Название | La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana |
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Автор произведения | Guillermo Hurtado Pérez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786073038027 |
Como quiera que sea, nuestra edad vive como si imaginase en acción en el universo un poder cuyas leyes son distintas de las fenomenales, y los hombres, a poco que mediten, encuentran dentro de sí mismos el brote de esa potencia indestructible, en sus propias conciencias, capaces de abnegación y por esto más poderosas que todo lo demás del universo… El acto generoso, en medio de la mezquindad del universo, es la contradicción más extraña de los hechos, y sin embargo no ha sido lo suficientemente meditada.145
Estas ideas no sólo son muy distintas de las de los positivistas, sino que luego tendrían un papel importante en la Revolución. Lo interesante es que, como afirmaba Vasconcelos, eran las adoptadas por su generación; por eso eran compartidas por Madero y por otros jóvenes que se unieron para luchar por el bienestar de los demás. El uso común que todos ellos hacían de la noción de abnegación en el discurso renovador es, como veremos más adelante, de particular importancia.
Al finalizar su exposición de las ideas contemporáneas, Vasconcelos parece recordar la frase “dudemos” de Sierra y se plantea la pregunta de cómo puede saberse, entre tantos sistemas filosóficos que se ofrecen, cuáles son los más sólidos y cuáles los efectos de una descontrolada especulación metafísica. Vasconcelos propone tres criterios metateóricos para determinar cuándo podemos aceptar un nuevo sistema filosófico: el primero es que el sistema en cuestión no esté en desacuerdo con las leyes científicas, el segundo es que no infrinja las leyes de la lógica y el tercero es que las consecuencias morales del sistema se tomen como una medida de su vitalidad. Con base en estos tres criterios, afirma Vasconcelos sin ofrecer mayor argumento, la juventud mexicana puede adoptar con confianza la nueva filosofía francesa, pero rechazar sin mayores consideraciones al pragmatismo norteamericano.
Con la prudencia que las normas anteriormente estudiadas aconsejan, hemos procurado recibir las nuevas ideas. El positivismo de Comte y de Spencer nunca pudo contener nuestras aspiraciones: hoy que, por estar en desacuerdo con los datos de la ciencia misma, se halla sin vitalidad y sin razón, parece que nos libertamos de un peso en la conciencia y que la vida se ha ampliado. El anhelo renovador que nos llena ha comenzado ya a vaciar su indeterminada potencia en los espacios sin confín, donde todo aparece como posible.146
La filosofía de Vasconcelos es una filosofía dinámica de la libertad y del heroísmo moral. Este tipo de pensamiento no sólo hace concebible sino justificable el cambio radical del orden social establecido. Al final de su ensayo, Vasconcelos acepta que no se sabe si en vez de lograr el triunfo, se caerá al abismo, pero la posible derrota, nos dice, no debe impedir el sacrificio de la cómoda ventaja individual para luchar por un futuro mejor para todos. Lo proclama así Vasconcelos en las últimas líneas de su ensayo:
Y en el extraño dolor de la espera, un vislumbre del porvenir, rápido y trágico, muestra lo que nos falta inaprehendible y lejano: sentimos la inutilidad de nuestro individuo y lo sacrificamos en el deseo de lo futuro, con esa emoción de catástrofe que acompaña a toda grandeza.147
El tono trágico de estas palabras está muy por encima de aquella extraña palpitación de presentimiento de la que hablaba Reyes; lo dicho por Vasconcelos es ya una suerte de anuncio, casi de invitación, a esa tempestad que se cernía sobre la patria.
1.11. El Ateneo de la Juventud y la Revolución mexicana
Se ha ofrecido todo tipo de opiniones acerca de la conexión entre el Ateneo y la Revolución. Algunos historiadores revisionistas, sobre todo del bando de la izquierda, han afirmado que entre el Ateneo y la Revolución no hubo relación alguna o, por lo menos, que las que se pueden hallar fueron irrelevantes, y que el Ateneo fue, a pesar de sus críticas al positivismo, un fenómeno cultural de la élite burguesa porfirista.148 Otros, en cambio, han afirmado que el Ateneo puede verse como un antecedente intelectual de la Revolución o, por lo menos, un movimiento paralelo, es decir, que apuntaba en la misma dirección y estaba guiada por ideales y valores semejantes y que, por ello, pudo conectarse e incluso influir de alguna manera, por pequeña que fuera, en el devenir de aquella.149 Estoy convencido de que el segundo grupo es quien está más cerca de la verdad, pero antes de ofrecer mis razones haré algunas precisiones.
