Un matrimonio por Escocia. Edith Anne Stewart

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Название Un matrimonio por Escocia
Автор произведения Edith Anne Stewart
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418616594



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la guerra contra Inglaterra, no había pasado ni un solo día sin combatir al lado de su padre, conduciendo a su clan junto a otros tantos a la batalla. Y aún después de muerto Wallace había seguido combatiendo para liberar los castillos escoceses en manos de los señores feudales ingleses. Y lo haría hasta el final porque era su cometido. No había cabida para el amor cuando había visto su país sometido y desangrado por Eduardo de Inglaterra.

      ***

      La comitiva hacia las tierras de los Murray partió de la capital dos días después de que William se hubiera comprometido a acatar la orden del rey. Les llevaría unas jornadas llegar a las tierras de los Murray, las cuales quedaban cerca del propio castillo de Stirling. Lo que le dejaba algo de tiempo para pensar en lo que le diría a su prometida. Le sonaba extraño pensar en una mujer de esa manera. No había considerado la idea de casarse hasta que la guerra no hubiera concluido. Pero los acontecimientos se habían precipitado y no tenía otra opción. De repente se veía comprometido con una mujer a la que no había visto. A raíz de este comentario, recordó las palabras de su amigo Angus sobre si esta sería una vieja solterona a la que su padre no había conseguido encontrar un marido. Sacudió la cabeza desechando esa idea mientras cabalgaba con el ceño fruncido, la mirada gacha y las manos cerradas con fuerza en torno a las riendas. Su padre no pasó por alto estos gestos y sonrió porque intuía lo que le sucedía a si hijo.

      —¿Estás nervioso por conocer a tu futura esposa?

      —¿Eh? ¿Cómo dices? —William desvió la atención hacia su padre.

      —Te preguntaba si estás nervioso ante el compromiso que has adquirido con el rey Robert.

      William inspiró primero y soltó el aire a continuación.

      —No lo sé. No tengo ni idea. Nunca lo he hecho antes.

      —Es normal. Nunca has mostrado interés por una mujer. Luego, no puedes saber lo que te espera. Si tu madre te viera…—dijo el viejo Douglas con cierta resignación o melancolía porque ella ya no estaba en este mundo. Y él solo deseaba ir con ella, pero no parecía que su hora hubiera llegado todavía.

      —¿Y si ella no acepta?

      —Lo hará. Respetará la palabra de su padre o bien será él en nombre de su hija quien lo acate. El castillo de Stirling es toda una tentación para cualquier jefe de un clan. Y el Murray no es diferente a los demás. Tenlo por seguro. De todas formas, de ti dependerá en gran medida que ella te acepte —le advirtió mirando a su hijo de pies a cabeza como si estuviera comprobando si ella lo haría al verlo.

      —¿Yo? Solo puedo hablarle de la situación real a la que nos enfrentamos. Su colaboración es necesaria. No pretenderás que la seduzca… Porque no creas que tengo mucha experiencia.

      —Pues te aconsejo que la encuentres y la pongas en práctica. Lo que sea para que ella no se oponga. Deberías tratar de seducirla y comportarte con ella como si en verdad te sintieras atraído e interesado por ella. No es una de esas mujeres que sueles frecuentas cuando estás por ahí con Angus y Malcom. Te lo advierto.

      —Ya me hago a una idea de la clase de mujer que puede ser. Y de lo que tengo y no tengo que hacer. Haré todo lo que esté en mis manos para convencerla —le aseguró a su padre desechando la idea de que ella fuera una vieja solterona. Según las palabras de su padre, si ella no aceptaba su padre podría hacerlo y entregársela. No parecía que fuera a tener otra opción que aceptarla de todas, todas.

      —Eso espero.

      William lanzó una última mirada a su padre para dejarle claro que sabía lo que hacía en todo momento; o al menos eso creía él.

