Название | El castillo de cristal I |
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Автор произведения | Nina Rose |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789561709249 |
—Oye, ¿estás bien?, ¿pasa algo?
—Hay un cliente que está preguntando por la Chica Sombra. Dice… dice que tiene un trabajo importante que ofrecer.
—De acuerdo, iré a verlo, ¿dónde está? —dijo mientras se bebía la cerveza de golpe.
—Arriba. Rylee —le dijo deteniéndola mientras ella se levantaba de la silla—, él es extraño. Es un forastero, parece peligroso, me dieron escalofríos de solo oírlo hablar, nena, ten cuidado.
—Ánuk me protegerá.
—Me temo que este tipo puede lastimarlas a ambas si se lo propone —dijo con preocupación—. Si sucede algo, grita. Estaré al pendiente y mantendré a un par de los chicos al pie de las escaleras solo por si acaso. No confío en él.
—Gracias —desde que era pequeña, antes de irse a vivir a la ciudad, los Pezzi habían cuidado de ella. Ahora, aún sabiendo a qué se dedicaba, no la juzgaban tampoco, aunque siempre le decían que sus cualidades podían ser mejor utilizadas en trabajos más honrados.
Llegaron a los pies de la escalera que daba a la azotea, un lugar privado y exclusivo, lo que significaba que era costoso. Era para clientes adinerados que buscaban intimidad y aislamiento y que, a su vez, deseaban disfrutar de la vista al mar y el espacio relajante de la terraza abierta. Los gemelos de Netty, enormes y musculosos, estaban a cada lado y la miraron de forma significativa, comunicándole en silencio que estarían atentos a cualquier eventualidad.
A Rylee le sorprendió un poco la seguridad. Había tenido clientes peligrosos y complicados, pero esta vez los Pezzi parecían sentirse realmente amenazados por el tipo que la esperaba arriba. Subió los peldaños seguida de Ánuk, a quien podía escuchar olfateando el aire.
—No lo huelo, Rylee —susurró.
Silencio. Demasiado silencio. Había algo extraño en el ambiente, una sensación de ser observada.
—¿Hola? Me dijeron que me buscaba —le dijo al aire.
De ninguna parte, apareció a su lado una figura alta y delgada; Rylee sintió como si alguien hubiese abierto de repente una caja llena de hielo. Ánuk gruñó hacia el hombre, consternada a su vez por no haberlo sentido acercarse.
—Me dijeron que la famosa Chica Sombra era joven —su voz era suave y profunda—, pero es agradable ver que además es hermosa.
—La famosa Chica Sombra es eficiente también —agregó Rylee molesta—. Si no le importa me gustaría que habláramos sobre el trabajo que desea encargarme. Es tarde y estoy cansada.
—Ah, una joven directa —se admiró el hombre—. Muy bien, sentémonos —le indicó la pequeña mesa de la terraza. De manera cortés le ofreció la silla, la acomodó y se sentó frente a ella, bajándose la capucha negra y soltándose del cuello una bufanda del mismo color.
Rylee pudo ver entonces el rostro de su interlocutor. No debía tener más de cuarenta años, pero su pelo era blanco y reluciente, corto a excepción de una trenza que le colgaba tras la oreja izquierda. Era guapo, de rasgos suaves y afilados pero masculinos; una cicatriz marcaba su mejilla derecha y, extrañamente, lo hacía ver aún más atrayente. Sus ojos eran verdes, alargados y penetrantes; a Rylee le parecieron fríos y peligrosos. Se sentía intimidada y eso la enojaba; ni siquiera la presencia de Ánuk, sentada erguida a su lado, la calmaba.
—Hay un pequeño... —hizo una pausa como pensando en qué palabra elegir— tesoro, que me gustaría recuperar. Me fue arrebatado hace tiempo, es una reliquia, tiene valor sentimental, como se dice. Me ha sido imposible reclamarlo, pero sé quién lo tiene. Quisiera que lo obtengas para mí.
—¿Puedo preguntar por qué no lo ha podido reclamar usted mismo?
