Название | Inteligencia lúdica |
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Автор произведения | Marcos Cristal |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788417880156 |
¿A qué me refiero con inteligencia?
A la capacidad de los seres humanos de percibir lo que ocurre (en nosotros, en el entorno y en las interacciones), pensar en las posibles respuestas y elegir la que consideremos mejor.
¿A qué me refiero con actitud?
A la predisposición desde la cual respondemos a cada circunstancia con la que la vida y el trabajo nos desafían día a día.
¿Por qué hablo de lúdica?
Porque los seres humanos fuimos dotados de un impulso lúdico que desde muy pequeños nos permite descubrir el mundo y desarrollar habilidades para sobrevivir. Este impulso es el que explica nuestra curiosidad, nuestra actitud exploratoria y creativa.
Fue en los juegos donde aprendimos a interactuar con nuestro entorno y con otros, a descubrir lo que nos gusta y a encontrar nuestro lugar en el mundo. Cuando vemos a un niño o a un adulto jugando, verificamos que su sentir, su hacer y su pensar confluyen. Una experiencia de integración difícil de alcanzar en muchas de nuestras actividades.
“Estimado lector, ¿en cuántas de tus actividades experimentas esta confluencia entre lo que sientes, lo que piensas y lo que haces?”
Pensemos en lo que hacemos cada uno de nosotros, varias veces al día, al entrar en las redes sociales. Vemos personas capturadas por las redes, interactuando con otras, involucradas desde su pensar, su hacer y su sentir, desplegando su curiosidad, su creatividad. Ahí es donde yo identifico una actitud lúdica: una confluencia de la emoción, la razón y la acción que no se verifica en muchas de las actividades que llevamos a cabo; eso sí, sin perder de vista el enorme riesgo de quedar atrapados adictivamente en las redes, tema que también analizaré.
Que Carlitos Chaplin no se distraiga en la línea de montaje
En un escrito breve de 19081, Sigmund Freud explica que el impulso lúdico infantil de crear mundos no reales a través del juego no desaparece en la vida adulta: crear mundos no reales continua bajo otra forma, se reemplaza por el fantasear, por imaginar mundos, situaciones que aún no existen, pero pueden hacerse realidad.
Freud rescata la seriedad de los juegos y explica que lo opuesto al juego no es la seriedad sino la «realidad». Justamente en nuestras vidas como seres humanos adultos es la realidad, entre frustrante y compleja, la que nos lleva a fantasear. Nos pasa cada vez que empezamos un trabajo nuevo, cada vez que vamos al encuentro de alguien o algo nuevo. Fantaseamos, lo que Freud llama los «sueños diurnos», un mundo que no existe y que nos gustaría que ocurriera. Buscamos jugar con él, prepararnos y tratar de hacerlo realidad.
Durante muchas décadas, la educación recibida, al servicio del sistema económico imperante, nos ha enseñado a esconder muchas de estas fantasías o ideas nuevas, privilegiando el desarrollo de ciertas habilidades y conocimientos específicos, repetitivos, que luego aplicaríamos en el proceso productivo, como si fuéramos un engranaje más.
A diferencia de los niños, muchas de las fantasías o mundos no reales de los adultos se presentan como sueños individuales o colectivos, que devienen realidad a través de proyectos, nuevos negocios, relaciones, nuevos trabajos, nuevos productos, servicios y maneras de hacer. Más allá de hacer bien lo que nos enseñaron a hacer de una cierta manera, estos sueños o nuevas ideas están en la base de una contribución propia.
Hoy las empresas se enfrentan al dilema de pedir a su gente que haga las cosas como se hicieron siempre o de promover la innovación y la creatividad. Ambas son importantes, pero sin duda, triunfan quienes se animan a innovar. No solo se beneficia la empresa: cuando llevamos a la práctica nuestros sueños, nuestras ideas nuevas, verificamos que nuestro pensar, sentir y hacer confluyen y nuestras vidas, relaciones, trabajos y negocios cobran un sentido de trascendencia, dando un salto significativo.
Antes, la seriedad en el trabajo pasaba por hacer bien lo que se nos pedía. Hoy la seriedad pasa por jugar a pensar y probar nuevas maneras de hacer. Es aquí donde una inteligencia y actitud lúdica son clave.
