Heredera por sorpresa. Diana Ma

Читать онлайн.
Название Heredera por sorpresa
Автор произведения Diana Ma
Жанр Книги для детей: прочее
Серия
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9788418509223



Скачать книгу

pierde.

      Jake vuelve a dirigirme una mirada dispersa.

      La boca de Eilene se curva en una sonrisa.

       —Bu cuo.

      —¿Qué has dicho? —pregunta Jake a Eilene. Ahora suena un poco menos aburrido.

      —Que no se equivoca —responde ella con calma.

      Eso es lo que bu cuo significa literalmente en chino, pero en el uso común significa «no está mal», como una forma de elogio que se pierde en la traducción. Los padres chinos tienen la mala fama de ser escuetos con las alabanzas, pero, en realidad, un bu cuo chino mesurado vale más que cien «muy bien» estadounidenses casuales. Y eso es lo que hace que la esperanza se prenda en mi interior como una pequeña estrella ardiente.

      Eilene se dirige a mí:

      —Volvamos a hacerlo desde el principio. ¿Te parece bien, Gemma?

      —Claro —exclamo, aterrada ante la idea de meter la pata de nuevo. ¿Cómo voy a interpretar a Sonia de forma convincente?

      Jake se encoge de hombros y retoma sus frases. Cuando empieza de nuevo y llama a Sonia «pequeña mariposa», me viene a la cabeza una escena de M. Butterfly, quizá porque ya conozco la obra de memoria. Uno de los personajes asegura que solo un hombre podría interpretar a la perfecta mujer asiática de forma convincente porque ella no es real, sino un objeto de la fantasía masculina.

      Bien. «Piensa en la fantasía, Gemma, no en la realidad». Interpreto mis líneas sobre ir a los confines de la tierra por Ryan y, esta vez, lo hago mejor. Al menos, no siento náuseas.

      Jake lee las suyas:

      —Este es mi hotel. Entra y nos quitaremos esta ropa mojada.

      Me arde la cara cuando me come con los ojos por encima del papel. Incluso aburrido como una ostra, se las ingenia para mirar de forma lasciva; estoy segura de que es un acto reflejo.

      He conocido a hombres como Jake y me sé sus fantasías: antiguos secretos eróticos y risitas tímidas, sexo y modestia, todo envuelto en un paquete imposible. Me había equivocado al evaluar a las otras mujeres en la sala de espera. Julie, Vivienne, yo… Ninguna de nosotras puede ser la mujer que esperan, porque no es real. Pero yo no tengo que serlo, solo tengo que interpretar ese papel, y ya es hora de que recuerde qué es ser una actriz. Mi voz suena aguda y entrecortada mientras miro de manera recatada a Jake por debajo de las pestañas.

      —Cuidado, Ryan. Quizá te lleves una sorpresa. —Dejo que un leve tono de advertencia se filtre a través de mi voz.

      Se endereza y sus ojos reflejan interés mientras pronuncia sus siguientes líneas.

      Eilene me dedica una sonrisa de aprobación y se acomoda en la silla.

      Termino la escena, ignorando las indicaciones de despedirme de Ryan con anhelo. Yo no me sentiría así si un exnovio se me insinuara con unas frases vomitivas, diciendo cosas como «pequeña mariposa» y que siempre estará pendiente de mí. En su lugar, leo las frases con aire descarado, como si quisiera echar de mi vida a mi ex.

      Cuando termino, parece que tanto a Eilene como a Jake les ha gustado cómo he interpretado la escena. Me hacen repetirla, y esta vez las cámaras lo graban. Luego, rodamos otra escena. Para cuando los dos directores me dicen que se pondrán en contacto conmigo, llevo aquí tanto tiempo como Vivienne, lo cual es buena señal, ¿no? Mientras salgo de nuevo hacia la sala de espera, me siento bien con cómo ha ido la prueba.

      Me despido de la recepcionista con la mano y, cuando estoy a punto de irme, oigo la voz de Jake al otro lado de esas finas paredes:

      —Ha ido mejor de lo que esperaba. —Me siento esperanzada por un breve y alegre momento hasta que agrega—: Pero Vivienne sigue siendo la opción clara.

