Название | Heredera por sorpresa |
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Автор произведения | Diana Ma |
Жанр | Книги для детей: прочее |
Серия | |
Издательство | Книги для детей: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418509223 |
Sara Li tiene una hermana, abuelos por ambas partes y un montón de primos, tíos y tías. Algunos viven en Estados Unidos, otros en Taiwán y otros en China, pero lo importante es que los tiene. Lo cierto es que nunca he sentido envidia de sus notas ni de sus premios, pero sí que estoy celosa de su familia, llena de hermanos y parientes. Yo no tengo a nadie más que a papá y mamá, por eso sospecho que la razón por la que no puedo ir a Pekín no tiene nada que ver con acosadores, delincuentes, la mafia o la contaminación del aire.
Tiene relación con la familia de mamá.
Papá, al menos, habla de la suya… o de la ausencia de ella. Es huérfano. He intentado preguntarle a él por qué no puedo ir a Pekín, pero eso tampoco funciona. Papá no permanece en silencio como mamá, pero sí que me mira con los ojos muy abiertos, con pánico, y me otorga un confuso «habla con tu madre» mientras huye de mí.
Por fin, mi madre habla:
—Haz lo que quieras con tu vida —añade con frialdad—. Pero no pongas un pie en Pekín. No tienes ni idea de lo que pasará si lo haces.
Repite lo mismo en un chino lento y preciso. Luego cuelga.
Se me forma un nudo en el estómago. Aquí estoy, de pie, sola en medio del boulevard Washington después de haber fracasado en un casting.
Y ahora me siento aún peor tras haber hablado con mi madre. La ira se apodera de mí. ¿Por qué mencionar Pekín supone un problema? Me enfurece todavía más pensar en que volverá a llamar dentro de una semana y actuará como si no hubiera pasado nada, como si el tema de Pekín nunca hubiera surgido. Dentro de poco, volverá a recordarme lo que me estoy perdiendo por no ir a la universidad. Como si ella supiera a la perfección lo que es mejor para mí.
Sin embargo, lo cierto es que mi madre no me entiende. Cree que soy demasiado impulsiva porque todas las decisiones que ella ha tomado en su vida son muy lógicas. Incluso Sara Li tiene una vena rebelde, pero mi madre no. Ella nunca se ha desviado del camino convencional hacia el éxito. Estoy segura de que nunca ha tomado una decisión precipitada en su vida, y quiere que yo siga sus pasos. Sin embargo, no me parezco a ella en absoluto.
Los coches pasan a toda velocidad por la concurrida carretera, lo que subraya que soy la única que no tiene adónde ir.
Capítulo 5
La multitud a mi alrededor grita en una sala de conciertos con mala ventilación mientras el desaliñado cantante de un grupo indie del que nunca he oído hablar canta una canción a pleno pulmón. Ken, Glory y Camille se divierten. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de mí, pero a estas alturas ya me he resignado a que mis amigos y mi nuevo novio me arrastren a pequeños y oscuros clubes que requieren que cuente con un carné falso. Al menos, la parte del carné fue sencilla. Para conseguir uno solo tuve que pedirle a Sara Li que me diera su viejo carné de conducir y conseguir uno nuevo; le reembolsé la tarifa de remplazo, y eso fue todo. El hecho de que no me parezca en nada a Sara no importa, el portero del club de esta noche ni siquiera ha parpadeado cuando ha comprobado mi identificación.
Camille dice que tengo «suerte», pero yo no lo veo así. Al fin y al cabo, la ignorancia de la gente blanca no suele beneficiarme.
Si ver a este grupo en directo supone una ventaja, genial. El chillido del vocalista desgarra el ambiente cargado del interior del club. Entonces, alguien me golpea por accidente y me derrama cerveza fría sobre el brazo. Hago una mueca de dolor e intento apartarme, pero no puedo moverme. Por una vez, me gustaría ir a algún lugar donde pueda moverme más de un centímetro sin tocar el sudoroso pecho de un desconocido, y tampoco me importaría escuchar a un grupo con letras inteligibles.
