Название | Robar el fuego |
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Автор произведения | Faundo Arena |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877477580 |
Este camino podemos verlo claramente no solo en los cuentos de hadas sino también en los grandes referentes de nuestra historia. Ahora bien… ¿qué tal si lo buscamos en nuestra vida? ¿Qué tal si decidimos elegir nuestras propias aventuras? Aquí es donde aparece lo interesante. Si hacemos un pequeño análisis retrospectivo, todos y cada uno de nosotros encontraremos pequeñas experiencias, “aventuras” que nos convirtieron en pequeños héroes o heroínas de nuestras vidas. Y no me estoy refiriendo a cosas sobrenaturales o maravillosas. Me refiero a cosas cotidianas que nos obligaron a recorrer un camino hasta convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.
El primer día de escuela teníamos miedo de soltar a mamá, el lugar no se veía como nuestro hogar, estaba atestado de niños que tenían costumbres distintas a las nuestras y todo era incierto y hasta temeroso para muchos de nosotros. Pero entonces, a fuerza de asistir a clases y animarnos a relacionarnos con nuestros compañeros, vivimos todo tipo de momentos y aventuras que enriquecieron nuestros años de formación. Al finalizar la escuela, crecimos, no solo en conocimiento sino en experiencia. Sale de la escuela una versión evolucionada de mí respecto a la que ingresó. ¡He aquí un pequeño acto heroico!
Veamos otro ejemplo: Aprendimos a conducir un auto y de a poco nos animamos a recorrer la ciudad, visitar nuevos lugares y así expandir nuestra visión del mundo conocido. Entonces, un día aparece un hecho inesperado: nuestro auto tiene una avería y se queda parado en medio de la calle. ¡Miedo! ¿Quién puede ayudarme? Se nos llena el cuerpo de nervios, buscamos ayuda en nuestro seguro que algunas horas después aparece para remolcarnos hasta casa. Días después el auto es arreglado en el taller y podemos retomar nuestro ritmo de vida habitual. Superamos un pequeño desafío y seguramente tomaremos los recaudos necesarios para que no vuelva a suceder. Pero la próxima vez que suceda (y dalo por seguro, sucederá), una versión evolucionada de nosotros se hará cargo del asunto y el miedo y los nervios es posible que ya no tengan tanto efecto sobre nosotros.
Crecemos a fuerza de exponernos a lo desconocido. ¡Nos fortalecemos a fuerza de exponernos a lo inesperado! Lo repetiré una y otra vez en este libro. Ya sea que estemos exponiéndonos a una gran aventura, o un simple problema doméstico, es solo a través de nuestra actitud de asumir la experiencia y atravesarla que nos convertiremos en seres evolucionados, mejor preparados para las vicisitudes futuras. Quien evita exponerse a lo inesperado, pospone su crecimiento. Y quien pospone su crecimiento… se pospone a sí mismo: nunca sabrá realmente quién es y de qué es capaz.
La variable inevitable
Antes de continuar me gustaría detenerme por un momento sobre una variable en esta ecuación que quizás estés pensando que quiero evitar, pero no lo haré: el sufrimiento.
“¡Ey! ¡Evitamos lo inesperado porque no queremos sufrir! ¡Sufrir es horrible!”.
Verdad. El sufrimiento es feo, ¿quién quiere sufrir? ¿quién quiere pasarla mal en esta vida? ¡Nadie en su sano juicio! Sin embargo… ¿es posible llevar adelante una vida sin dolores? Probablemente no. Porque el dolor es una condición tan humana como la felicidad. Pero cuando se trata de trazar planes de acción para evitar el dolor, la estrategia de minimizar la exposición a lo inesperado puede tener consecuencias terribles. Veámoslo de esta manera, cuando evitamos exponernos a lo inesperado canjeamos la posibilidad de un dolor (que tiene principio y fin, como todo en esta vida) por un sufrimiento más “light” y subyacente, ese que sobreviene cuando tenemos una vida monótona y aburrida, sin desafíos, sin oportunidades para revelar lo que verdaderamente somos capaces de ofrecer. Un sufrimiento que no tiene mucha prensa ni visibilidad, porque solemos taparlo con consumo, series y hábitos improductivos como chequear doscientas veces por día el celular. La desmotivación, la falta de ganas, el aburrimiento excesivo, la falta de ideas, la carencia de entusiasmo son todas formas de sufrimiento subyacente que pueden apagar la luz de nuestros días hasta opacar la vida por completo. Algunas personas atraviesan periodos de crisis que las llevan a tomar determinaciones hacia caminos inesperados. En el medio sufren, se superan, aprenden y se convierten en personas evolucionadas y fortalecidas. Otras, hacen todo lo posible por evitar las crisis minimizando la exposición a nuevas aventuras. Esas son las que se pasan la vida mirando por YouTube como el resto vive… pero pensando muy de vez en cuando, quizás, si la vida no les deparará “algo más” para ellos también.
