Название | Hoy camino con Dios |
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Автор произведения | Carolina Ramos |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Lecturas devocionales |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877982909 |
Esta tribu tenía la costumbre de engañar; su palabra no valía nada, pero si un hombre entregaba a su hijo a la otra tribu, eso era un pacto que demostraba que habría paz entre ellos mientras el niño estuviera vivo. Eso convertía al dador del hijo en alguien digno de confianza.
Don aprovechó esto para explicar que existe un Dios en el cielo que dio a su hijo para que hubiese paz entre los pueblos y que, mientras él estuviese vivo, podíamos creer que el pacto se mantendría vigente también. Pero la mejor noticia de todas es que ese “hijo de paz”, como ellos lo llamaban, está vivo para nosotros hoy.
Este padre, al entender lo que Don le explicaba, ayudó a convencer a toda la tribu del amor de Dios.
Cientos de personas lo aceptaron y la tribu entera se convirtió y dejó el canibalismo. Se erigió una enorme iglesia que sigue en pie.
¿Qué le dejarás hacer a ese “hijo de paz” en tu vida hoy?
Objetos cotidianos - 7 de febrero
Juego de tronos
“Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él” (Est. 3:1).
Seguramente en alguna fiesta jugaste al juego de la silla. No era posible que dos personas se sentaran en el mismo asiento.
En este caso, el trono lo ocupaba Asuero, y le había dado a Amán una silla que, por lo que leemos, era bastante especial y le confería cierta autoridad. Todos se arrodillaban ante Amán, pero para él eso no era suficiente. Mardoqueo no lo hacía y esto lo airaba.
¿Qué nos pasa cuando algo o alguien se interpone en el camino de lo que nosotros creemos que es lo mejor? ¿Cómo reaccionamos cuando no podemos manejar las circunstancias y las personas a nuestra manera? ¿Qué pasa por nuestra mente cuando los planes de Dios, la respuesta de alguien, o una eventualidad, van en contra de nuestro “sabio” parecer? ¿Quién está sentado en el trono de nuestro corazón?
Los siervos del rey le preguntaban a Mardoqueo, cada día, por qué él traspasaba la orden del rey. Mardoqueo, cada día, tomaba la decisión de tener en el trono de su corazón a Dios. A Amán no le alcanzó con atrapar a Mardoqueo, sino que planeó destruir a todos los judíos del reino (uno de los tantos resultados de vivir por el orgullo).
En cambio, en Ester 6:1 al 12 vemos de forma muy marcada uno de los resultados de tener a Dios en el trono. En este libro no se menciona a Dios, pero lo vemos actuar de forma maravillosa. Si Dios está en el trono de tu corazón, no habrá lugar para nadie más y los resultados hablarán solos.
Que tu orgullo no te llene de ira ni se adueñe de una silla que no llega a ser trono, como esa que le dio Asuero a Amán. Que el príncipe de este mundo no te venda un poder falso. Que en cada cavidad de tu corazón haya una pata del trono donde, cada día, se siente el Rey del universo.
Si hay que pedir perdón, agachar la cabeza y ceder el paso, hagámoslo. Hay personas que se preguntarán por qué no nos arrodillamos ante los poderes de este mundo, gente que nos observará para ver a quién servimos. ¿Quién está ocupando el trono?
Dios pregunta - 8 de febrero
¿Dónde estás tú?
“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Gén. 3:9).
Una tarde, sin querer, cerré fuertemente la puerta sobre los dedos de un compañerito. Enseguida comenzó a salir sangre de la herida, se armó un revuelo en la casa, y comencé a sentir una culpa que antes desconocía. Sentía que merecía el peor de los castigos. Me encerré en un armario y comencé a llorar desconsoladamente. Unos minutos después, escuché la voz de mi papá que acababa de llegar del trabajo y preguntaba: “Cachi, ¿dónde estás?”
Me encontró acurrucada en la oscuridad, sofocada por el calor, las lágrimas y el dolor de un corazón de seis años que no soportaba tanta angustia. Y, para mi sorpresa, me abrazó.
Al salir de la habitación, vi la condición en la que se encontraba mi compañerito. Fuimos a la clínica para que lo atendieran. Sufrí al verlo así, al ver el resultado de mi error y precipitación. Pero antes de eso, había recibido el consuelo paternal. Antes de enfrentarme a las consecuencias, había recibido esperanza.
Lo mismo pasó con Adán y Eva aquel día, en el Edén. Tal como lo narra Elena de White, ellos “antes de oír hablar de la vida de trabajo y angustia que sería su destino, o del decreto que determinaba que volverían al polvo, escucharon palabras que no podían menos que infundirles esperanza” (Patriarcas y profetas, p. 51).
El conocimiento del mal y la tendencia a errar son cosas inherentes a nuestra naturaleza desde aquella primera vez, pero es maravilloso que, antes de dar la sentencia, Dios nos recuerde que hay esperanza y victoria al final.
Miles de años más tarde, Dios vuelve a hacernos la misma pregunta. No sé si hoy su pregunta te encuentra escondido en la oscuridad del pecado, o caminando con libertad en la luz de la paz que él te da por haberte tomado de su mano. Pero esta pregunta nos habla de un Dios que no solo crea, sino que desde el principio del mundo toma la iniciativa para hablar y quiere restaurar su relación con nosotros. En medio de nuestras justificaciones ante el pecado, siempre está presente su llamado de esperanza. ¿Cómo responderemos hoy?
El poder de la música - 9 de febrero
Castillo fuerte
“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado. Y seré salvo de mis enemigos” (Sal. 18:1-3).
El 31 de octubre de 1517, Martín Lutero colgó sus 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, en Alemania, dando inicio a los eventos más sobresalientes de la Reforma protestante.
El himno más poderoso de este período fue el compuesto por el mismo Martín Lutero. Se convirtió en el canto de batalla de las personas y en una gran fuente de fortaleza e inspiración incluso para los que se enfrentaron al martirio por sus convicciones.
Este himno se ha traducido a prácticamente todos los idiomas y se lo considera uno de los clásicos.
Así como el salmista, Lutero debió refugiarse muchas veces de sus enemigos y protegerse de sus ardides incansables.
En una ocasión, le tocó permanecer escondido mucho tiempo en el castillo de Wartburg, una fortaleza sobre una montaña aislada. Allí, aunque muchos pensaban que su labor se había extinguido, tradujo al alemán el Nuevo Testamento y siguió escribiendo tratados que circularon entre sus compatriotas con el mensaje de censura y esperanza.
En el fascinante capítulo que narra la vida de Lutero en El conflicto de los siglos, Elena de White nos dice que Dios no solo lo libró de sus enemigos, sino que lo puso fuera del alcance de las alabanzas y de la admiración de los hombres (p. 156). De esta forma, Lutero mantuvo siempre presente que Dios era su Salvador, protector y su castillo fuerte.
Quizá no te enfrentas a enemigos que desean tu muerte, como le pasaba a Lutero en ese momento, pero puede ser que hoy tengas la necesidad de recurrir a Dios como tu fortaleza. No olvides que su ayuda sigue vigente y que te ayudará a encontrar algo bueno para hacer, aunque aparentemente estés en uno de los momentos más infelices de tu vida.
Historias de hoy - 10 de febrero