«Llévate tapones si vas a un concierto de rock, Gemma. Cuídate los oídos». Antes de salir de casa, mamá me ha atosigado a consejos, como si yo fuera un frágil jarrón al que hay que envolver en papel de burbujas antes de transportarlo. Aun así, es bueno saber que el hecho de que me quiten la ayuda económica no significa que se acaben los consejos parentales, aunque haya ignorado la mayoría de ellos, incluido el de cuidar mis oídos. No voy a ser la pringada que se lleva tapones a un concierto.
Pero ¿y si mamá me lo hubiera dicho en inglés para asegurarse de que lo entendía y me hubiera repetido exactamente lo mismo en chino para darle más énfasis? En ese caso, me estaría metiendo cilindros de espuma de color naranja en los oídos, sin importar lo que pensaran los demás. Parecer poco sofisticada no es nada comparado con ignorar ese tipo de advertencia. Porque eso es un DEFCON 1 para mamá. Vida o muerte.
Glory y Camille están demasiado inmersas en la música para darse cuenta de que una multitud de fans emocionadas que intentan acercarse al escenario me están apartando a codazos, pero Ken sí que se percata. Me rodea con un brazo de forma protectora, y el roce es tan agradable y me provoca tal hormigueo que no me quejo al sentir más calor y estar más pegajosa por la calidez de su cuerpo.
El grupo termina por fin, y la multitud empieza a alejarse de la pista y a dirigirse a la barra. Me zumban los oídos, así que, al principio, no me doy cuenta de que el teléfono, que está en mi bolsillo trasero, está sonando. ¿Quién me llama un sábado casi a medianoche? Saco el teléfono y miro la pantalla. Entonces el mundo se para y dejo de respirar: es mi agente.
Contesto a la llamada a cámara lenta.
—Hola, Laura —chillo.
Ken deja caer el brazo de mis hombros y Glory y Camille se apartan del escenario para mirarme. No saben lo del casting de Butterfly. ¿Para qué iba a hablarles de todas las audiciones con pocas posibilidades si luego todo acaba en decepción? Sin embargo, eso no impide que la esperanza se me acumule en el pecho.
—¿Estás sentada, Gemma? —pregunta Laura.
—Sí —miento, con las pantorrillas y los pies doloridos por haber estado bailando durante horas en el duro suelo de cemento. Ahora respiro con dificultad. Podría ser… Esta podría ser mi oportunidad.
—Bien. —La emoción se refleja en su voz—. ¡Porque tú, Gemma Huang, acabas de ser elegida para el papel principal de Sonia Li!
Se me para el corazón en el pecho y las rodillas me flaquean; ahora desearía estar sentada.
—Guau —susurro asombrada. Ken, Glory y Camille se acercan para escuchar, y yo doy un paso hacia atrás—. ¿Acabas de decir papel principal? —La incredulidad y la emoción me sacuden el corazón y hacen que me lata de forma dolorosa. Creía que Sonia era un papel secundario. La escena que leí me hizo pensar que era la exnovia del protagonista masculino blanco—. Te refieres a Butterfly, la nueva versión actualizada de M. Butterfly para la que hice la audición, ¿verdad?
Camille jadea mientras se lleva una mano al pecho con dramatismo y Glory hace un pequeño baile de la victoria, pero Ken no reacciona. Una punzada de inquietud me recorre la columna vertebral, pero, maldita sea, por fin me han ofrecido un papel, así que la reacción de Ken debería ser la última de mis preocupaciones.
—A no ser que haya algún otro casting del que yo no sepa nada. —Laura se ríe—. Sí, Butterfly, ¡y, sí, es el papel principal! —Hace una pausa, y oigo papeles moverse de fondo, quizás sean sus notas—. La productora necesita que envíes una copia de tu pasaporte para que podamos conseguirte un visado lo antes posible, el rodaje en China comienza en dos semanas.
La alegría que me recorre el cuerpo se congela de repente y un gélido pavor me apuñala el estómago… China. Estaba tan segura de que no conseguiría el papel que no presté demasiada atención al lugar donde se iba a rodar la película.
—¿Sabes en qué ciudad?
«Que no sea Pekín. Que no sea Pekín». La advertencia de mamá sobre no ir a Pekín ni siquiera se puede clasificar como un consejo materno, sino que sobrepasa todos los límites. Más que la vida o