—Está custodiado. Un grupo bastante grande lo protege y desconozco dónde lo guardan. He enviado agentes pero han fallado. Necesito a alguien que se infiltre y lo saque con la mayor discreción posible.
—¿Infiltrarme? —el espíritu aventurero de Rylee saltaba de anticipación, pero su cerebro le enviaba señales de cautela—. ¿Infiltrarme dónde exactamente?
El hombre sonrió.
—Ah, pues, querida. Necesito que te infiltres en una tropa de rebeldes.
3
Rylee estaba segura de que lo había oído correctamente.
—¿Una tropa rebelde? —lo repitió en voz alta para asegurarse de todas formas. Los rebeldes estaban contra el Yuiddhas. Los llamaban “los viudos del Rey”; muchos habían sido soldados fieles antes de que el Traidor tomara el poder. Estaban desparramados por todo Rhive y se decía que quedaban cada vez menos.
—Exacto. Uno de los miembros de la tropa me arrebató la reliquia. Por fin he dado con su paradero, pero es muy difícil llegar a ellos sin ser cuestionado o lidiar con la desconfianza. Por eso tú eres perfecta para el trabajo —la miró de arriba a abajo—, con la historia perfecta puedes hacerles creer lo que quieras con esa bella cara de inocente.
—Cree que confiarán en mí —no era una pregunta.
—Lo creo, si. Si eres lo suficientemente convincente, me atrevo a pensar que te admitirán entre ellos. Una vez en esa posición, serás capaz de moverte con libertad dentro del campamento. Gánate su confianza y su respeto y compartirán contigo los secretos que guardan.
—Entre ellos la localización de su reliquia.
—Veo que sigues mi idea.
—Es una misión peligrosa. Si me descubren, quién sabe lo que me harán. No le saldrá barato, lo sabe, ¿verdad?
—Lo sé —contestó—, estoy al tanto de los riesgos. Por ello te ofrezco pagar lo que te queda de la deuda con Ábbaro Stinge.
Esas palabras la llenaron de esperanza y de temor, entremezclándose y confundiéndola. ¿Pagar su deuda? ¿Toda? ¿Cómo sabía él...?
—¿Cómo sabe sobre eso? —preguntó Rylee intentando sonar lo más fría y distante posible. A su lado, pudo sentir el cuerpo de Ánuk aumentando de temperatura y, discretamente, puso su mano en el lomo de su amiga para tranquilizarla. No quería que ese hombre viera las marcas de la wolfire.
—Tengo mis fuentes —se reacomodó en su silla, parecía relajado—, buenas fuentes. Fuentes que me hablaron de ti y tu deuda, de tu agilidad, rapidez y discreción. Esa es mi oferta, ¿la tomas o la dejas?
Temía, pero el prospecto de una vida libre de Stinge, libre de ser la Chica Sombra, era demasiado tentador. El trabajo lo podía hacer; era el tipo de cosas que ejecutaba a ojos cerrados. Sonrió, para darse valor y para que su interlocutor viera que no tenía miedo de nada.
—Cincuenta por ciento del total por adelantado, en efectivo —dijo firme—. El resto cuando le entregue su reliquia, de forma inmediata y también en efectivo. Nada de certificados de pago, ni depósitos, mucho menos entregarle el dinero directamente a Stinge. Quiero ser yo quien salde la deuda.
—Me parece razonable. Por mi parte, te daré solo sesenta días para cumplir lo que te pido. Pasado ese tiempo el trato está roto. ¿Estás de acuerdo?
—De acuerdo.
—Entonces —se levantó y estiró la mano izquierda hacia Rylee—, me parece que tenemos un trato, hermosa señorita.
—Un trato— Rylee también se levantó, estrechándole la mano.
Se encontró con un agarre firme, una mano que parecía apresarla. Una ráfaga de frío le atravesó el cuerpo; quiso soltarse pero era imposible. Una sombra comenzó a formarse tras el hombre; crecía y crecía... parecía salir de él, lo estaba cambiando . El rostro atractivo que había visto tenía algo aterrador y sombrío ahora, una malignidad en sus ojos verdes...
Ánuk