Название | La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana |
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Автор произведения | Guillermo Hurtado Pérez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786073038027 |
Se ha dicho que las conferencias del Ateneo de la Juventud fueron avaladas por Justo Sierra y Ezequiel A. Chávez al hacer acto de presencia en la inauguración del ciclo de conferencias y al hacer del evento un acto oficial de las celebraciones del Centenario. Este carácter oficial de las conferencias del Ateneo podría verse como una suerte de espaldarazo de las autoridades culturales del régimen al Ateneo. Y también podría decirse que, al participar en los festejos del Centenario, el Ateneo se alinea con esas mismas autoridades culturales del régimen que organizaron el Centenario con propósitos a todas luces políticos.155 Desde esta lectura, se podría afirmar que Sierra y los demás miembros de la intelectualidad gobiernista no veían en los desplantes de libertad intelectual de los ateneístas un motivo de preocupación. Por el contrario, uno pensaría que Sierra y sus allegados tomaban con simpatía el movimiento de renovación intelectual promovido por los jóvenes ateneístas y que incluso advertían en su rechazo tan explícito del positivismo barrediano, un medio para los fines de la política cultural del Ministerio, por ejemplo, la creación de la Escuela de Altos Estudios.156
Esta lectura de los hechos tiene un grano de verdad, pero se queda en un nivel superficial. No puede reprochársele a los ateneístas que hayan apoyado a Sierra en ésa y en otras ocasiones. Nada mejor podrían haber hecho. La obra de Sierra significaba un enorme logro cultural y educativo para el país. Entre el espíritu que movía a Sierra y el que impulsó al Ateneo había obvias afinidades e importantes coincidencias. Jamás renegaron los ateneístas de la figura tutelar de Justo Sierra. Sin embargo, si Sierra y los demás miembros del grupo de los científicos no se preocuparon por la repercusiones políticas de los discursos del Ateneo, sí debieron haberlo estado. La filosofía del Ateneo rompía con los dogmas positivistas de que las ciencias daban la explicación última de un mundo material y mecánico y de que la sociedad debía evolucionar de manera gradual y de acuerdo con principios egoístas y pragmáticos. Para el Ateneo, la realidad incluía al espíritu y, por lo mismo, a la libertad plena, incluso la libertad para cambiar el orden social y moral establecido, para sacrificar el interés individual en busca del bien común. Sin temor a exagerar, podemos decir que en 1910 el pensamiento del Ateneo era subversivo.
Dicho lo anterior, todavía hay historiadores a los que les resulta difícil entender la relación que hubo entre la defensa filosófica del espíritu hecha por Vasconcelos y Caso, y el estallido de la Revolución mexicana; como si esta relación fuese un anacronismo o una incongruencia. La naturaleza de la relación que hubo entre la revolución intelectual del Ateneo, como la llama Vasconcelos desde 1911, y la revolución social de México fue suficientemente explicada por Vasconcelos, Caso, Reyes y Henríquez Ureña y por algunos autores de generaciones posteriores, como Lombardo Toledano. No hay más que añadir en este punto —a menos de que uno tenga la sospecha peregrina de que todos los autores mencionados participaron en una suerte de conjura—. Esta incomprensión también ha nublado la comparación del espiritualismo filosófico de los ateneístas con el espiritismo esotérico de Francisco I. Madero. Es evidente que hay muchas diferencias entre el espiritualismo y el espiritismo —no hace falta enumerarlas aquí—, pero las coincidencias son suficientes para tomarlas en consideración de la manera más seria.157 Ambas doctrinas rechazan el materialismo positivista y esto les permite aceptar la existencia del libre albedrío y, en particular, de la capacidad de los seres humanos para transformarse a sí mismos, no sólo para lograr una superación moral individual sino también de las personas que los rodean y, a fin de cuentas, de la humanidad entera, incluso al costo del beneficio personal. Esta