Название | El peronismo y la consagración de la nueva Argentina |
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Автор произведения | Carlos Piñeiro Iñíguez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789507547096 |
La jura, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, se realizó cuando ya había oscurecido, pese a lo cual había público en la Plaza de Mayo, que siguió por altavoces la ceremonia y el breve discurso presidencial. Ramírez reiteró que las Fuerzas Armadas habían “debido abandonar la patriótica y anónima labor de los cuarteles para detener con firmeza el proceso de desintegración de valores” que afectaba al país. Si bien el dejo militarista se colaba en la mención de que los cuarteles eran “escuela de virtud y hogares del honor, cuyos fundamentos son tan hondos como el origen mismo de la argentinidad”, parecía alineado con la política que esperaba buena parte de los partidos, al decir que el gobierno necesitaba contar con “la fe y la cooperación de todos y cada uno de los argentinos” y que “hemos de seguir irradiando nuestro afecto y cordialidad a los pueblos de América, a los que nos sentimos tan unidos hoy como en el pasado”. Después del discurso en el Salón Blanco, Ramírez apareció en un balcón sobre la Plaza, e “instado a hablar por el público congregado”, dijo que como “soldado y como ciudadano no puedo ocultar en este momento la profunda emoción que me embarga al expresar al pueblo la inquebrantable unidad que existe y ha existido entre las Fuerzas Armadas de la Nación”. Y, tras empeñar “mi palabra de soldado al expresar que el pueblo no habrá de ser defraudado en sus esperanzas”, concluyó, como había hecho Rawson días atrás, pidiendo que todos lo acompañaran en el grito de “¡Viva la Patria!”79. A pesar de esas palabras, las divisiones entre los militares seguían a la orden del día y se ahondarían en los meses siguientes.
1.4.a) Heterogeneidad de su primer gabinete, pujas entre los distintos sectores
Si bien hoy es casi un lugar común advertir que la asunción de Ramírez era, principalmente, un triunfo del GOU y el primer paso de la marcha de Perón hacia la creación de su liderazgo, muy diferente era la impresión que podía tenerse ese 7 de junio al concluir la jura del nuevo gobierno. En principio, la paridad de fuerzas entre partidarios de la ruptura de relaciones con el Eje y los defensores de la neutralidad no solo se mantenía respecto del nunca asumido gabinete de Rawson, sino que aparecía reforzada en la lista de los principales cargos, que también mostraba cierto equilibrio entre hombres del Ejército y de la Armada.
Los hermanos Sueyro mantenían los puestos ofrecidos por Rawson, como vicepresidente y ministro de Marina. En cambio, el vicealmirante Storni pasaba del Ministerio del Interior al de Relaciones Exteriores, lo que reforzaba el sesgo aliadófilo del gabinete. Tucumano, Storni vinculaba su condición de hombre del interior a la de marino, en una visión integradora de ambos espacios territoriales. Como ya se mencionó, se lo puede considerar entre los intelectuales militares con una visión industrialista, expresada en sus conferencias de 1916. Había nacido en 1876, y para la época se consideraba un hombre en el tramo final de su trayectoria. Su carrera profesional fue muy destacada: profesor de balística, hidrógrafo, miembro de la comisión inspectora de la construcción de los acorazados Moreno y Rivadavia (1910-1911), comandante de unidades importantes, representante de la Armada en conferencias internacionales, director de la Escuela Naval (1922), secretario general Naval (1927) y comandante de la Primera División (1930). Era miembro de la Sociedad Científica Argentina y, en 1917, junto con el capitán José Oca Balda y los naturalistas Adolfo Holmberg y Ángel Gallardo, creó el Instituto Oceanográfico Argentino; posteriormente, participó también en la fundación de la Liga Naval Argentina (1933) y de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires (1935). Desde 1935 estaba retirado del servicio, pero seguía activo publicando artículos relacionados con los intereses territoriales de la Argentina. Otro vicealmirante retirado, Ismael F. Galíndez, fue nombrado en Obras Públicas. Galíndez, también hombre del interior, nacido en 1871 en la Provincia de Córdoba, al igual que Storni tenía una respetable trayectoria, como uno de los pioneros en nuestro país, junto con figuras como la de Julián Irízar, en la exploración naval antártica. En 1904, como comandante de la corbeta Uruguay, inició la práctica de relevos de dotación del observatorio de la isla Laurie, en Orcadas del Sur; acudió en rescate de la expedición francesa dirigida por Jean-Baptiste Charcot, y al regreso pasó por la isla Decepción y el archipiélago Melchior. En agradecimiento, Charcot bautizó Argentina a un grupo de islas, ubicadas a occidente de la Tierra de San Martín o Península Antártica, una de las cuales lleva el nombre de Uruguay (por la corbeta) y otra el de Galíndez. Fue luego director de la Escuela Naval y, entre febrero y mayo de 1934, interventor federal en la Provincia de San Juan. Pero al ser designado en el gabinete, como denunciaban por entonces autores nacionalistas como José Luis Torres y Adolfo Silenzi de Stagni, Galíndez era director del trust eléctrico ANSEC, subsidiaria de la estadounidense Electric Bond and Share Company, cargo al que renunció el 8 de junio para asumir como ministro80.
