Название | Propios y Próximos |
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Автор произведения | Luis Íñigo-Madrigal |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789560013286 |
Los sectores más conscientes del proletariado rechazan desde sus inicios la nueva alianza entre la burguesía financiera y las clases medias (representadas por el Partido Radical y el Partido Democrático), y pronto las contradicciones entre el sistema económico del reciente acuerdo político y las reivindicaciones de los sectores populares se generalizan.
Por otra parte, las tensiones entre la burguesía financiera y la oligarquía terrateniente (que dominaba de alguna manera los sistemas parlamentarios) continúan manifestándose en una serie de conmociones políticas de distinto orden.
Los avatares de la situación política del país habían llevado a los sectores gobernantes a una represión cada vez más acentuada en contra de la clase media radicalizada (en especial los estudiantes) y del movimiento obrero. El gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931) no fue una excepción a esa conducta; sin embargo, en sus primeros años, favorecido económicamente por el singular incremento de las exportaciones de cobre (nuevo sector de enclave en la economía nacional, que llegó a producir entre 1925 y 1929 el 18% del total mundial de ese metal, representando su exportación el 40% del total de las exportaciones chilenas), realizó una apreciable cantidad de obras públicas, reformó la educación y el aparato de sanidad pública, llevando a cabo, en términos generales, una labor de corte progresista11.
Por el contrario, la segunda mitad de su mandato, a raíz de la coyuntura económica internacional, tuvo un sesgo absolutamente diverso. La fecha central del período a que nos hemos venido refiriendo (1920-1938) coincide con la mitad del mandato de Ibáñez y reviste una importancia esencial no solo en el desarrollo de Chile, sino de Hispanoamérica y del desarrollo del mundo capitalista. La crisis de 1929 tuvo efectos desastrosos en la economía, la sociedad y la política de las metrópolis, pero su resonancia en Hispanoamérica fue aun de mayor alcance. Si bien la economía internacional había comenzado a modificarse a partir de la Primera Guerra Mundial, la crisis del 29 acentúa y acelera esas modificaciones, llegándose a una reducción del 25% en el volumen físico de las exportaciones (1929-1933) y de un 30% en el nivel general de precios, esto es, a una reducción de más del 50% en el valor del comercio mundial12. Puesto que las economías hispanoamericanas estaban fundamentalmente ligadas al comercio exterior, el impacto de esa reducción fue enorme.
En el caso de Chile, exportador de productos minerales, la recesión de la actividad industrial en los países importadores (y la liquidación de sus stocks) produce un colapso en la producción del cobre. El país redujo el volumen físico de sus exportaciones entre 1930 y 1934 (en relación al lapso 1925-1929) en un 33% y, como consecuencia del deterioro de los términos de intercambio, el volumen de sus importaciones en un 60%13. Chile, que había sufrido ya después de la Primera Guerra la decadencia del salitre, apenas puede soportar la nueva crisis: en 1937 el PIB no recuperaba aún el nivel de 1929.
En el aspecto político la crisis terminó con el frágil equilibrio alcanzado con la presencia de los sectores medios en el Estado, incrementándose las tensiones entre las masas populares y los sectores directivos, pero también las fricciones entre las distintas facciones de estos últimos14.
En ese contexto, la segunda presidencia de Arturo Alessandri (1932-1938) representa la reconstrucción de la alianza política de los sectores tradicionales (con la incorporación de los sectores menos radicalizados de la clase media urbana), la progresiva derechización del gobierno y el endurecimiento de la represión.
Sin embargo, la industrialización que toda Hispanoamérica incrementa por esos años, como resultado del proceso de sustitución de importaciones, es en Chile particularmente dificultosa; esas dificultades que enfrentaba el proyecto de “crecimiento hacia adentro” aconsejaban modificaciones en la estructura económica del país y un impulso coherente que diese mayor profundidad al proceso de industrialización. Así, y “en la medida en que comienzan a superarse los efectos de la crisis económica, la clase media urbana puede nuevamente empezar a plantearse la posibilidad de incorporarse al poder del Estado15”. Solo una acción del Estado podía lograr los nuevos objetivos económicos y la incorporación de las clases medias a él les permitiría ahora asegurarse el poder económico resultante del control de una economía industrial, asociándose al tiempo a la burguesía mercantil-financiera, “no como fuerza electoral, sino también como floreciente burguesía”16.
Ese programa político iba a contar con el apoyo de las masas populares, que veían en él una posibilidad de participación real en el Estado. “El Frente Popular (1937) selló esa posible alianza; se sumaron… a los sectores medios y populares algunos grupos económicos y sociales más fuertes que esperaban mejorar su posición con el nuevo ordenamiento”17.
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Los sectores medios chilenos habían encontrado, en sus intentos de incorporación al nuevo orden determinado por el paso del ‘crecimiento hacia afuera’ al ‘crecimiento hacia adentro’, condiciones especiales y diferenciales dentro del fenómeno general en Hispanoamérica; esas singularidades nacían, por una parte, de la condición de enclave de la economía nacional, y por otra, de la crisis del salitre, que adelantó para Chile en más de un decenio los efectos de la crisis del 29 en el desarrollo económico hispanoamericano.
La diversidad de alianzas que podían establecer los sectores medios en esas condiciones (desde las que aprovechan las pugnas entre los sectores dominantes para unirse a uno de ellos, hasta las que movilizaban a los grupos dominados: campesinos, obreros del enclave, sectores populares urbanos) fueron aprovechadas casi en su totalidad.
Los sectores radicalizados de la clase media urbana fueron incrementándose cuantitativa y cualitativamente a través de los sucesivos fracasos de esas alianzas, hasta llegar a ubicarse en el límite entre las organizaciones de los sectores medios y las organizaciones de los sectores populares, en cuyas filas militaron indistintamente. El Frente Popular fue de alguna manera su triunfo, pero también de alguna manera su fracaso.
La novela de la generación del 38 expresa ese círculo de esperanzas, triunfos y frustraciones. Es, en diversos aspectos (sus preferencias temáticas, su modo de representación de la realidad, su concepción de lo ‘literario’, etc.), a la vez un producto de la actividad histórica de esos sectores en un período determinado y un hecho social que conforma, entre otros, la nueva situación que se inaugura.
Queremos rastrear ese doble significado a través de las palabras de V. Teitelboim citadas al comienzo de estas páginas, no sin advertir la peculiar metabasis que supone el análisis sociológico de la novela treintaiochista a través de un texto no-novelístico del 58 (cuando las condiciones sociales, económicas y políticas del país y del grupo social que nos interesa habían sufrido importantes cambios)18.
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En este sentido cabe observar que el texto en referencia presenta una tripartición evidente. La primera frase (“La mayoría… Frente Popular”) evoca el pasado; las siguientes (“Chile… mediocre, vacío”) actualizan, en el ánimo del hablante, aquel pretérito; las tres últimas (“Fueron sueños… dar fruto”) están dictadas inequívocamente desde una distancia temporal que permite la apreciación crítica del pensamiento de otrora. La segunda y la tercera parte del texto presentan, además, una ambigüedad manifiesta que impide discernir si se habla allí de la actividad literaria o de la actividad cotidiana (política) de los integrantes de la generación; ambigüedad que, por supuesto, es también significativa. Veamos estas cuestiones detenidamente.
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a) La mayoría de sus componentes frisaba entonces los veinte años…
Más allá de las supuestas implicaciones ‘generacionales’, en sentido estricto, a que parece remitir la