Heredera por sorpresa. Diana Ma

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Название Heredera por sorpresa
Автор произведения Diana Ma
Жанр Книги для детей: прочее
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Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9788418509223



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una reacción negativa por parte del público. —Esta vez, los extremos de su sonrisa resultan afilados—. Me trajeron para que tuviera… —Hace una pausa, como si estuviera buscando una frase políticamente correcta para describirlo.

      —Una participación simbólica —termino la frase por ella—. Te trajeron para darle autenticidad a la película.

      Hago un gesto en el aire con los dedos que imita unas comillas cuando digo la palabra «autenticidad».

      Arquea las cejas.

      —Ah, lo entiendes. Quizá también comprendas que quería una actriz estadounidense de origen chino para el papel.

      Recuerdo que Jake le preguntó a Eilene: «¿Qué importa eso?» después de la audición de Vivienne, y ella respondió: «¿No estoy aquí por eso? ¿Para decirte lo que importa?». Todo encaja. Vivienne es estadounidense de origen vietnamita, y lo más probable es que Eilene le dijera a Jake que es importante que una actriz estadounidense de origen chino interprete a un personaje de los mismos orígenes. Y, por supuesto, Jake no entendió el porqué. Tal vez pensara que todos los asiáticos somos iguales.

      —¿Fui la única actriz chinoestadounidense que consiguió una segunda prueba?

      —No, de hecho —contesta Eilene—, de las otras dos actrices que se presentaban para el papel, una era vietnamita y la otra era china, como tú. Pero tú eras a quien yo quería. —Se inclina hacia delante y me mira fijamente—. Entiendes el personaje de Sonia.

      Me remuevo incómoda en el lujoso sofá de cuero. De ninguna manera puedo confesar lo que de verdad pienso del personaje de Sonia.

      —Ah, claro.

      —Y, al entender a Sonia —continúa, sin apartar los ojos de los míos—, comprendes por qué necesita cambiar.

      El camarero llega con una incesante procesión de platos pequeños. La comida que tenemos ante nosotras es magnífica, pero no puedo concentrarme en la impresionante variedad gastronómica porque todavía estoy asimilando lo que acaba de decir Eilene.

      Cuando el camarero se marcha, le pregunto:

      —Así que… ¿qué esperas que haga exactamente?

      En lugar de responder, Eilene utiliza sus palillos chinos para deslizar en mi plato un trozo de pescado rojo brillante adornado de forma muy bonita.

      —Las actrices asiáticas no lo tenemos fácil, a veces tenemos que comprometernos a ciertas cosas para conseguir papeles. —Hace una mueca amarga—. Quizá pensar que te estás vendiendo te haga sentir mejor.

      Se sirve a sí misma.

      —Y, aun así, una vez una actriz de Hollywood, de cualquier origen, no solo asiático, alcanza cierta edad, los papeles escasean.

      —Todavía debe de haber roles para alguien como tú, alguien con tu talento. —Hago una mueca de asombro, porque eso es muy ingenuo y, en realidad, sé que no es así.

      Eilene rechaza mi comentario con un gesto de la mano:

      —De todos modos, ya era hora de pasar página. —Me hace una seña para que coma—. Siempre he querido dirigir, pero el problema es que nadie quería arriesgarse conmigo. Entonces llegó esta película, y necesitaban a un codirector chino para… lograr autenticidad…, como has dicho con tanta exactitud. —Deja los palillos sin probar bocado—. El problema es que Butterfly es una completa estupidez.

      El sashimi es suave como la mantequilla y lo agradezco, , de lo contrario, me habría atragantado mientras comía al oír las palabras de Eilene.

      —¿Estupidez? —repito en voz baja.

      —Vamos, no finjas que no lo es —añade con una sonrisa—. Aunque entiendo por qué vacilas a la hora de decir lo que piensas. Yo también fui una actriz joven como tú. En esta industria no es fácil mantenerse fiel a una misma, en especial si eres una mujer asiática, pero es lo que hay que hacer para llegar a ser una gran actriz, de verdad.

