Название | Destino |
---|---|
Автор произведения | Virginia Salazar Wright |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418411717 |
En Buenos Aires, Tony y Gina conocerían a Pietro, a su intrépida madre, Giovana, y, con ocasión de una reunión de los sindicatos obreros afiliados a la Internacional Socialista, a la entonces célebre representante de los trabajadores de Milán, a Giacoma, la impertérrita dirigente, que no había persona que la amara, pero que todos, sin excepción, temían.
Capítulo II
NUEVO MUNDO, NUEVA VIDA, OTRA ESTIRPE
Ciertamente que Tony empezó a aprender a vivir en el vapor de viaje a Argentina, luego de superar el mareo del desplazamiento por el mar, el entusiasmo de Gina terminó por convencerlo de que en verdad había dejado atrás el sórdido mundo de su padre, la persona más egoísta que había conocido, aun cuando pensaba que ni siquiera debió quererse mucho a sí mismo, porque destruyó su vida y dejó en soletas una heredad que fue alguna vez el orgullo de Liguria.
Ya en el puerto, Gina no cabía de dicha y buscaba afanosamente a sus tíos, Luca y Fiorentina.
Había visto muchas fotografías de la pareja, pero temía que, con los años, los dos pudieran ser para ella irreconocibles, pero unos brazos abiertos hasta el infinito y una voz de su nombre con gritos de alegría alejó de Gina todo temor y corrió a los brazos de Luca, a su lado Fiorentina aguardaba su turno para dar a Gina la mejor bienvenida al nuevo mundo.
Los dos emigraron hace muchos años a la Argentina y se dedicaron a criar caballos. Tuvieron suerte y a ella sumaron un empeño tenaz por triunfar. La hacienda creció y con ella su buena reputación, eran un ejemplo de las bondades del nuevo mundo, que ofrece a raudales la riqueza y la fortuna si se tiene buena disposición, deseos de triunfar y honestidad. Luca decía que ser honrado era la mejor estrategia para llegar a rico, que toma mucho más tiempo que hacerse de fortuna repentinas, pero que, a diferencia de estas últimas, las hechas con honradez y responsabilidad siempre perduran.
No tuvieron hijos por algunos problemas de Fiorentina que los médicos no pudieron curar. Luca quería dejar a un heredero su gran fortuna para que siguiera en el camino duramente abierto por él, por eso, cuando su hermano le comunicó que Gina iría a Buenos Aires, ambos pensaron que Dios les mandaba la hija que no pudieron tener.
Luego de abrazarse, los dos se fijaron en el muchacho que estaba contemplando la escena del encuentro. Fiorentina creyó que posiblemente la tan ruidosa manifestación de afecto pudo haber llamado la atención y, por eso, se apresuró a explicar al muchacho extraño que Gina era su sobrina, mejor su hija, que venía para completar su buena fortuna.
—Si yo sé quién es Gina —dijo entre balbuceos Tony—, viajé con ella y somos amigos, mejor —se corrigió—, «más que amigos». Luca escuchó la explicación de Tony, pues era una sorpresa que su sobrina trajera un novio, nunca le habían anticipado que esa era la situación.
—No sabía que eran novios —dijo—, pero bienvenido muchacho, esta bendita tierra tiene tanta felicidad que alcanza para todos.
Gina no había decidido que Tony fuera su novio, por lo que el muchacho pensó que debía tener un ángel de la guardia que no descansaba en protegerlo. Trató de explicar que novios no eran, pero que sí podrían ser; pero Gina, muy rápida, explicó a su tío que el amor nació entre ellos en el mar y que se puso a prueba de mareos, tormentas y monstruos de los abismos de las profundidades.
Tony se vio liberado de declarar su amor oficialmente, se puso rojo como una grana y, sin contenerse por la presencia de los tíos, tomó a Gina por la cintura, la atrajo hasta él y le dio el beso más grande y más largo digno de aparecer en cualquier film de la época romántico, mejor que los que había contemplado en una película que pasaron en el teatro de su pueblo, con dos estrellas de Hollywood que arrancaron suspiros de las niñas pueblerinas, que desde entonces miraron con desprecio a los muchachos, muy rurales para intentar una parecida demostración de afecto.
El beso disipó cualquier duda sobre la situación de Tony y Gina y los tíos pensaron que Dios, tan grande con ellos, no les mandaba solo una hija, también un hijo al que Luca podía transmitir todos sus conocimientos y las recetas secretas para criar los mejores caballos.
