Psicoterapia Integrativa EIS. Roberto Opazo

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Название Psicoterapia Integrativa EIS
Автор произведения Roberto Opazo
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789569946646



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rígidas y despóticas, favorecen la tensión interna, el ánimo depresivo, las respuestas agresivas, la pobre inter-acción social. Si la persona se autoexige, en la línea del "tengo que hacerlo todo bien siempre", se instala una fuente interna de autoamenazas; una especie de dictador interno, injusto, permanente, despótico. En este contexto, evolucionar del tengo al quiero, constituye todo un paso hacia la "libertad interna". Si la persona es regida por una estructura del tipo "mi valor como persona depende de lo que otros piensen de mí", su autoestima queda hipotecada en función del "qué dirán". En este contexto, evolucionar de qué dirán al qué diré constituye todo un paso hacia la libertad externa. De este modo, evolucionar "del tengo al quiero" y "del qué dirán al qué diré", enriquece el análisis de realidad, y es fuente de desarrollo cognitivo.

      Cuando una persona emite una conducta, ésta puede ser irrelevante, intrascendente e inocua; pero muchas no lo son. Algunas conductas son más eficientes que otras; o más adaptativas, o más sintonizadas en el contexto interpersonal. Aun cuando sea sin agresividad alguna, cada persona "dispara" sus conductas con diferente puntería; y cada persona exhibe su propio promedio de calidad conductual.

      Un tirador aprende a disparar mejor cuando recibe información oportuna acerca de lo que ocurrió con cada disparo. Una persona va mejorando su calidad conductual, si recibe información oportuna acerca de lo que ocurrió con cada conducta. Esto pone en juego la capacidad de observación, de autoevaluación y de autocrítica; en la interacción, pone en juego la capacidad para observar reacciones verbales y no verbales de las demás personas. Y la capacidad para deducir y para averiguar, para preguntar acerca de los que le está ocurriendo a los otros. En suma, pone en juego la calidad de los mecanismos de feed-back o de retroalimentación.

      La presencia de adecuados mecanismos de retroalimentación, entrega información precisa y oportuna acerca de la relación conducta-consecuencias; la persona se informa si su conducta se emitió en buen momento, si su contenido era o no el deseado, si la persona fue escuchada o no, si fue bien comprendida, si la conducta alcanzó su objetivo, si fue aportativa o no, si fue bien o mal recibida, si cayó bien o mal, etc. Sin adecuados mecanismos de retroalimentación, la persona queda desinformada en territorios esenciales, y su conducta pasa a ser desplegada con las desadaptaciones, torpezas y cegueras correspondientes.

      A la hora de la resiliencia cognitiva, cada fortaleza cognitiva aporta lo suyo, para que la persona no se derrumbe ante circunstancias adversas: no magnificarlas, no sobreatribuirlas a fallas personales, que la persona no se perciba como inepta para enfrentarlas, que no piense que no puede hacer nada al respecto, etc. En lo relativo a crecer frente a la adversidad, el de mí depende, el optimismo y la esperanza, parecieran aportar elementos nutrientes del perseverar y del hacer mejor las cosas. Un importante estudio realizado en Kauai – que analizaremos más explícitamente en el tema del "attachment" – hizo un seguimiento de 700 niños desde los dos años de edad hasta que alcanzaron la adultez; en el ámbito de los aportes cognitivos a la resiliencia, se constató que los más resilientes presentaban una confianza optimista en que los obstáculos pueden ser superados, y un locus de control interno acerca de la conducción del propio destino (Werner, 1993). A su vez Hansson et al. (2008) informan que variables con fuerte peso cognitivo, como lo son el locus interno de control, la autoeficacia y el optimismo, contribuyen sustancialmente a la resiliencia.

      A la hora de los reduccionismos, algunos destacados adscriptores al paradigma cognitivo no se quedan atrás: "El primer principio de la terapia cognitiva, es que todos sus afectos son creados por sus cogniciones o pensamientos" (David Burns, 1980, p. 23). Años después, esto es reafirmado por Burns cuando agrega: "Su manera de sentirse surge, directamente, de su forma de pensar acerca del hecho. Es a esto a lo que me refiero cuando digo que son sus pensamientos los que dan pie a sus sentimientos" (1999, p. 24). Tan tajantes afirmaciones encuentran muchos adeptos. Sin embargo, esto amerita precisiones.