      Siento un nudo en el estómago y dejo caer los hombros. «Bueno, adiós a otra oportunidad de pagar el alquiler». Al menos he conocido a Eilene Deng, algo es algo. Pero habría estado bien conocer a mi heroína en otras circunstancias, por ejemplo, no fracasando en un casting.

      Capítulo 4

      Mi teléfono suena justo cuando salgo del edificio del casting. Es mi madre. Supongo que su sentido arácnido le ha indicado que era un buen momento para llamar. Suspiro y respondo.

      —Hola, mamá.

      —Gemma, soy mamá —dice mi madre. No es que no entienda cómo funciona el identificador de llamadas, sino que cree que es necesario anunciar quién es al principio de cada llamada.

      —Lo sé, mamá.

      Hablamos un rato y me lo cuenta todo sobre los hijos de sus amigas, que están en la universidad forjando un camino hacia el éxito y, al parecer, pasando el mejor momento de sus vidas. «Qué sutil».

      —Mamá, se llama año sabático. Mucha gente se toma uno antes de ir a la universidad. ¡No es para tanto que quiera descansar un año antes de empezar la carrera!

      —¿Recuerdas lo que ocurrió el verano pasado? Dijiste que ya no querías trabajar en el museo, que ibas a buscar otro trabajo, pero no lo hiciste.

      —¡Trabajé durante dos veranos en tu museo y los fines de semana durante el curso! Necesitaba un descanso. —Paseo por la acera y tengo que obligarme a parar porque estoy llamando la atención de la gente que pasa—. Además, el verano pasado participé en una obra de teatro.

      Resopla tan fuerte que puedo oírla.

      —Los ensayos y las funciones eran por la noche. Así que podrías haber conseguido un trabajo, pero te pasabas todo el día en el sofá viendo esa serie.

      Hay que reconocer que la miniserie La emperatriz de China, de noventa y seis episodios, requiere una gran cantidad de tiempo y dedicación.

      —Esa serie era un drama chino, que a ti te encantan, y la protagonizaba Fan Bingbing, tu actriz favorita —le recuerdo con rigidez—. Pensé que querrías verla conmigo.

      En realidad, había contado con ello porque mi chino es tan básico que tendría suerte de entender la mitad de lo que pasaba sin ella. Al final, mamá aceptó verla conmigo, pero solo para criticarla. Cuando era pequeña, mamá, papá y yo hacíamos maratones de dramas chinos, pero eso era antes de que decidiese que quería ser una actriz de verdad. Ahora, cualquier cosa que alimente ese sueño, de repente, supone una pérdida de tiempo.

      —¡Esa serie no representa para nada la vida de la emperatriz Wu Zetian!

      Mamá tiene más conocimientos de la historia de China que una persona común gracias a su licenciatura en Historia del Arte y a su interés por la cultura china, pero, como Wu Zetian vivió hace miles de años, ni mamá ni cualquier otra persona pueden saber de verdad cómo era la emperatriz de verdad. Además, la inexactitud histórica nunca le ha impedido disfrutar de los dramas chinos sobre monjes voladores y doncellas guerreras mágicas.

      —¡Creo que la serie hizo un buen trabajo! Al menos no retrató a Wu Zetian como una ramera de la corte sin corazón que mató a su propia hija para inculpar a una rival.

      La mujer que pasa junto a mí en la acera me mira alarmada. Le dedico una sonrisa que dice: «De verdad, soy una persona totalmente normal que solo está hablando de rameras de la corte y de infanticidios en una calle pública muy concurrida». La mujer se apresura sin mirarme a los ojos. Bajo la voz:

      —Pensé que apreciarías una representación de Wu Zetian como una madre que llora el asesinato de su hija en lugar de una emperatriz sedienta de sangre.

      —Por favor —responde mamá con desdén—. ¡Hicieron que Wu Zetian pareciera una inocente enamorada que dejaba que todos la pisotearan! Esa chica no podría haber dirigido una casa, ni mucho menos un país entero.

      Coincido con ella. La emperatriz Wu no fue la única mujer gobernante de China por ser la damisela en apuros que La emperatriz de China