Cuando Groucho Marx dice «no quiero pertenecer a un club que admita como miembro a alguien como yo»2, está jugando con las palabras y con la realidad y nos sorprende con una paradoja o contradicción que nos hace reír, por lo absurda. El humor, como expresión excelsa del juego, es otra manera de hacer frente a nuestra realidad, con un mundo de fantasía que hace que esa realidad, tantas veces cruda y difícil, sea más digerible y que, quizá, podamos transformar.
Es importante aquí no caer en separar las cosas dicotómicamente. Por ejemplo, separar realidad y fantasía. Las fantasías no son lo opuesto a la realidad sino parte de ella, y pueden transformarse en hechos reales en el tiempo, desde una visión holística y dinámica a la vez.
Los impulsos lúdicos de los adultos (como imaginar mundos y conexiones diferentes a las reales, o hacer humor) están en la base de lo que aquí denomino Inteligencia Lúdica. La Inteligencia Lúdica se traduce en actos continuos de aprendizaje y creatividad. Qué más podemos cada uno de nosotros pedirle a la vida, que más pueden esperar las organizaciones de su gente que tener sueños, imaginar nuevos proyectos y hacer lo imposible por convertirlos en realidad y contribuir desde su propia impronta. Y, si esos sueños son colectivos, mejor aún.
Durante muchas décadas la premisa de las empresas era que Carlitos Chaplin no pensara, no se distrajera en la línea de montaje. ¡Hoy la clave está en que Carlitos se distraiga pensando y aportando, justamente, toda su creatividad! A eso llamo Inteligencia Lúdica.
Volvamos a la realidad de nuestros trabajos
¿Qué deseamos encontrar en nuestros trabajos? ¿Coinciden conmigo en que les gustaría que las tareas les despertasen esa confluencia entre el sentir, el pensar y el hacer? ¿Y que esa unión les impulsara a desplegar su curiosidad, su creatividad, su capacidad de contribuir, interactuando con otros?
Otra importante cuestión: ¿qué necesitan hoy las organizaciones? ¿Opinan como yo que buscan personas curiosas, creativas, a las que les guste trabajar con otros y que comprometan todo su sentir, su pensar y su hacer en su tarea, en su contribución?
Una interesante y paradójica coincidencia
Mi experiencia a la hora de aplicar lo lúdico en las organizaciones me llevó a un interesante descubrimiento: existe una coincidencia entre las actitudes que las organizaciones buscan en sus colaboradores, lo que las personas tratan de encontrar en sus trabajos y lo que estas experimentan cuando juegan, cuando hacen algo que les apasiona, cuando despliegan lo que aquí denomino una inteligencia y una actitud lúdica.
La tesis central de este libro reside, precisamente, en que las organizaciones necesitan colaboradores curiosos, creativos, comprometidos (actitudes lúdicas), las personas buscan trabajos en los que puedan desplegar esas actitudes, y que la clave está en desarrollar una inteligencia y actitud lúdica en las personas y organizaciones.
Profundicemos en esta idea. Las organizaciones, como las personas, buscan explorar ideas, desplegar su creatividad, adueñarse de los proyectos, aprender, usar la tecnología, trabajar en equipo, participar de emprendimientos que den un sentido de trascendencia a la tarea de cada uno… En síntesis: lograr una alineación entre lo que cada uno siente, piensa y hace cuando desempeña su tarea. ¿Dónde vemos estas actitudes? Justamente, son las mismas que experimentan las personas cuando juegan o hacen lo que más les gusta.
Identifico estas actitudes como lúdicas y me propongo a lo largo de este texto demostrar cómo se pueden desarrollar y cuánto pueden contribuir a las personas y a las organizaciones.
De antemano quiero dejar claro que no se trata de llenar las oficinas con metegoles o mesas de ping-pong. Se trata de crear espacios y desarrollar colaboradores con una actitud más flexible, abierta al cambio y al aprendizaje; dispuestos a cooperar y a contribuir a una «causa» que va más allá de ellos mismos.
Son muchas las películas y libros que describen la forma