Disfruta del problema. Sebastiano Mauri

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Название Disfruta del problema
Автор произведения Sebastiano Mauri
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789878388205



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ustedes son los que arrastran hacia arriba los bloques de piedra por las rampas. Sé que algunos de ustedes han estudiado cine.”

      Estoy a punto de levantar la mano, con la esperanza de diferenciarme enseguida de mis compañeros menos preparados.

      “Ya sé quiénes son, y los vigilo. Si se acercan al director de fotografía, quedan despedidos. Si les dirigen la palabra a los actores sin que se les haya pedido que lo hagan, quedan despedidos. Si tocan algo de la escenografía, quedan despedidos. ¿Entendido?”

      Dos o tres se unen al buen soldado y gritan: “SÍ, TODO CLARO”. Los más tímidos asienten, sin poder tragar siquiera.

      “Cigarros no es una peliculita para nenes de papá que juegan a hacerse los futuros Woody Allen. Hay reglas, y nadie tiene que infringirlas. Cualquier mínimo error puede costar centenares de miles de dólares a la producción en juicios, y no va a ser justamente por culpa de ustedes, sería culpa mía. Antes, los despido. Necesitamos solamente a ocho de ustedes, pero los hemos tomado a los doce porque ya durante la primera semana ruedan varias cabezas. Queda en ustedes decidir si será la propia o la de algún otro.”

      Nos miramos con hostilidad, oficialmente somos enemigos.

      “¿Queda claro?”

      “SÍ, TODO CLARO”, esta vez somos sólo dos los que asentimos en silencio.

      “Tú eres italiano, ¿verdad?”, dice señalándome.

      “Sí.”

      “Y tú, ¿mexicano?”, le pregunta al otro que hasta ahora no ha hablado.

      “En realidad soy español.”

      “Bueno, de esa zona. Es hora de que despierten, haber crecido en un país en vías de desarrollo no es excusa para ser siempre los últimos, ¿queda claro?”

      “SÍ, TODO CLARO”, respondemos, avergonzados.

      “Y lo mismo vale para las mujeres. ¿Quieren hacer los trabajos de los varones? ¿Quieren igualdad? El sueño de ustedes se hace realidad. No se aceptan frases como ‘Es demasiado pesado para mí’, ‘No puedo’, ‘Tengo miedo’. ¿Comprendido, señoritas?”

      “SÍ, TODO CLARO”, gritamos las cuatro mujeres y yo. Creí que nos decía a todos señoritas para humillarnos, como en Nacido para matar. En ese punto, ya estaba completamente metido en mi papel.

      “¿Te haces la graciosa, Cindy?”, ruge T.T. dirigiéndose hacia mí.

      “No, absolutamente no”, murmuro aterrorizado.

      “Esta es una película de autor, habrá varios artistas en el set. Mientras ustedes sólo trabajan, otros crean, a pocos pasos de distancia. Ustedes tendrán que ser transparentes, no existirán más que cuando yo les diga, ¿entendido?”

      “SÍ, TODO CLARO.”

      “Bienvenidos al mágico mundo del cine.”

      El primer día de grabación T.T. nos convoca en una esquina perdida de Brooklyn a las cinco y media de la mañana.

      Nos espera de pie, rígido como un poste, con las piernas abiertas, en pose. Parece que estuviera haciendo stretching, inmóvil. El último de nosotros llega tres minutos tarde.

      Quedamos once, ya antes de empezar.

