Páginas sevillanas. Manuel Chaves Rey

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Название Páginas sevillanas
Автор произведения Manuel Chaves Rey
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 4057664159243



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puertas de la hermosa Basílica sevillana, por la cual se entra al patio de los Naranjos, donde aún existen recuerdos de la gran mezquita de los musulmanes.

      La puerta del Perdón tiene también su historia, y de ella vamos á hacer un ligero extracto.

      Antes de la reconquista fué esta puerta la principal de la mezquita, y conforme la dejaron los árabes se conservó largos años, hasta que en 1340 don Alfonso XI, después de la célebre batalla del Salado, la mandó edificar nuevamente, gastando una suma bien considerable.

      En el reinado del emperador Carlos V, y hacia el año de 1519, se hicieron algunas reparaciones en dicha puerta, aumentándole las complicadas labores que rodean su arco árabe, colocando sobre ella un ancho guarda-polvo con prolijos artesonados, y á derecha é izquierda las dos estatuas de S. Pedro y S. Pablo que aún existen, y que son obra del célebre escultor Miguel Florentín.

      El arquitecto Bartolomé López fué encargado de reparar entonces la antigua puerta, tomando también parte en las labores famosos maestros, según dicen varios puntuales cronistas.

      Poco tiempo después se levantó tras de la puerta un altar de mármol, rodeado de alta verja, en el cual existe de muy antiguo un busto de Jesús coronado de espinas y con la irrisoria caña, llamado del Perdón, tomando desde entonces este nombre la Puerta que nos ocupa.

      Cuando pasaban por delante de este altar los reos que eran condenados á la horca ó á la hoguera les hacían detenerse algunos momentos para que rezasen á la efigie de Cristo un Padre nuestro, que repetían en voz alta los que formaban la comitiva de los infelices que iban á morir.

      Á principios del pasado siglo construyóse sobre la cornisa de la puerta del Perdón un campanario de pobre aspecto y del peor gusto, con tres arcos y dos campanas, pertenecientes á la parroquia del Sagrario.

      Hacia el año 1818 hiciéronse obras en la Puerta, desapareciendo entonces el guarda-polvo, artesonado y muchos de los complicados adornos y primorosas labores que tenía, cubriéndose entonces las hojas de la puerta con una espesa capa de pintura verde.

      Estas hojas están forradas de cobre; tienen prolijos adornos de alto mérito, y, según afirman antiguos historiadores, son las mismas que tuvo la mezquita.

      Un desgraciado accidente ocurrió en la puerta del Perdón cierta noche del mes de Agosto de 1839, y el cual lo hemos visto escrito en diferentes autores. Á las doce de aquella noche llegaron á la Puerta dos caballeros muy conocidos y apreciados en Sevilla en demanda de los auxilios espirituales para una señora que se encontraba enferma en una casa de la calle Vizcaínos, y al acercarse ambos al umbral desprendiéronse algunos trozos de la moldura que encierra el relieve representando á Jesús que arroja á los mercaderes del templo, yendo á caer sobre los indicados sujetos, uno de los cuales quedó muerto casi en el acto y el otro gravemente herido.

      Hace poco tiempo se repararon algunos adornos y las estatuas de la puerta del Perdón, donde mientras duren las obras de nuestra hermosa Basílica se coloca todos los años un estrado para que el Cabildo Eclesiástico presencie desde allí el tránsito de las renombradas cofradías de Semana Santa.

       DOÑA URRACA OSORIO

       Índice

      «É cuando el rey D. Pedro tornó á Sevilla después de la batalla vencida, falló y á D.ª Urraca Osorio, madre del dicho D. Juan Alfonso de Guzmán; é con gran saña que había de su fijo, fízola prender é matóla muy cruelmente.»

      Crónica.—López de Ayala.

      Ante la puerta principal del convento de Nuestra Señora de la Encarnación de Belén existió desde muy remota fecha hasta la tercera década del presente siglo una cruz de hierro que se alzaba sobre un ancho pedestal de azulejos, y que era llamada Cruz del Palo ó de la Tinaja, que por ambos nombres la conocía el vulgo.

