Un matrimonio por Escocia. Edith Anne Stewart

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Название Un matrimonio por Escocia
Автор произведения Edith Anne Stewart
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418616594



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de Escocia, pero ¿qué queríais que hiciera? Tengo que velar por la seguridad de mi clan —le expuso señalando a la gente que se había acercado a escuchar la conversación.

      —John Comyn iba a traicionar a Escocia contándole al rey Eduardo nuestros planes. Iba a vendernos. No podía consentirlo. ¡Basta de ser vasallos de los ingleses! Vos mismo acabáis de decírmelo. No os gusta que nos gobiernen. Olvidad el pasado y uníos a mí para terminar de expulsarlos de nuestra tierra, Archibald. Os estoy brindando la oportunidad de hacerlo.

      El jefe Murray no apartó su mirada del rey Robert ni un solo instante.

      —¿Y qué ganaría yo?

      —Una nación libre.

      Archibald aguantó la risa.

      —Eso ya lo tengo, apoyando a los ingleses.

      —El castillo de Stirling pasaría a manos de los Murray —le dijo con un tono embaucador que cambió el semblante de él.

      —¿Habláis en serio? ¿Por qué habríais de entregárnoslo?

      —El castillo sería vuestro con una sola condición más.

      —Ya me parecía a mí que no me bastaría con unir a los Murray y a sus aliados a vuestras huestes —ironizó entre risas.

      —Un compromiso que acabe en matrimonio.

      —¿De qué estáis hablando? —Archibald Murray se mostró receloso ante esas palabras. No convenía creer a pies juntillas a los reyes ni a los gobernadores. Siempre acababan por traicionar a uno. Entornó su mirada hacia el rey aguardando una explicación.

      —Un matrimonio entre vuestra hija y el hijo de James Douglas. Ellos serán los que regenten el castillo de Stirling.

      —¿Con el Douglas? ¿Por quién me tomáis? ¿Queréis que la case con el diablo? —le espetó con una mezcla de incredulidad y rabia porque pensaba que se reía de él.

      —Os estoy ofreciendo la libertad de nuestra nación y el último castillo que queda por tomar a cambio de la mano de vuestra hija para William Douglas —Robert extendió el brazo para señalarlo montado sobre el caballo—. Se convertiría en la señora de Stirling.

      —Ya veo vuestra jugada.

      —No hay ninguna jugada. Lo único que os pido es ayuda para Escocia. Nada más. A cambio os ofrezco el castillo para que vuestra hija gobierne.

      —¿Y en cuanto a mí? ¿Qué me quedaría? ¿Podría ser el gobernador de Stirling? —le sugirió elevando una ceja con suspicacia.

      —Podría ser. Esos términos los negociaríamos cuando todo haya pasado. Tenéis mi palabra.

      Durante unos segundos Archibald Murray permaneció pensativo. Después de todo, la oferta era bastante buena. Su hija regiría en el castillo de Stirling y él podría ser el gobernador. Lo que no acababa de convencerle era la presencia de los Douglas. No eran gente de su confianza, ni a los que se les pudiera manipular.

      Los dos hombres permanecieron retándose con las miradas esperando a ver cuál de los dos se apartaba primero.

      —Tenéis mi palabra. Los Murray lucharan a favor vuestro. Pero incumplid lo prometido y yo mismo acabaré con vos. También os doy mi palabra en este caso.

      —Me consta que lo haríais, pero os lo ahorraré. Y ahora, ¿dónde está vuestra hija?

      William había estado escuchando la conversación en parte relajado, pero expectante a lo que pudiera suceder. No había dicho nada a su padre después de su gesto con él al detener su brazo camino de su espada. Sin embargo, al escuchar aquella pregunta, William se irguió en el caballo y su cuerpo lo acusó, tensándose sobre la silla.

