben concurrir con su cooperación, han surgido ya.” Ibidem.

      18 “Nada parece más natural (…) como que la ciencia, que es la única que ha logrado realizar lo que todas las religiones han intentado en vano, es decir, llegar a formar creencias verdaderamente universales, se apodere definitivamente de este ramo y procure hacer algo de él semejante a la astronomía o la física, que en otro tiempo logró también arrebatar del dominio teológico, y haciendo desaparecer de ella los fundamentos y las explicaciones sobrenaturales, consiguió poner de acuerdo a todo el mundo”. Gabino Barreda, “De la educación moral”, Estudios, México, UNAM, p. 117.

      19 La influencia de Mill en el pensamiento social y epistemológico mexicano ha sido poco estudiada. Sería interesante, por ejemplo, examinar de qué manera Porfirio Parra defiende una versión del idealismo subjetivo a partir de su desarrollo del empirismo de Mill y la influencia que dicho idealismo pudo haber tenido en la conformación del clima intelectual en el que surgió el Ateneo de la Juventud.

      20 Hippolyte Taine, Les philosophes classiques du XIXe siècle en France, Paris, Hachette, 3e ed. revue et corrigée, 1868; del mismo autor, De l’intelligence, Paris, Hachette, 1870.

      21 Herbert Spencer, Descriptive Sociology, New York, D. Appleton, 1896.

      22 Por supuesto que los viejos liberales no compartían esta idea. A los jóvenes positivistas que buscaban agradar al régimen, Guillermo Prieto los llamaba pesotivistas. Vid. “A uno de tantos”, en Guillermo Prieto, Musa callejera, México, UNAM, 1972, p. 24.

      23 Francisco Bulnes, “Discurso para justificar la sexta reelección del general Díaz”, en Páginas Escogidas, Prólogo y selección de Martín Quirarte, UNAM, México, 1968.

      24 El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia sigue siendo lectura obligada para estudiar este periodo. Zea sostiene que las ideas sólo se entienden en su circunstancia y es allí en donde adquieren importancia, por ello, tanto vale la filosofía mexicana como la filosofía francesa o la alemana. Pero Zea no sólo realizó una historia del positivismo mexicano en su circunstancia, sino que también ofreció, con base en la sociología del conocimiento, un análisis del positivismo mexicano como ideología, es decir, como la expresión de un grupo político, económico y social. Para Zea, el positivismo mexicano es la expresión en el campo de las ideas de una clase social: la burguesía mexicana beneficiada por la dictadura de Díaz. Charles Hale hizo una crítica a la metodología de Zea por adoptar el punto de vista de los autores que estudiaba sin examinar más a fondo cuáles eran en realidad sus motivaciones e intereses. Lo acusa de no tomar en cuenta la correspondencia entre los autores, las discusiones parlamentarias, de no ocuparse del contexto social e institucional de las ideas estudiadas e incluso de ignorar hechos que irían en contra de su interpretación. Vid. Charles Hale, “Sustancia y método en la obra de Leopoldo Zea”, en El pensamiento político en México y Latinoamérica. Artículos y escritos breves, México, El Colegio de México, 2010.

      25 Vid. Miguel S. Macedo, “Ensayo sobre los deberes recíprocos de los superiores y de los inferiores”, en Anales de la Asociación Metodófila, México, Imprenta del Comercio de Dublán y Chávez, 1877, pp. 213-228.

      26 José Ingenieros, Sociología Argentina, Madrid, Daniel Jorro Editor, segunda edición, 1913, p. 45.

      27 Francisco Bulnes, El porvenir de las naciones hispanoamericanas ante las conquistas recientes de Europa y los Estados Unidos, México, Imprenta M. Nava, 1899.

      28 Justo Sierra “Introducción histórico-legal a un ensayo sobre la colonización”, en Obras completas, Vol. IV, Periodismo político, México, UNAM, 1948, p. 353.