      ***

      Archibald Murray no podía creer lo que le contaba su hombre de confianza. Y no lo hizo hasta que él mismo abandonó su casa y salió a comprobarlo. Robert Bruce marchaba al frente de una comitiva de hombres entre los que reconoció a James Douglas y al conde de Moray. Dio órdenes de que los hombres estuvieran alerta por lo que pudiera suceder y él mismo se armó con la espada al cinto. Sus más allegados hicieron lo propio poniéndose cotas de malla y corazas de cuero. Se armaron deprisa como si fueran a presentar batalla. El jefe del clan no se fiaba de esa repentina aparición. ¿Qué diablos hacía Bruce lejos de la corte? Sin duda que era una locura y una temeridad por su parte dados los tiempos que corrían.

      William se sentía más nervioso a medida que se acercaban a la casa señorial del clan Murray. O tal vez se tratase de la curiosidad que despertaba en él conocer a la hija del jefe del clan. Iba escrutando los rostros de las mujeres y muchachas en edad de casarse, que iba encontrándose a su paso. Pero era algo absurdo hacerlo puesto que su futura prometida estaría dentro de la casa del clan. De manera que tendría que esperar un poco más para conocerla. Eso si Archibald Murray accedía

      —¿Qué habéis venido a hacer a mis tierras? Sabed que estamos dispuestos a repeler cualquier ataque por vuestra parte —El tono frío y autoritario de Archibald Murray y su pose defensiva con la mano cerrada en torno a la empuñadura de su espada, así lo manifestaba.

      —No he venido a pelear, sino todo lo contrario.

      —Y por ese motivo os escoltan tantos hombres de armas —le comentó haciendo un gesto con el mentón hacia el nutrido grupo de caballeros montados a caballo y a pie.

      —He venido a haceros una propuesta. La escolta es lógica en estos días. Hemos pasado cerca de Stirling, y ya sabéis que está bajo dominio inglés.

      —No quiero saber nada de vos. Volveros por dónde habéis venido antes de que ordene a mis hombres que os hagan prisioneros.

      Aquellas palabras provocaron un ligero revuelo entre los hombres que acompañaban al rey. James Douglas observó por el rabillo de su ojo a su hijo como dirigía su mano hacia la empuñadura de su espada.

      —Quieto —le ordenó deteniendo su brazo y mirándolo con autoridad—. ¿Piensa que tu prometida puede estar viéndote? ¿Qué imagen pretendes causarle si desenvainas la espada ante su padre?

      William apretó los dientes y devolvió una mirada de incomprensión a su padre. ¿Quería que se quedara quieto sin hacer nada?

      —¿Qué me importa ella si el jefe de los Murray pretende atacar al rey?

      —¿Quieres abrir un nuevo frente contra tu futuro suegro? Es la hora de la negociación. No de emplear la espada. Ya tendrás tiempo cuando entremos en Stirling y sitiemos el castillo.

      William movió la cabeza sin comprender a su padre. Frunció el ceño y apretó las manos alrededor de las riendas de su caballo. Decidió prestar atención a la conversación del rey con Archibald Murray.

      —No habéis escuchado mi proposición todavía —le dijo Bruce descendiendo de su caballo para quedar frente al jefe Murray.

      —Os repito que nada de lo que…

      —Imagino que sabréis que a estas alturas sabréis que Stirling es la única fortaleza que resta en manos de Eduardo. El resto de los castillos han cambiado de manos y ahora pertenecen a los escoceses.

      —Sí, no soy sordo a los comentarios que circulan. Pero os olvidáis de Berwick en la frontera. Sabéis tan bien como yo que Eduardo I, padre del actual rey inglés, lo tomó sin ninguna contemplación y anunció que abdicaba del trono escocés en favor de John Balliol. Y que años más tarde lo retomó y se autoproclamó rey de Escocia. Pero eso es algo que vos ya sabéis. Y vos me habláis de tomar Stirling y su castillo.

      Archibald no pudo evitar reírse de aquella supuesta propuesta.

      —Veo que conocéis muy bien la historia de nuestra nación. Pero yo he venido a solicitaros ayuda para arrebatarle Stirling a los ingleses. Ya nos ocuparemos de Berwick en su momento —le aseguró convencido de que así sería.

      —O sois un loco o un necio por venir hasta aquí para hacerme esa proposición. Se os ha olvidado que os negué mi apoyo cuando asesinasteis a Comyn. —Archibald se encaró con Robert Bruce para dejarle clara su postura.

      —Os