Название | La comuna de Paris |
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Автор произведения | Hippolyte Prosper Olivier Lissagaray |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789560014177 |
Destaquemos, además de los grupos organizados, el importante papel jugado por la prensa. Dos aspectos es necesario exponer. En primer lugar, la falta de decisión y energía en suprimir la prensa adscripta al gobierno de Versalles. Algunos de los periódicos enemigos de la Comuna subsistieron durante casi todo el tiempo.
Lissagaray atribuye este hecho perjudicial para la Comuna a la desorganización de la Comisión de Seguridad y Policía, y a la incompetencia de la misma, sobre todo de Raoul Rigault. Pero es necesario destacar que esto era más bien la consecuencia de que no se lograran superar las antiguas formas de la libertad de opinión y de prensa. Así como se dieron cuenta de que la clase obrera no podía ejercer el poder político con la vieja máquina del Estado y lo aplicaron en los aspectos más directamente ligados a la represión (ejército y policía), no llegaron a dilucidar la importancia que tenía el cambiar de modos y formas de acción en los aspectos de propaganda, como la prensa; pues al mismo tiempo la existencia de la prensa reaccionaria, la de la Comuna, dirigida por intelectuales pequeño-burgueses, no reflejaba tanto la opinión de una organización, a pesar de su sincero deseo de servir a la causa común, como la de sus fundadores o directores40.
Esta falta de energía es formulada y denunciada por Lavrov de la forma siguiente: «El París de los ricos y el de los proletarios míseros, el de los contrastes sociales, en tanto que Comuna política, exigía en el nombre de los principios liberales una completa libertad de palabra, de reunión, de critica de gobierno, etc. París, que acababa de realizar la revolución en interés del proletariado, y que se había señalado por principio el de realizarla en las instituciones, necesitaba, en tanto que Comuna del proletariado obrero emancipado, medidas revolucionarias, es decir, dictatoriales, con respecto a los enemigos del nuevo régimen»41.
Esta debilidad en el ejercicio del poder no solo destaca en el aspecto de la propaganda, sino también en aspectos políticos y militares fundamentales remarcados por Marx en el Manifiesto de la Asociación Internacional de Trabajadores sobre la guerra civil en Francia precisamente unos días después del desastre de la Comuna. Estos aspectos eran, por una parte, su actuación respecto a la actividad de los versalleses en la Comuna y la pasividad de los comuneros ante la huida hacia Versalles de los funcionarios del gobierno de Thiers, dejándoles la posibilidad de organizar el ejército de la represión42 y, por otra, su actuación dudosa y finalmente desfavorable respecto al Banco de Francia.
Estas deficiencias y la permanencia de las antiguas formas de acción están directamente relacionadas con la falta de consistencia de un programa político que, además, se hallaba todavía confuso y, por lo tanto, poco determinado. Agravado todo ello por las divergencias existentes entre los dirigentes de la Comuna. Esta confusión política y estas divergencias fueron señalados por Marx en una carta a los dirigentes de la Internacional en París, Frankel y Varlin, en mayo de 187143.
También por Lavrov, que en su estudio sobre la Comuna afirma que el primero de marzo de 1871, días antes de la proclamación de la Comuna, las «personalidades dirigentes de la Internacional en París no tenían todavía un programa político definido»44 y que «después del 18 de marzo París estaba en manos del proletariado, pero sus líderes, desconcertados por su inesperado poder, no tomaron las medidas de seguridad más elementales»45. El mismo Lissagaray los señalaba al reproducir una declaración de un miembro del Comité Central de la Guardia Nacional, en la que afirma que su talla no está a la altura del papel que deben jugar y que la única salida es la de sustraerse a las responsabilidades. Posteriormente, Trotsky, en su polémica con Kautsky, afirma que «reverenciaremos el recuerdo de la Comuna, a pesar de su restringida experiencia, la falta de preparación de sus militantes, la confusión de su programa, la ausencia de unidad entre sus dirigentes, la indecisión de sus proyectos, el excesivo desorden en sus decisiones y del espantoso desastre en que fatalmente concluyó»46.
