Название | No me olviden |
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Автор произведения | Rodrigo Fica |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789560950611 |
Una explicación que permite visualizar lo insuficiente que sería emplear aquí como regla de inclusión una que solo considerara los límites geopolíticos, requiriéndose en cambio utilizar un criterio más integral que vaya más allá de la situación espacial territorial e incorpore el factor de las directas consecuencias que un accidente puede causar a una comunidad.
A esta noción se le denominará “vinculación” y su participación en la componente respectiva se define de la siguiente manera:
Se dice que un ambiente de montaña está vinculado a un país cuando los eventos sucedidos en aquel tienen el potencial de provocar concretas repercusiones a este.
Declaración que a este trabajo le es útil pero que conlleva un problema: no permite cuantificar exactamente a partir de qué punto los efectos de estos eventos sucedidos fuera de nuestras fronteras (ya sean económicos, logísticos, humanos o, incluso, legales) serán lo suficientemente importantes como para justificar agregarlos a la investigación. En algunos incidentes serán mínimos o inexistentes; en otros, considerables. Lo que provoca que cada uno de ellos deba ser evaluado en su propio mérito, en un ejercicio de interpretación que indudablemente incrementa las chances de cometer errores.
Teniendo tal precaución presente, se decidió que accidentes sucedidos a connacionales en lugares distantes, tales como Himalaya o Europa, no fueran parte de la investigación porque, a pesar de que pueden provocar en Chile impactos mediáticos y emocionales, ellos no incidirán en lo que es el normal desenvolvimiento de la vida diaria. Algo así como, por ejemplo, que debido a alguna tragedia sucedida a compatriotas en un alejado continente... se prohibiera por algunos meses la práctica del montañismo en nuestras áreas silvestres protegidas.
Y en cuanto a la mencionada situación de Antártica, no se añadieron al estudio episodios como el de la desaparición del científico Carl Disch en 1965 en la base Byrd (al interior de la costa Bakutis), o la fatal caída a una grieta del noruego Jostein Helgestad en 1993 (en la Tierra de Coats); ambos por no haber vinculación efectiva de tales ambientes de montaña con nuestra nación. Que es distinto a lo que habitualmente sucede en el eje geográfico conformado por la Península Antártica, la Cordillera Centinela y el Polo Sur; un área de operaciones más natural a Chile y que explica por qué se incluyeron accidentes como el fallecimiento del francés Jean Gryzka en 1997 en el Macizo del Vinson (se desbarrancó junto a su trineo por sobre un sérac) o la caída del Capitán de Corbeta Pedro González en 1961 en la isla Greenwich, Península Antártica (mientras hacía observaciones glaciológicas en los alrededores del Pico López).
Esta regla, la de la “vinculación” de un ambiente de montaña a un país, también sirve para abordar otro caso especial: las zonas que rodean a los cerros Torre y Fitz Roy. Las cuales (y sin entrar en la discusión de qué pertenece a quién) deben ser vistas como áreas controladas por Argentina porque el acceso por Chile solo es posible vía el cruce de glaciares. Es decir, cualquier persona que desee visitar estos lugares ha de viajar, aprovisionarse, registrarse, contratar servicios y, en suma, permanecer una no despreciable cantidad de tiempo en Argentina. No siendo el fenómeno de la accidentabilidad una excepción a esta hegemonía, ya que en los hechos es esta nación la que se encarga de tal tema, sin que importe la soberanía que el mapa le asigna al punto donde pueda suceder una tragedia. Por lo tanto, no es un despropósito afirmar que tales sitios no están vinculados a nosotros y, como consecuencia, este estudio no incorpora a ninguna de las numerosas fatalidades que allí se han producido (Toni Egger, Horacio Bresba, Fabio Stedile, Bernardo Collares, Ched Kellog, Bryn Norman, Iñaki Cousirrat, Darío Möckli, Fabricio Amaral, Leandro Ianotta, Pascal Nähring, Fabio Giacomelli y tantos otros).