      Asiento y, a duras penas, consigo no comportarme como una empollona y tomar apuntes en mi teléfono sobre lo que está diciendo.

      —Necesito que esta película salga adelante. Y, al paso al que va ahora, parece que no va a ocurrir —explica en voz baja—. Así que, con respecto a lo que quiero que hagas: quiero que te conviertas en una gran actriz.

      Eso es fácil decirlo, pero no hacerlo. Además…, ¿a qué se refiere con eso?

      Levanta su copa hacia mí.

      —Juntas nos haremos con esta película.

      Oh, mierda. No sé lo que esperaba, pero no era esto. Eilene Deng me está pidiendo que me «apodere» de Butterfly con ella.

      Capítulo 7

      En cuanto aterrizo en Pekín, desactivo el modo avión del móvil y aparecen las notificaciones de mensajes de texto. Ken, Glory y Camille me desean suerte, pero no tengo tiempo de responderles ahora mismo. En su lugar, reviso los correos electrónicos y mis sospechas se confirman. Solo he pasado trece horas en el avión y mis padres ya me han enviado tres correos electrónicos. El de mi padre contiene el enlace a un artículo sobre el amor y el dinero; me manda artículos aleatorios, sin contexto ni mensaje, por suerte, sin la esperanza de recibir una respuesta. Otro es de mi madre y anuncia que los dos quieren venir a visitarme la semana que viene. El pánico hace que se me nuble la vista y un sudor frío me cubre la frente.

      La pasajera del asiento de la ventanilla, una mujer blanca estadounidense, se aparta de mí. No me molesto en aclarar que, si me fuera a marear, habría sido mientras estábamos en el aire y no cuando ya hemos aterrizado. Ahora que lo pienso, siento náuseas al pensar en la visita de mis padres. Tal vez la mujer tenga un motivo para preocuparse de que vomite sobre su bonita blusa de color pastel.

      A mi otro lado, el señor mayor chino del asiento del pasillo sonríe de forma tranquilizadora. La mayoría de los pasajeros son estadounidenses como yo, pero este hombre es chino y solo habla un poco de inglés. Mi nivel de chino es mejor que el suyo de inglés, pero no podría calificarlo como fluido.

      Sin embargo, a pesar de la barrera del idioma, nos las hemos arreglado para mantener una pequeña conversación que básicamente ha consistido en enseñarme un centenar de fotos de su nieta la mayor parte del tiempo. Entonces, yo he exclamado: «¡Zhen ke ai!» con mi acento americano. «¡Qué mona!» es casi lo único que he dicho durante el vuelo. Aun así me ha felicitado por mi chino y ha dicho que es bastante bueno para una china nacida en Estados Unidos.

      Ahora suelta un rápido torrente de palabras en chino, del que solo comprendo algunos términos y frases. Dao, que es «llegó». Fei ji significa «avión». Y mei shi es «no te preocupes». Contra todo pronóstico, mis hombros, tensos, por fin se relajan. No importa que este hombre de amables arrugas alrededor de los ojos no tenga ni idea de lo que de verdad me preocupa. Hay algo que me reconforta siempre que escucho mei shi, las mismas palabras que mis padres me han murmurado toda la vida y que me ofrecían consuelo para todo, desde una rodilla raspada hasta una pelea con una amiga.

      —Xie xie. Wo mei shi. —Le doy las gracias y le aseguro que estoy bien.

      Selecciono el último correo electrónico de mamá y vuelvo a tensarme de golpe. Quiere saber por qué no he respondido todavía y me envía un posible itinerario de viaje.

      Empiezo a hiperventilar y jadear con la respiración entrecortada. El amable hombre frunce el ceño y tengo suerte de que no me ponga en las manos una bolsa de papel por si vomito. Las palabras que aparecen en la parte superior del itinerario me hacen aferrarme al teléfono con un miedo atroz. «Billete económico». Eso significa que no son reembolsables, por lo que, después de que mis padres los compren, hará falta un pequeño milagro para evitar que me visiten, porque ni de broma van a echar a perder dos billetes de avión. No es que no puedan permitírselo, sino que no malgastan dinero.

      Esto no pinta