Otra designación que mantuvo las hechas por Rawson fue la del general de brigada Diego I. Mason. Nacido en 1887, egresado del Colegio Militar en 1908 como subteniente de Infantería, ocupó destacados destinos, incluida la comisión de adquisición de materiales en Francia. En 1943 era comandante de la Segunda División de Ejército, por lo que resulta llamativo su nombramiento como ministro de Agricultura, cartera en la que, a diferencia de muchos otros camaradas en esos días agitados, supo conservar hasta octubre de 1944. Los otros tres representantes del Ejército en el gabinete, en cambio, eran jefes que habían provocado la defenestración de Rawson. Según los testimonios recogidos por Robert Potash, las designaciones fueron resueltas en una reunión en la noche del 6 de junio, de la que además de Ramírez participaron el teniente coronel Enrique González, el coronel Elbio Carlos Anaya y el teniente coronel Carlos Vélez, junto con el entonces ayudante del general Ramírez, Augusto G. Rodríguez, que actuó como secretario. Un íntimo amigo de “Gonzalito”, el coronel Alberto Gilbert, fue nombrado en Interior. Gilbert, nacido en 1887, oficial de Caballería egresado en 1909 del Colegio Militar, venía un poco demorado en su ascenso a general de brigada, que se concretó ese año. Oficial de Estado Mayor, ocupó el cargo de agregado militar en Chile del segundo gobierno de Yrigoyen y jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en 1931, agregado militar en España en 1932, fue jefe de Informaciones del Estado Mayor y al ser nombrado ministro era director general de Material del Ejército. Su camarada de promoción y de arma, el coronel Anaya, se hizo cargo del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, del que conviene recordar dependían entonces no solo los establecimientos de enseñanza y los fiscales, sino también las gobernaciones de los territorios nacionales. Para el Ministerio de Guerra, “Gonzalito” obtuvo la designación de Edelmiro Julián Farrell. Al igual que Mason, Farrell era de la 32.ª promoción del Colegio Militar, egresada en 1908, a la que además pertenecían los ya entonces generales Domingo Martínez, Manuel Castrillón, Carlos von der Becke y Eduardo Lápez, y también el dirigente de la Cruzada Renovadora de la UCR, Sabino Adalid. “El Mono” Farrell, recordado por su afición al tango, era oficial de Estado Mayor y, como ya se mencionó, fue el renovador de la organización e instrucción de las tropas de montaña en nuestro país. Estaba al frente de la Inspección de Tropas de Montaña y, al producirse la Revolución, inicialmente fue nombrado para comandar la Primera División de Ejército. Como se consideró necesario poner a un general al frente del Ministerio de Guerra, González pensó en él, posiblemente porque lo considerase, junto con Ramírez, el más confiable para el GOU81. Gonzalito no podía imaginar que estaba trabajando a favor de Perón.
El único integrante civil del elenco ministerial era el doctor Jorge Alejandro Santamarina, hermano de Enrique, el vicepresidente