      Para algunos, la temática anterior carece de sentido; no existiría tal etiología cognitiva. Consideran que cognición y afecto configuran un sistema indisoluble, una especie de unidad holística. En este contexto, hablar de cogniciones y de afectos, pasa a constituir un simplismo atomístico. Las evidencias, sin embargo, no tienden a apoyar esta forma de concebir las cosas.

      Hace ya algún tiempo Joseph LeDoux (1986) demostró – a través de estudios anátomo-fisiológicos – que cognición y afecto pueden transitar por avenidas separadas. Una sensación ocular, puede ir directamente al sistema límbico y activar de inmediato una respuesta emocional; sin pasar por corteza, sin elaboración cognitiva. Aún podría argumentarse que un mínimo de cognición fue requerida, para activar la respuesta emocional. Pero… ¿es eso una cognición? ¿cualquier sensación es una cognición?

      La discusión pasa entonces a ser un problema de límites conceptuales, es decir, de los límites del concepto de cognición. Cuando se afirma que toda emoción es poscognitiva, se está hablando de algo más que de un reflejo emocional derivado de una simple sensación. "El input sensorial ‘puro’, no transformado, y de acuerdo a un código más o menos fijo, no es cognición. Es solo sensación ‘pura’. La cognición no necesita ser deliberada, racional o consciente; pero debe involucrar un mínimo de trabajo mental" (Zajonc, 1984, p. 18). Así, las sensaciones son experiencias simples y elementales; aportan la "materia prima" que es interpretada por medio de la percepción. La percepción aporta significación, sentido, coherencia y unidad a la información sensorial. La información entonces, puede ser relacionada y elaborada a través de procesos cognitivos más complejos llamados pensamientos.

      El que las percepciones, los pensamientos, las cogniciones de una persona, contribuyan a guiar sus afectos – y sus vidas – no constituye una temática menor. Y esto resulta muy válido, también, para nuestros pacientes.

       Guillermo es un médico radiólogo, especialista en neuroimágenes encefálicas; con estudios de posgrado en Estados Unidos, Guillermo es reconocido como una autoridad en su especialidad. Llega a consultar por problemas de pareja. "Últimamente nos hemos llevado mal; sin embargo nos queremos, yo la quiero mucho y ella me quiere mucho". En entrevista con Nicole, su esposa, ella me señala: "Quise mucho a Guillermo; sin embargo, hace bastante tiempo simplemente dejé de quererlo". Paradójico: el experto en radiología encefálica no es capaz, por sus propios medios, de percibir – ni siquiera mínimamente – lo que ocurre en el sistema límbico de su esposa.

       Rogelio llega a consultar, al igual que Guillermo, por problemas matrimoniales. Rogelio es astrónomo; al igual que Guillermo, tiene estudios en el extranjero, y es un profesional muy destacado en su área. En su matrimonio, Rogelio ha sido un perfeccionista; le ha prestado particular atención a cada detalle, y ha sido incapaz de desplegar una mirada panorámica, "de helicóptero", sobre su relación de pareja. Se mostraba capaz de ver las hojas y, cuando mucho, algunas ramas; del árbol… nada. Resultado: una pésima relación de pareja. Paradójicamente, un observador del universo se mostraba incapaz de percibir su relación de pareja con una mirada más completa.

       Guillermo y Rogelio nos ayudan a ejemplificar, clínicamente, el rol esencial que puede jugar el estilo perceptivo en el ámbito de la satisfacción matrimonial.

      Por otra parte, es efectivo que no son frecuentes las cogniciones sin afectos, o los afectos sin cogniciones. Sin embargo, sostener que cogniciones y afectos constituyen unidades indisolubles involucra un "reduccionismo hacia lo complejo". Desde mi perspectiva, resulta más criterioso el distinguir cognición de afecto. Y el asumir que, en ocasiones, se presentan cogniciones más "puras", con un claro predominio informático; en otras, se presentan energías predominantes; con escaso contenido informático. En muchos casos, sin embargo, cogniciones y afectos se presentan integrados en un sistema único e indisoluble. Por lo tanto, ocurre una cosa "y" la otra. Ya lo hemos señalado: si somos simples "y" complejos, y si cada vez que ponemos "o" caemos en reduccionismos, suena criterioso el no seguir haciéndolo... con tanta facilidad.

      Es oportuno ahora, el retomar el planteamiento inicial. Desde mi