La finca de los Pontevechio quedaba muy cerca de Buenos Aires y a ella se dirigieron todos, los flamantes novios y los recientes tíos. Les preguntaron si ya se habían casado en el vapor, pues sabían que el capitán podía hacerlo, aplicando la ley del mar. Los dos, muy rojos, dijeron que no y, entonces, durmieron en cuartos separados hasta que la boda llegara, quedaron instalados en la finca: Gina, en un dormitorio arriba al frente de los tíos y, Tony, en la planta baja.
La primera tarea para Luca y Fiorentina fue organizar la boda, por fortuna Buenos Aires tenía en esa época más habitantes italianos que nativos y el cura de Palermo era un siciliano muy simpático, que aparte de pastor de la iglesia, ayudaba a instalarse a los nuevos inmigrantes. Estarían en la boda «Raimundo y todo el mundo», pues el matrimonio de una hija ocurre en una buena familia italiana de profundas creencias católicas una sola vez en la vida.
Tony se dejó llevar, pues sus planes mentales cuando conoció a Gina se quedaban cortos ante la realidad creada por Luca y Fiorentina. Tendría a Gina para toda la vida, ella estaría junto a él cuando tenga que dar, quizás en muchos años más, su último suspiro.
El matrimonio se convirtió en un suceso que por años no olvidaría la colonia italiana en Buenos Aires y, ciertamente, el cura siciliano transmitió la invitación a todos los que había ayudado a instalarse en Buenos Aires, al tiempo que Luca y Fiorentina invitaron a todos sus conocidos, gentes del mundo de los hipódromos y las carreras de caballos, granjeros, emigrantes, descendientes de italianos, estudiantes, políticos de la comunidad y personas de mucho prestigio, mejor si tuviesen pasados novelescos.
En ese panorama de festejo no podía faltar la célebre Giovanna, examante de Mussolini y su hijo Pietro y, especialmente ella, no podía excusarse de asistir, porque tantos italianos estarían allí, que bien podría aprovechar la oportunidad para hacer pública su idea de que la colonia italiana coopere con fuerzas fascistas locales, que cuentan con apoyo popular para tomarse el poder. Ciertamente que Giovanna, recién llegada a Buenos Aires, fue invitada a una reunión formativa del partido fascista argentino, que no se llamaría fascista por los tristes recuerdos de la guerra y de «il Duce» y conversó con una cantante bellísima, con voz acaramelada, pelo rubio y fácil palabra, que le dijo que tenía un novio general que era muy apuesto y ambicioso.
En un momento del festejo, Giovanna conversó con los nuevos esposos y, Pietro, más o menos contemporáneo de Tony, contó que adora los caballos y que le gustaría ver como son entrenados. Tony pidió la autorización de Luca para poder invitar a Pietro y en ese día, el de la boda de su sobrina-hija, Luca estaba dispuesto a aceptar cualquier propuesta, viniere de donde viniere.
La simpleza de Fiorentina no daba lugar a que Giovanna la conquistara para formar parte de sus huestes neo-fascistas y Luca estaba muy empeñado en trabajar en la finca. Pietro en verdad adoraba las carreras de caballos más que los mismos animales y Tony llegó a hacer una gran amistad con el hijo de la más célebre mujer que los inmigrantes italianos podían mostrar en esos dulces años.
Tony acompañó algunas veces a Pietro a las carreras de caballos, pero no le gustaba apostar, sus visitas a los hipódromos eran para comparar razas y habilidades de los equinos y, por supuesto, apoyar a los presentadores de los caballos de Pontevechio, que con frecuencia ganaban las carreras y Pietro no cabía de gozo.
Tony no podía desperdiciar su dinero, peor comprometer a su tío-padre Luca, porque él le había ensañado todos los secretos de su oficio. En verdad Tony casi fue adoptado como hijo y él vio en Luca al padre que no tuvo, recuperó su fe en los hombres y en el mundo y concluyó que antes, en Liguria, él estuvo prestado, dentro de una pesadilla, y que cuando empezó a despertar quedaban en su entorno las ruinas de la casona y la de su existencia anterior. Ahora, empezaba a vivir rodeado de buenas gentes, cariñosas y honestas, con la mejor mujer del mundo y sus nuevos padres, que cualquier persona envidiaría.
La vida transcurría para la familia de forma muy placentera, la ciudad era espléndida, cuando tenían alguna nostalgia