El sufrimiento es tan real como la vida misma y sucederá. Podemos levantar muros y vallados para evitar las situaciones que nos generan dolor “desde afuera”, pero nada podemos hacer con el sufrimiento que surge desde adentro. Si no somos sinceros, honestos y pacientes con nosotros mismos, entonces estaremos generando nuestro propio sufrimiento y en nuestro universo interior no hay demasiados muros que nos protejan. Todos sabemos que dentro de cada uno de nosotros se encuentra nuestra versión más vulnerable. ¡Y está bien que así sea! Porque es esa vulnerabilidad la que nos permite conectarnos con nosotros mismos y con el mundo. Ser sensibles a lo que sucede, a lo que nos sucede y hacer algo con ello. Aunque intentemos mostrarnos fuertes e inquebrantables, lo cierto es que todos somos vulnerables y permeables a las diversas experiencias de la vida y, quienes no puedan percibir esta realidad, estarán sencillamente cerrando sus ojos a la maravilla de la existencia humana.
En definitiva, la cuestión no se limita a si sufrimos o no. Sufrimos, hemos sufrido y sufriremos. ¡Lo llevamos prácticamente codificado en los genes! Hace miles de años, cuando los seres humanos andábamos descalzos y en contacto directo con la naturaleza, era una tarea fundamental para nosotros salir a cazar/recolectar para obtener alimento. Más de una vez se nos habrá cruzado alguna bestia como un oso o un lobo, y ahí nuestro mecanismo de supervivencia nos incentivó a correr, escondernos en la cueva y quedarnos quietos a oscuras y en silencio, quizás por días, esperando a que el peligro pasara. Hoy, cuando andamos por la vida y alguien o algo se nos presenta como una amenaza (una crítica de un jefe, un amor que nos deja, un proyecto que fracasa, algo que no sale como soñamos) hacemos exactamente lo mismo: nos refugiamos en nuestro cuarto y nos quedamos muchas veces a oscuras, a solas con nuestros pensamientos, quizás por días, hasta lograr reponer nuestras energías y nuestras fuerzas para volver a salir a la vida. Así manejamos el asunto; forma parte de nuestra naturaleza humana.
Ahora bien, ¿qué tal si hay algo de valor en el sufrimiento? ¿Qué tal si podemos poner el sufrimiento al servicio de algo más? Todos nuestros dolores, nuestros miedos, nuestros bloqueos, nuestras dudas e incertidumbres frente a lo misterioso pueden ser bien utilizados en función de recalcular la dirección de nuestra vida. “Si hay miedo, por ahí es el asunto” dice un viejo dicho popular. Si sufro, si temo, si algo me bloquea es porque algo de todo eso tocó algo roto en mí. ¡Ay, cómo duele! Lloro, me recluyo, me enojo, descanso, me voy reponiendo un poco cada día y me hago la pregunta del millón:
¿Cómo puedo arreglar esta parte rota mía de forma tal que en el futuro pueda atravesar mejor estos hechos que me hacen sufrir?
El mito del robo del fuego
Algo absolutamente fascinante de la historia de la humanidad son sus mitos; historias y leyendas que se pasan boca a boca por generaciones en las diversas culturas del mundo y que por lo general ocultan alguna sabiduría esencial que nos ayuda a avanzar en la vida. Al estudiar la mitología universal, descubrimos que hay mitos muy similares, incluso entre culturas distantes. Eso nos habla de una sabiduría esencial en el ser humano que se revela de manera completamente natural.
Uno de esos mitos es el del “robo del fuego”, al cual podemos acceder a través de la mitología griega