Un breve examen de las medidas tomadas por el Consejo de la Comuna en las Comisiones de Trabajo, Enseñanza, Justicia y Finanzas, y de las divergencias entre el poder político y el militar, nos dará una pequeña imagen de la inexistencia de un programa político definido y de las contradicciones que representaba la puesta en práctica de determinados objetivos.
En la Declaración al pueblo francés, del 19 de abril, se afirma «el reconocimiento y consolidación de la República como única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y el desarrollo regular y libre de la sociedad»; y el 13 de mayo, L. Frankel declara que «no debemos olvidar que la Revolución del 18 de marzo ha sido realizada por la clase obrera. Si no hacemos nada por esta clase, no veo la razón de ser de la Comuna»47. La misma Comisión de Trabajo, sostenida por las organizaciones de base, manifiesta la necesaria intervención del Estado en las relaciones del capital y del trabajo. Ahora bien, frente a la claridad de estos principios, las medidas tomadas son parciales y dirigidas exclusivamente a la solución de determinados aspectos de política social inmediata. Fundamentalmente son abordados el problema del paro, el de los alquileres, el control de los mercados y se prohibe el trabajo de noche de los panaderos. Respecto al paro se encarga a las cámaras sindicales la elaboración de un censo de talleres abandonados, un estudio sobre las condiciones necesarias para la explotación de estos talleres, no por los antiguos propietarios (huidos a Versalles), sino por la asociación cooperativa de los trabajadores allí empleados, y la constitución de un jurado arbitral para decidir las condiciones de la cesión definitiva de los talleres a las sociedades obreras y la indemnización a los patronos correspondientes.
El control de los mercados se realiza mediante su revisión por la Comisión de Trabajo, la adjudicación de los mercados a las corporaciones y el establecimiento de precios obligatorios fijados por Intendencia, la cámara sindical de la corporación, una delegación de la Comisión y la Comisión de Finanzas correspondiente. Además de las medidas señaladas anteriormente, se soluciona también el problema de los desempeños del Monte de Piedad, que afecta a los obreros en paro y a los comerciantes, y el de vencimientos de créditos que afecta a los comerciantes y artesanos.
En la Comisión de Enseñanza se regula la enseñanza laica y se organizan dos escuelas profesionales, peticiones realizadas por los adheridos a la Internacional y algunas cámaras sindicales. Al mismo tiempo, se realizan en algunos distritos campañas favorables a la gratuidad de la enseñanza (distrito xx).
La reforma del sistema judicial, basada en la necesidad de disponer de unos servicios de justicia gratuitos y en la elección de los jueces, era deseada por los miembros de la Comuna. Protot, delegado de la Comisión de Justicia, no pudo realizar más que algún arreglo en el sistema vigente, lo que provocó algunos descontentos en la opinión popular. Por último, la vacilación y la no nacionalización de la Banca llevó a que la Comuna se hallara siempre sometida a un insuficiente presupuesto para abordar los problemas de la guerra y de la organización interior, a pesar de los préstamos que tomó , y de que el gobierno de Versalles pudiera utilizar fondos de la Banca para destruir la Comuna.
Respecto a las divergencias entre el poder político y el militar, es necesario destacar que varios organismos se disputaron la dirección de los asuntos políticos y militares, el Comité Central de la Guardia Nacional, el Consejo de la Comuna y el Comité de Salud Pública. Pero el problema fundamental no era el de qué organismo detentaba la delegación del poder popular, sino de si el poder militar debía estar sometido al poder político o mantener una autonomía total, y de cuál era la organización más apropiada de este poder militar, pues no podemos olvidar que el primer y más importante problema de la Comuna era la guerra. El Comité Central de los veinte Distritos incluía en su programa para las elecciones comunales el mantenimiento de la autonomía de la Guardia Nacional, el reconocimiento del principio de elegibilidad de todos los jefes militares y la subsistencia de la organización federativa del ejército popular parisino. Además, la supresión del ejército permanente en el interior de la ciudad48. La Comuna llevó