Por último, señalar que este criterio también permite darle un tratamiento más formal al problema que plantea el trazado de los límites de Chile. Un porcentaje apreciable del cual pasa directamente por extensos ambientes de montaña, instaurándose sobre ellos un dominio geopolítico compartido que, al ocurrir accidentes, causa dinámicas cruzadas entre los países involucrados. Por ejemplo, cuando uno de ellos solicita ayuda al otro para abordar las emergencias; o bien, cuando las personas deben realizar cruces de fronteras como parte propia de la actividad. Situaciones donde en ocasiones se establece suficiente conexión con nuestra comunidad como para justificar agregarlas al estudio; tales como el rescate de Malli Babu en el 2015 en el Tres Cruces (cuyo ascenso, a pesar de haberse desarrollado por la vertiente trasandina, desencadenó operativos de ayuda binacionales), o lo sucedido a Luis De Carlo en el 2006 en el volcán Lanín (una persona con vínculos, preparación y movilización por Chile pero que, incidentalmente, tuvo que cruzar a Argentina para encarar la ruta normal de este limítrofe cerro).
4. Interacción riesgosa
Esta noción no solo es la más complicada de explicar, sino que también, de seguro, la más controversial. Planteada coloquialmente, trata de lo siguiente: si el capítulo anterior se abocaba a contestar la pregunta del “¿Dónde?”, aquí es al “¿Haciendo qué?”.
Cuestión a la que, dadas las reflexiones realizadas en un comienzo, sería natural responder “¡montañismo!”. Lamentablemente, no es tan fácil como eso.
De partida, porque esta disciplina no es una monolítica expresión deportiva, sino más bien un superconjunto de diversas actividades que, sí, comparten importantes similitudes (siendo la más relevante su aproximación al concepto del riesgo), pero que también obedecen a diferentes dinámicas que generan múltiples estéticas. Dándole una característica de heterogeneidad que le es intrínseca y que se mantiene con cualquiera de las clásicas definiciones que se desee utilizar para describirla (las de los manuales de instrucción, las federaciones deportivas, la RAE, etcétera). Todo lo cual últimamente explica la existencia en el montañismo de una característica que le es fundamental: el límite de lo que abarca es difuso.
Elaboraciones que están lejos de ser retórica inútil. Por el contrario, explican acertadamente varios inconvenientes con los que se deben lidiar aquí. Por ejemplo, cuando se ha de evaluar un evento y no se puede estar seguro si este trata de actos propios del montañismo o... excursionismo.
Por supuesto, si se usan caricaturas no hay tal dilema, porque cualquier persona podría identificar las diferencias entre un individuo que cruza encordado un campo de grietas en medio de una tormenta (montañista), y aquel que pasea en un bosque vistiendo ropa liviana acompañado de sus hijos (excursionista). No obstante, al aproximarse a la línea que separa ambos arquetipos, ya no es tan evidente determinar qué es qué. No sirve usar como regla de decisión el objetivo (no es raro que los trekkings incluyan el ascenso de miradores o cumbres); tampoco el nivel de compromiso (los ambientes de montaña son cambiantes y pueden transformar cualquier actividad que se dé en ellos en una de tipo mortal); ni la altitud, el terreno o la dificultad técnica (hay escaladas a nivel del mar, excursiones en glaciares por sobre los 5 mil metros y algunas caminatas son más difíciles que muchos ascensos). Por no agregar las tantas otras variables que se podrían continuar citando y que, tras breves reflexiones, se revelarían como igual de fútiles (logística empleada, número de participantes, cantidad de días, etcétera).
Subir el cerro La Parva en verano, ¿es montañismo? ¿Y el Pochoco? ¿O el San Cristóbal? ¿Cómo se habría de catalogar una caminata en Himalaya que incluya ascender un pináculo de 5 mil metros de altitud y 300 de desnivel? Y no es necesario ir a las antípodas para encontrar un ejemplo tan extremo como este; en el mismo norte de Chile existen numerosos cerros “altos”, algunos por sobre los 6 mil metros, con rutas normales que se pueden intentar como si fueran excursiones por el día (Lascar, Sairecabur, Toco, Pili y otros). O bien, si se desea visualizar la problemática en términos más concretos, ¿cómo habría de clasificarse la muerte de los 3 “excursionistas” sorprendidos