Lo primero que ha de señalarse es que debemos evitar la pregunta general cuál fue la relación entre el Ateneo y la Revolución. La respuesta a esta pregunta depende de la fecha a considerar. Una fue la relación en 1910 y otra en 1911 o en 1912. Además, hay que tomar en cuenta que cada ateneísta tuvo relaciones distintas con la Revolución a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si bien hacia 1910 los principales ateneístas coincidían en su rechazo teórico de la doctrina positivista, no había acuerdo entre ellos respecto a las consecuencias políticas de tal rechazo. Alfonso Reyes, en cambio, estaba en la difícil situación de ser hijo del general Bernardo Reyes, Procónsul del Norte, y hermano del licenciado Rodolfo Reyes, maestro carismático de la Escuela de Jurisprudencia, y eso lo obligaba a ser muy discreto en sus opiniones; quizá por eso se curaba en salud y decía que no tenía “entusiasmo por las cosas épicas y políticas”.150 Por su parte, Henríquez Ureña, por su condición de extranjero, pero también por su carácter egocéntrico, era un observador crítico de los sucesos; no toma partido, aunque se transluce su poca simpatía por la posición oficialista. Pero los casos que más importan a esta investigación son los de Antonio Caso y José Vasconcelos. La versión oficial es que Caso fue un activo reeleccionista y que Vasconcelos fue un activo antireeleccionista, pero ninguno de los dos tuvo una actitud desprovista de ambigüedades.
Aunque Caso confesaba a sus amigos su insatisfacción con la situación del país, no por eso dejaba de apoyar la reelección de Díaz y de Corral. Para usar una expresión coloquial mexicana, se podría decir que Caso “estaba muy comprometido”. Antonio Caso tenía contactos personales muy estrechos con políticos cercanos al régimen, en especial, del grupo de los científicos. Esos contactos conocían las enormes capacidades del joven intelectual y por ello lo buscaban para que los apoyara. En sus memorias, Nemesio García Naranjo cuenta cómo Caso se alejó de la campaña a favor de Díaz después de haber dado un discurso apasionado en su favor.151 La hipótesis de García Naranjo es que Caso se asustó de ese “yo” suyo capaz de convertirse en político y prefirió refugiarse en el “yo” de un hombre dedicado al estudio y a la enseñanza. Aunque había sido nombrado director de El Reeleccionista, Caso no puso un pie en la redacción del periódico. ¿Acaso lo pensó mejor y se dio cuenta de que su apoyo a Díaz no nacía de una convicción profunda?
José Vasconcelos, en cambio, pertenecía a las filas del maderismo desde la primera visita de Madero a la capital para buscar simpatizantes de su causa en 1909. Sin embargo, la relación de Vasconcelos con Madero no careció de problemas. Por ejemplo, El antirreeleccionista fue clausurado a finales de 1909 y Vasconcelos, que era el director del periódico, estuvo muy cerca de ser encarcelado. Entonces decide renunciar al partido. En Ulises criollo cuenta que él le escribió a Madero diciéndole que si no se preparaba una rebelión armada se retiraría del partido porque “no quería ser víctima de un movimiento democrático dirigido contra rufianes que sólo a la coacción y el castigo se rinden”.152 Madero le responde en una carta fechada el 13 de noviembre de 1909, en la cual por medio de argumentos muy sensatos le pide que recapacite. No obstante, Vasconcelos deja de participar en el movimiento y no reanudaría sus actividades sino hasta febrero de 1911, cuando colaboró en el frustrado complot de Tacubaya. Vasconcelos cuenta que después del incidente de El antirreeleccionista, tomó la decisión de prepararse para lo peor: “Si no había protesta armada me expatriaría. No era posible soportar aquel ambiente”.153 Al irse a los Estados Unidos justo en el momento más duro de la lucha, podía dar a entender que abandonaba la lucha política. ¿Acaso lo pensó mejor y se dio cuenta de que la causa de Madero no tenía futuro?154
Pero para entender la historia intelectual de la filosofía mexicana y su sitio en la