La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana. Guillermo Hurtado Pérez

Читать онлайн.
Название La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana
Автор произведения Guillermo Hurtado Pérez
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786073038027



Скачать книгу

La historia más completa de los orígenes del Ateneo de la Juventud es la de Fernando Curiel, op. cit.

      114 Henríquez Ureña se refiere a la reseña que publicó Gómez Robelo en el número 5 y último de Savia Moderna, que apareció en julio de 1906. En ella, Gómez Robelo critica la afirmación de Henríquez Ureña de que una educación positiva, científica y práctica logrará una “vida social más acorde con las leyes naturales de la evolución” (Memorias, Diario, Notas de viaje, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 354).

      115 Cfr. Pedro Henríquez Ureña, ibid., pp. 124-126.

      116 En El Ateneo de México, op. cit., pp. 133-146, García Morales se ha referido a la influencia que tuvo entre los ateneístas los escritos del joven crítico peruano Francisco García Calderón. Desde París, en donde residía, García Calderón enviaba textos en los que no sólo daba a conocer la nueva filosofía francesa —y, en particular, la de Boutroux, de quien él era discípulo—, sino que también presentaba un panorama de la filosofía de los países latinoamericanos, en especial, de cómo el positivismo, que había sido adoptado en casi todas nuestras repúblicas, era repudiado por la nueva generación para ser sustituido por la filosofía idealista, anti-intelectualista y espiritualista que venía de Francia. En un artículo traducido y anotado por Henríquez Ureña y publicado en la Revista Moderna a finales de 1908, García Calderón afirmaba —precipitadamente— que en México Bergson había destronado a Spencer.

      117 Tampoco desprovistas de interés son las notas de tres cuadernos de Vasconcelos escritos entre 1901 y 1903. Cfr. José Vasconcelos, “Cuadernos de Juventud”, Letras Libres, febrero, 1999.

      118 Sobre las lecturas de los ateneístas vid. e.g.: José Vasconcelos, “La juventud intelectual mexicana y el actual momento histórico de nuestro país”, en Conferencias del Ateneo de la Juventud, op. cit., pp. 131-134.

      119 Yamandú Acosta, Pensamiento uruguayo, Montevideo, Editorial Nordan-comunidad, 2010, pp. 49-66.

      120 En su texto, Henríquez Ureña cita a los principales críticos del positivismo, entre ellos a Boutroux y a Bergson, así como a varios autores anglosajones como Edward Caird y George Trumbull Ladd.

      121 José Luis Martínez (comp.), Alfonso Reyes/Pedro Henríquez Ureña. Correspondencia, 1907-1914, México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 225.

      122 Esto sería constatado por el hecho de que Parra mandó imprimir una obra como el Ariel de Rodó para que fuese leído por los alumnos de la Preparatoria. También hay una anécdota contada por Francisco Monterde y que ha sido repetida por varios autores, en la que se narra que en 1908 Sierra le dijo a Parra en un acto público “¿Verdad, Porfirio, que tú y yo somos espiritualistas?”. Sin embargo, no podemos descartar una interpretación irónica de lo dicho por Sierra. Lo que sí es sabido es que Ezequiel A. Chávez abandonó el positivismo poco después. En una carta a Reyes de octubre de 1913, Henríquez Ureña le dice: “Chávez ya no es positivista, y ha inspirado su programa de Moral de la Preparatoria en Eucken y Paulsen; ya suprimió a Spencer” (Cfr. Conferencias del Ateneo de la Juventud, p. 414).

      123 Pedro Henríquez Ureña, “El positivismo independiente”, en Caso, Antonio, et al., Conferencias del Ateneo de la Juventud, op. cit., p. 325.

      124 Los artículos fueron publicados en los meses de octubre, noviembre y diciembre en la Revista Moderna de México y luego fueron reimpresos con el título de “Perennidad del pensamiento religioso y especulativo” en Problemas Filosóficos, México, Porrúa, 1915, pp. 3-24.

      125 Para un análisis de la influencia de Bergson en los sistemas filosóficos de Caso y de Vasconcelos, vid., Patrick Romanell, “Bergson en México: un tributo a Vasconcelos”, Humanitas, Año 1, No. 1, 1960, pp. 247-260.

      126 La obra más conocida de Boutroux es De la Contingence des lois de la nature, de 1874. Otras obras importantes de él sobre temas cercanos son De l’idée de loi naturelle dans la science et la philosophie, de 1895 —Caso hizo una traducción de este libro publicada en México por Porrúa en 1917—, y Science et Religion dans la philosophie contemporaine de 1908.

      127 Sobre la distinción entre el concepto positivo y el negativo de libertad, vid. el ensayo clásico de I. Berlin, “Two concepts of liberty”, en Four Essays on Liberty, Oxford, Oxford University Press, 1969, pp. 118-172.

      128 Lo cuenta así Vasconcelos: “ Desde el balcón del Palacio Nacional, la noche de la fiesta cívica, el tirano había gritado: ¡Viva la Libertad! Y una multitud imbécil, desde la plaza, levantó clamor que refrendaba la farsa. (…) Había, sin embargo, bajo la capa de lujo de aquellos festejos del Centenario, una sorda resuelta oposición que aguardaba su instante”. Ulises Criollo, op. cit., p. 623. Otro opositor al régimen, Diódoro Batalla, escribía en esas fechas que las fiestas del Centenario eran ofensivas al pueblo por el dispendio de recursos que sólo iban a ser disfrutados por unos pocos privilegiados. Vid., su texto “Sobre las fiestas del Centenario”, en Ángel Bassols, (comp.), Personalidad volcánica, orador flamígero. Diódoro Batalla Leonis, Vida y Obra, México, edición privada, pp. 143-146. Pero quizá el testimonio crítico más agudo de las fiestas del Centenario lo ofrece Luis Cabrera en “Los dos patriotismos” (incluido en Obras completas del Lic. Blas Urrea, México, Imprenta Nacional, 1921, pp. 331-333). Dice así: “Ese pueblo que no ha sido llamado a participar en los regocijos porque es pobre y su presencia nos causaría bochorno ante los extraños, tampoco ha sido llamado a compartir el recuerdo de nuestros héroes con los oligarcas, ni él ha ido a reunírseles. Y con razón. La conmemoración de todo aniversario es un balance moral (…) Pero ese balance que en otra ocasión podríamos haber hecho reunidos todos los mexicanos, en los momentos actuales, cuando aún sangran las heridas de la pasada lucha, es necesario que la hagan por separado (…) ESTOS: los que sufren y trabajan. AQUELLOS: los que lucran y dominan”. (op. cit., p. 334). De la cita anterior, hay que subrayar la idea de que una conmemoración es un balance moral.

      129 En el primer párrafo de su La Revolución mexicana. Del porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, 2 vols., Grijalbo, 1996, Alan Knight sostuvo que es un error comenzar la historia de la revolución con las fiestas del Centenario. El México de la Revolución, afirma Knight, es el rural, no el de la capital y menos aún el de las fiestas del Centenario, en las que el pueblo fue un mero espectador. Aquí pretendo mostrar que es un error ignorar la celebración del Centenario y, en especial, los sucesos intelectuales que se desarrollaron en ella, en una historia de la Revolución.

      130 A pesar de los esfuerzos de Sierra, era poco en realidad lo que podía festejarse en materia de educación: más del ochenta por ciento de la población era analfabeta.

      131 Justo Sierra, “Conquista de la patria por la educación”, en Obras completas, vol. V, Discursos, México, UNAM, 1948, p. 440.