      La joven Bronwyn permanecía asomada a una ventana observando con atención y curiosidad a su padre mientras hablaba con el rey Robert. ¿Qué hacía este allí? Por lo que ella sabía, su padre se había mostrado partidario de John Comyn. Y se había mantenido leal a Eduardo para no tener ninguna disputa con este. Y de repente Robert Bruce se presentaba ante las puertas de su casa con un nutrido grupo de hombres armados. Entre estos, no pudo fijarse en uno. Tenía el cabello oscuro y algo enmarañado por la lluvia y viento. Sus rasgos eran firmes e incluso algo duros, como si se los hubieran tallado. Su mirada sin embargo parecía llena de curiosidad y no dejaba de pasearla por la gente allí reunida, como si estuviera buscando a alguien.

      —¿Sabes quién es? —le preguntó a su madre, que permanecía a su lado observando el devenir de los acontecimientos.

      Margaret se mostró sorprendida por la curiosidad mostrada por su hija. Por otra parte, entendía que aquel hombre le hubiera llamado la atención. No era nada extraño dado su aspecto. Pero si era quien ella creía…

      —¿Te refieres al joven que está junto a James Douglas?

      El semblante de su hija cambió al escuchar aquel nombre, y su mente se llenó de las historias que había escuchado contar acerca de este y de sus actos en favor del rey Robert.

      —¿James Douglas, el Negro? —preguntó con un ligero temblor en la voz.

      —Así lo apodan los ingleses debido al terror que inspiraba a estos. Él mismo arrasó su propio castillo cuando los expulsó. Supongo que el hombre al que te refieres es su hijo, William Douglas. Lo deduzco por el blasón que lleva impreso en su jubón. Y por el color del tartán de su plaid.

      Bronwyn sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo al conocer la identidad de aquel hombre. Le había llamado la atención desde el primer momento por su aspecto, pero no pensó que pudiera tratarse de hijo de Douglas, el Negro. Sin embargo, su mirada parecía haberle transmitido algo diferente a lo que ella conocía de la historia de dicho clan.

      —No sé a qué habrá venido el rey Robert, pero supongo que pronto lo sabremos por tu padre. Venga, será mejor que te apartes de la ventana.

      La hija de los Murray pareció no escuchar las palabras de su madre y permaneció un poco más en esta. Su mirada no podía apartarse de aquel hombre. ¿El joven Douglas? Sería mejor no cruzarse con él, si era como contaban que lo era su padre. Mejor sería no llamar la atención. Pero cuando lo pensó comprendió que era ya tarde porque él la contemplaba con una mezcla de curiosidad y desconcierto.

      William levantó la mirada hacia lo alto de la casa de los Murray. No era una gran construcción, pero era digna del jefe del clan. Sin embargo, lo que captó su atención fue la figura de una joven con el cabello semejante al color de la miel y un rostro risueño. Permanecía asomada a una de las ventanas del piso superior y tenía la impresión de que lo estaba contemplando. Cuando ella se dio cuenta de que él la había sorprendido, esta le lanzó una última mirada de desafío y desapareció. Él se quedó pensativo sin saber qué pensar hasta, que sintió una mano que le tocaba el brazo.

      —Desmonta. Vas a conocer a tu prometida —le aseguró su padre con una sonrisa cínica—. Y compórtate o la asustarás.

      William no dijo nada. Sacudió la cabeza y volvió a alzar la mirada hacia la ventana en la que había estado asomada aquella muchacha. Se trataría de alguna sirvienta que iría con el cuento a su señora sobre las personas que acababan de llegar. Claro que, para serlo, la mirada que le había dirigido había sido bastante arrogante, la verdad. ¿Tal vez supiera quién era él? Era consciente que el clan Douglas no gozaba de un buen trato entre los demás clanes leales a Inglaterra. Confiaba que no esto no fuera un impedimento para la muchacha. Si tenía oportunidad la buscaría para contemplarla de cerca y quién sabe, a lo mejor se pasaban un rato agradable, se dijo tratando de animarse y no pensar en su prometida.

      William siguió a los demás al interior de la casa observando con curiosidad a las personas con las que se cruzaba. Buscaba a la joven de la ventana. No sabía por qué diablos se obstinaba en pensar en ella de la manera en la que lo había hecho antes, y cuando iba a conocer a su prometida.

      —Mi esposa, Margaret