      Lo que éste ignoraba era el motivo que hubo para que se colocase aquella cruz en semejante lugar; y bien merece lo recordemos, acogiendo, con las reservas consiguientes, el relato de la tradición que hasta nosotros ha llegado.

      Después de la memorable batalla de Nájera, ocurrida en Abril de 1367, y en la que tan completa victoria alcanzó el rey D. Pedro I de Castilla sobre su desleal hermano, retiróse el Monarca justiciero á nuestra ciudad, pasando antes algunos meses en Toledo y Córdoba.

      Muchos eran los descontentos y ambiciosos que en Andalucía se señalaron por sus ideas en favor del bastardo D. Enrique, y entre ellos se distinguió D. Alfonso Pérez de Guzmán, Señor de Sanlúcar y nieto del bravo defensor de Tarifa.

      Cuando entró en Sevilla D. Enrique en 1366, Pérez de Guzmán, que había servido al rey D. Pedro, viéndole fugitivo y próximo á retirarse á la Galia inglesa, reconoció al bastardo como monarca legítimo, jurándole fidelidad y haciendo que por él se proclamasen todas sus gentes y muchas de la ciudad, que sedujo con falsas promesas, siendo ayudado en aquellos manejos por su madre D.ª Urraca Osorio, señora principal y de noble estirpe.

      Triunfó D. Pedro en Nájera, y al aproximarse á Sevilla, huyó D. Alfonso Pérez de Guzmán, no sin haber dejado antes encargados á su madre con el mayor secreto ciertos negocios en favor de la causa del bastardo.

      Preciso fué castigar con severa mano á los que siguieron al Infante, y entre otros caballeros rebeldes y traidores fueron ejecutados en la capital de Andalucía D. Juan Ponce de León, D. Gil Bocanegra y el tesorero Martín Yáñez.

      Al poco tiempo fué presa también D.ª Urraca Osorio, sobre la cual recaían gravísimos cargos, que inútilmente podía rehuir de sí por las muchas y terminantes pruebas que contra ella y su hijo existían.

      Condenaron á muerte á D.ª Urraca, y á muerte horrible, pues, según la sentencia, debía ser quemada viva ante el pueblo, y en una plazuela próxima al sitio conocido por La Laguna, donde más tarde se construyó la Alameda de Hércules.

      El rey D. Pedro, cuya indignación contra Pérez de Guzmán por su comportamiento era grandísima, no quiso perdonar á la madre, y á principios del mes de Setiembre de 1367 levantóse una mañana la hoguera para la infeliz D.ª Urraca.

      El populacho y la gente de la heria asistieron en gran número á presenciar aquella ejecución, en la que concurrían circunstancias muy especiales, no sólo por ser la reo muy noble y principal señora, sino por lo mucho que era conocida en toda la ciudad.

      Acompañada de alguaciles y soldados, llegó la dama al pié del patíbulo, y después de ser atada con fuertes ligaduras á un madero, comenzaron á arder los secos troncos, que pronto levantaron grandes llamas y espeso humo.

      Retorcíase la víctima entre horribles dolores, lanzando desgarradores gritos cuando el fuego quemaba sus carnes, y en una de esas violentas sacudidas de cuerpo rasgóse el vestido de la dama, dejando al descubierto la mayor parte de sus formas.

      Entonces la plebe que presenciaba aquella dramática escena prorumpió en atronadora gritería, insultando á la víctima y llenándola de sangrientos epigramas y crueles sarcasmos.

      Pero cuando más imponente se presentaba la chusma y más lastimoso era el estado de D.ª Urraca, una mujer abrióse paso entre la concurrencia, y llegando precipitadamente á la hoguera, abrazóse á la madre de Pérez de Guzmán, cubriéndola con sus ropas, y dejando que las llamas la devorasen como á la reo.

      Leonor Dávalos llamábase esta mujer heróica, y pertenecía á la servidumbre de D.ª Urraca, á quien profesaba todo el cariño que revela aquel acto de generosidad imponderable.

      En el monasterio de San Isidro del Campo yacen enterradas D.ª Urraca Osorio y su fiel doncella, según hemos apuntado; y para conmemorar la muerte de ambas colocóse frente á la puerta del convento de Belén la cruz á que en el principio de este trabajo nos referimos.