Название | No me olviden |
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Автор произведения | Rodrigo Fica |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789560950611 |
Además, otro factor rara vez comentado, que existen serias sospechas que los suicidios han estado encubiertamente presente en un número no marginal de conocidos accidentes de montaña que, hasta ahora, han sido explicados vía otras causales (como, por ejemplo, el frío o las caídas). Lo que significa que, si se decidiera no incluirlos en la recopilación, entonces habría que llevar a cabo un ejercicio de re-investigación para dilucidar cuáles de estos históricos eventos efectivamente no fueron suicidios y cuales sí; para luego proceder a descartar estos últimos (o de lo contrario el recuento quedaría inconsistente). Sin embargo, sería demasiado optimista pretender que tal ejercicio entregaría resultados verosímiles, ya que determinar si una víctima tenía intenciones (veladas o no) de quitarse la vida mientras efectuaba una actividad al aire libre, es un asunto que plantea ingentes dificultades legales, sociales, informativas y humanas. Por no mencionar el problema que el objetivo último de tales pesquisas sería la emisión de un juicio tajante al respecto (fue suicidio, no fue suicidio); lo que es muy aventurado de realizar porque tal afirmación tendería a basarse en información circunstancial (dada la habitual falta de pruebas, registros o testigos).
No; excesivamente complejo. Así es que, para resolver este dilema, la aproximación más lógica fue simplemente incorporar a todos los accidentes. Hayan sido suicidios o no.
La octava consecuencia es acerca de otra característica que se exige a los ambientes de montaña en su definición: que sean regiones no controladas del paisaje geográfico (ver I.B.2).
Esta es una restricción importante que se origina en las diferencias que la sociedad debe hacer entre los dos tipos de entornos que hoy en día coexisten en el planeta: los controlados versus los salvajes. Conceptos cuya completa explicación no corresponde realizar aquí (aunque una aproximación se encuentra en IV.A.1), pero que se está obligado a utilizar ahora para diferenciar los verdaderos ambientes de montaña de aquellos otros que, a pesar de que también tienen desniveles, árboles, ríos y/o cerros, han de entenderse más bien como parques de diversiones en terreno (o, si gustan, estadios no urbanos). Lugares en los que se desarrollan actividades tales como canopy, paintball, equitación, bungee, bicicleta u otros similares; los cuales, dado el contexto en el que se realizan, esbozan una gravedad menor a la que se produce en los espacios salvajes, porque, en caso de accidentes, el apoyo que (se supone) existe en tales circunstancias es uno que pretende que la respuesta para asistir a los heridos se mida en minutos (y no en días como en, por ejemplo, el montañismo).
Dicho más formalmente, los anteriores no serían actos de interacción riesgosa ya que el factor “exposición” tendería a ser cero. Lo que, en resumen, justifica que no estén añadidos a la recopilación decesos como los del joven Alex Zamorano en un bike park (en la comuna de Los Lagos en el 2012) o los de Alejandra Hernández y Jenny Figueroa practicando canopy (la primera en Las Vizcachas en el 2013, la segunda en la zona del volcán Osorno en el 2018).
La novena consideración es que no hay ninguna razón conceptual para negar la inclusión de incidentes ocasionados en ambientes de montaña por agresiones; ya sean provenientes de otros seres humanos o bien animales. Los primeros representando una amenaza poco frecuente pero real (generalmente atracos en zona cercanas a las ciudades), los segundos tan difíciles de documentar que, de hecho, este trabajo no dio con ninguno (el caso de Eduardo Alarcón, cuyo deceso se debió al ataque de un puma en 1998 en la Región de Magallanes, no corresponde ya que sucedió mientras aquel hacía pesca deportiva a orillas del lago Sarmiento).
Y, para terminar (la décima y última consecuencia), la situación que plantean los accidentes sucedidos a rescatistas. Para lo cual primero se ha de entender lo siguiente: si una persona sufre un percance mientras efectúa una interacción riesgosa en un ambiente de montaña, eso no necesariamente implica que el hipotético y posterior procedimiento de ayuda funcionará bajo los mismos principios. Porque hay de todo; algunos serán realizados a pie o con animales, otros con cuanto vehículo aéreo, terrestre o naval esté disponible. Luego, si un socorrista muere en un operativo de rescate, tal caso será incluido o no en el estudio dependiendo de las características de su propio accionar (y no el del empleado por a quien se va a asistir). Por lo cual, sí aparecen mencionados en la recopilación los voluntarios fallecidos en el episodio del Paso Pehuenche en 1974 (Reinaldo Pérez y José Espinoza), pero no aquellos causados por la caída de un helicóptero de Carabineros de Chile en el volcán Osorno en 1987 (que provocó los decesos de Luis Malagüeño y Jean-Pierre Laude).
Esas serían, entonces, 10 de las más importantes implicancias que ocasiona aplicar este marco conceptual.
Resumidas en forma de lista son:
– La nacionalidad es irrelevante.
– Lo que importa es lo que la gente “hace”, no lo que “es”.
– Eventos acuáticos o aéreos no están considerados.
– Se excluyen erupciones volcánicas y terremotos.
– Se incorporan todas las muertes por derrumbes.
– No se consideran los accidentes de tránsito.
– Están incluidos los suicidios.
– Estadios no urbanos no son espacios salvajes.
– Se incluyen agresiones de personas y animales.
– Accidentes de rescatistas son evaluados según su propio accionar.
Como se puede comprender, esta lista podría ampliarse; sin embargo, con las ya señaladas es posible hacerse una idea de cómo funciona el criterio de esta investigación. Quedando ahora solo pendiente, para dar por cerrada la construcción del marco conceptual, especificar la estructura que se le da a la información reunida. Una tarea de agrupación y rotulación de los datos que permite realzar sus características en común, dar apropiada perspectiva a sus diferencias, facilitar el cálculo de estadísticas y, en suma, matizar la natural confusión que produce su inherente heterogeneidad.
3Adjetivo ("sólido") que no solo permite referirse a los eventos fatales sucedidos en “tierra”, sino que también a aquellos ocurridos sobre “nieve” o “hielo”.
4Las que, dicho sea de paso, explican por sí solas la casi totalidad de las más graves tragedias que han sucedido en nuestros ambientes de montaña: 9 víctimas en San Gabriel en 1930, 9 en el río Coya en 1912, 12 en Los Queltehues en 1926, 20 en El Teniente en 1914, 23 en Lo Valdés en 1953, 29 en Los Libertadores en 1984, 124 en Sewell en 1944, etcétera.
C. Estructura de Datos
1. Incidente
La información recopilada se organiza en torno a dos macro conceptos fundamentales: incidente y caso. El primero hace referencia al accidente mismo; el segundo, a las víctimas ocasionadas. Luego, a cada “incidente” le corresponderán tantos “casos” como víctimas mortales se hayan producido en él.
Por ejemplo, en 1980 una avalancha destruyó la instalación de una empresa subcontratista en el mineral El Indio y causó el deceso de 7 personas; por ende, aquí se genera 1 incidente y 7 casos.
Formalmente:
Incidente es la noción lógica que representa un evento que ocasiona muertes.
Declaración que deja establecido que su existencia no está vinculada al cumplimiento de la regla de inclusión de la recopilación. Es decir, hay incidentes que sí representan una fatalidad sucedida en un ambiente de montaña vinculado a Chile (debido a interacción riesgosa, entre 1900 y 2019); mientras que hay otros que no.
Los datos que describen un incidente pueden ser conceptuales (número, nombre y tipo) o tangibles (ubicación, fecha, reseña, fuentes y casos).