      “Esto es para hacerles entender que no hay ningún margen de interpretación, nunca. Los actores llegan a las siete. Hoy están convocados Harvey Keitel, Harold Perrineau y William Hurt. Deberán decirles Mister Keitel y Mister Perrineau. William Hurt, en cambio, no cree en el star system, y por lo tanto todos los miembros de la troupe, sin excepción, tendrán que dirigirse a él llamándolo Bill. Además, Mister Hurt no firma autógrafos en ninguna circunstancia, porque firmar un autógrafo significaría creerse una estrella. A ustedes corresponde entonces la tarea de evitar que alguien se acerque a menos de cinco pasos de Mister Hurt, cosa que lo enfrentaría a la incómoda situación de tener que negar un autógrafo. Pero lo más importante es que tienen que hacerlo sin que Mister Hurt note que están alejando a la gente de él, porque esas son cosas de estrella. Si llego a ver siquiera la sombra de una persona no autorizada acercándose a él, haré que se arrepientan de haber nacido, ¿entendido?”

      “SÍ, TODO CLARO”, gritamos en bloque.

      Aprovecho que T.T. se aleja un poco y me acerco a la mesa del catering, que parece haber sido preparada por la bruja de Hansel y Gretel. Tal vez el objetivo es atraer a quienes pasan por ahí y hacerlos morir de un pico de colesterol.

      Es el primer día de filmación y aún no sé bien cuáles son mis derechos. Junto coraje para agarrar unos ositos de gelatina que guardo rápidamente en el bolsillo de mi campera.

      “¿Aprovisionándote para los tiempos difíciles?”

      Sorprendido in fraganti, me doy vuelta en seco.

      William Hurt me mira, riéndose.

      “No, no, disculpe.”

      Sin pensarlo, vuelvo a colocar los ositos en el plato.

      “No pidas disculpas, era una broma. Hola, soy Bill.”

      “Mucho gusto, Martino.”

      Le respondo manteniendo la cabeza baja y agrego: “Soy un asistente de producción”.

      Lo pongo sobre aviso, porque tal vez no sea oportuno que él me dirija la palabra. Si me ve T.T. probablemente me corte la lengua delante de todos.

      Tres asistentes de producción me observan a algunos metros de distancia.

      “El gusto es mío”, me responde afable Bill, y toma un plato de plástico para servirse unos huevos.

      “Nunca hay nada ni siquiera medianamente comestible en estos malditos buffets”, chilla, detrás de nosotros, la voz de una mujer.

      De alrededor de cuarenta años, con el cabello rojo fuego todo parado, vestida con varias capas de prendas de lana de diferentes colores que la hacen parecer la tía loca de Pippi Mediaslargas.

      “No se preocupen por el look de chiflada que tengo, es que soy actriz, este es el vestuario para la escena. Estas salchichas tienen un aspecto irresistible.”

      “¿Qué papel hace?”, le pregunta Bill.

      “Soy la Mujer Loca.”

      “No la recuerdo”, le dice con un tono veladamente inquisitivo.

      “Es la que da vueltas fuera del negocio de cigarros, la futura amenaza.”

      “¿Qué amenaza?”

      “No se sabe, queda como un misterio, corresponde al público hallar la respuesta.”

      “¿Y rodamos hoy la escena de la amenaza?”

      “Sí, es la primera que rodamos.”

      “Pensaba que en la primera escena estaba solamente Harvey.”

      Yo, mientras tanto, voy controlando la lista de los actores, y encuentro a Harvey Keitel pero no al personaje de la Mujer Loca.

      “Hay por lo menos veinte actores en la próxima escena. Mi papel es una interferencia. Es más difícil transmitir emociones sin recurrir al uso de la palabra. Todo se basa en la expresividad, como en el cine mudo.”

      Me agarra una duda terrible, controlo la lista de los extras. Ahí está, Mujer Loca, justo después del Barrendero y antes de la Niña en Bicicleta.

      ¿Cómo logró escapar de la sala de los extras y llegar hasta la mesa del catering para la troupe?

      “¿No es increíble que estemos trabajando con Harvey Keitel?”, pregunta la mujer.

      “Sí”, responde Bill, que ya se puso tenso.

      “Me dijeron que estará también Stockard Channing mañana, ¿verdad?”

      Esto yo tampoco lo sabía, en secreto me emociono.