última es una de las ideas centrales de La sucesión presidencial en 1910, ya que Madero afirma en la Dedicatoria del libro que escribe especialmente para aquellos patriotas que enlazan las nociones de libertad y de abnegación.158 Madero entró en contacto con las ideas espiritistas durante su estancia en París entre 1887 y 1892 y no es imposible que allí él también haya leído o escuchado algo sobre las nuevas ideas filosóficas que rechazaban el positivismo materialista. Esto nos ayudaría a explicar la peculiar sintonía intelectual y espiritual que hubo entre Madero y los ateneístas. Pero quizá hubo algo más. Recuérdese que dos años después de la publicación de La sucesión presidencial en 1910, Vasconcelos conecta de manera muy semejante los conceptos de libertad y abnegación en su conferencia de 1910. Vasconcelos había leído el libro de Madero, había escuchado sus discursos, había platicado con él. ¿Se trata, entonces, de una coincidencia o de una posible influencia de Madero en Vasconcelos? Y si, como dijimos arriba, el uso de la noción de caridad en Caso recuerda a la que hizo Vasconcelos de la noción de abnegación, ¿podríamos trazar una influencia indirecta del pensamiento de Madero en el de Caso? Más allá de estas preguntas, lo importante es percatarse de la manera tan semejante en la que Madero y los ateneístas entendieron los conceptos de libertad y de abnegación, y el modo en el que los vincularon dentro de su cosmovisión moral. Esta coincidencia entre el prócer y los filósofos del Ateneo es un hecho fundamental de nuestra historia intelectual del cual nos ocuparemos en los siguientes capítulos.
1 Vid., por ejemplo, Ramón Eduardo Ruiz, México: la gran rebelión, 1905-1924, México, Editorial Era, 1984.
2 Fueron muchos los motivos que impulsaron a los mexicanos a la Revolución. No pocas veces fue la bola la que arrastró a los revolucionarios. Algunos se unían al movimiento por la aventura, por el placer de empuñar un arma, por el salario, por la promesa de botines y parcelas, para realizar venganzas. En Los de abajo de Mariano Azuela, cuando el personaje de Luis Cervantes, joven estudiante de medicina, les dice a unos revolucionarios que persigue los mismos ideales y defiende la misma causa que ellos, se le quedan mirando sin entender y el jefe le pregunta “Pos cuál causa defendemos nosotros”. (Mariano Azuela, Los de abajo, México, Fondo de Cultura Económica, 2012, p. 24). También hubo casos en los que más que revolucionarios, algunos de los participantes del movimiento cabían dentro del concepto de bandoleros sociales (Cfr. Eric Hobsbawm, Rebeldes primitivos. Estudios sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX, Barcelona, Ariel, 1983). El fenómeno de la leva tampoco puede ignorarse: miles de hombres y mujeres fueron arrebatados en contra de su voluntad.
3 Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1971.
4 Pierre Bourdieu, “Champ intellectuel et projet créateur”, en Les Tempes Modernes, n. 246, Paris, nov. 1966.
5 Esta combinación podría denominarse dialéctica, no en el sentido hegeliano del término, según el cual una tesis y una antítesis alcanzan una síntesis final, sino en otro sentido, en el de que hay varias tesis en permanente tensión, pero en una tensión dinámica que produce un escenario variable.
6 Óscar Nudler ha acuñado el concepto de espacio controversial para entender el entorno de generación, dinámica y resolución de las controversias. En un mismo campo intelectual puede haber varios espacios controversiales. Vid. Óscar Nudler, Espacios controversiales. Hacia un modelo de cambio filosófico y científico, Buenos Aires, Miño y Dávila Editores, 2009.
7 Vid. Alain Minc, Una historia política de los intelectuales, Barcelona, Duomo Ediciones, 20012.
8 Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, Vol. 2, México, Editorial Juan Pablos, 2010, p. 18.
9 ¿Hasta qué punto se puede ser un intelectual crítico sin convertirse en uno orgánico o en uno opositor? Es cuestión de grados e incluso de tiempos. Un mismo intelectual puede ser orgánico, luego hacerse crítico y luego transformarse en opositor. El intelectual crítico puede incluso colaborar