Название | Las maletas del olvido |
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Автор произведения | Pilar Mayo |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788417451080 |
La madre perfecta no existe, aunque para mí estaría más cerca de serlo la que cría a sus hijas sola porque su marido desaparece para siempre después de decidir que quiere vivir la vida y que le viene grande el oficio de padre. La que se levanta a las cinco de la mañana para dejar la comida preparada porque trabaja tantas horas en una mierda de fábrica que si no cocinara de madrugada no tendría tiempo para estar con ellas después. La que no se da un capricho nunca porque el dinero no alcanza y, a ratos, está tan agotada que le molestan hasta sus hijas. Y llega incluso a plantearse si no hubiera sido mejor no tenerlas, para arrepentirse enseguida de esos pensamientos que hacen que se sienta una mala persona y una madre nefasta. Esa misma que miente a lo grande y les dice que su padre se ha tenido que ir a trabajar fuera, que no viene a verlas porque está muy lejos y trabaja mucho para que no les falte de nada, porque su papá las quiere más que a nada en el mundo. Después, de noche, a escondidas, escribe cartas que echa al correo para que ellas piensen que se las ha escrito él.
Los recuerdos duelen, a pesar del tiempo que ha pasado, y por un instante pienso que me echaré a llorar, porque ellas no eligieron a su padre, la culpable fui yo, que no supe elegir. La mujer de la manicura perfecta me ha estropeado el día, sigue hablando sin parar, no se calla y me está dando dolor de cabeza. Intento no escucharla, cosa que me resulta muy difícil. Las ganas de llorar aprietan y pienso en que a lo mejor si hubiera tenido una sopera y hubiera hecho todas esas cosas que dice mi marido no se hubiera ido con otra.
Le digo a la peluquera que no me encuentro bien, que vendré otro día, y me voy a casa. Me siento derrotada y me pregunto si la situación que están viviendo ahora mis hijas es una consecuencia del abandono de su padre y de haber tenido una madre a veces ausente, porque no podía llegar a todo, y a veces absorbente por el mismo motivo, y no sé si todas estamos tocadas psicológicamente ni hasta cuándo seremos capaces de soportar esta situación.
Inés
Ya se han ido. ¿Por qué no me dejarán tranquila? Qué pesada que es mi madre. Sé que se preocupa por mí, pero a ella no la dejaron plantada el día antes de su boda con el piso montado ni tuvo que llamar a los invitados para anular la ceremonia sin saber qué decir. ¿Qué explicación podía dar? ¿Que el novio había descubierto que estaba enamorado de otra mujer, a pesar de que el día antes había hecho el amor con la que estaba a punto de convertirse en su esposa y con quien iba a compartir el resto de su vida?
A ratos lo disculpo diciéndome a mí misma que fue honesto: no me quería y no hubiéramos sido felices. Pero la mayoría del tiempo lo odio por lo que me hizo: no había necesidad de esperar tanto, debió haberme dejado antes. Y esa manera cobarde de decírmelo, por teléfono, sin atreverse a dar la cara.
¿Cómo es que no me di cuenta antes? Me martirizo pensando eso, en lo ciega que estuve. Quizá si no hubiera sido tan ingenua no lo hubiera pasado tan mal después. Perder algo que no es perfecto no duele tanto, aunque para mí él lo era y nuestra relación también. Lo peor de todo fue tener que ir a recoger mis cosas al piso en el que íbamos a vivir. Me dio la sensación de estar vaciando los armarios de un difunto. Me había imaginado lo doloroso que debía ser deshacerse de las pertenencias de un ser querido cuando fallece; y ahí estaba yo, sacando cosas de los cajones, llenando cajas y maletas sin poder parar de llorar; con mi madre ayudándome e intentando animarme a su manera, que no siempre es la mejor. Tendría que haberle hecho caso y haber llenado una maleta de recuerdos y de pasado, como si todo lo que viví con él no hubiera existido, cerrarla y tirar la llave. Pero ¿cómo se hace eso? «Inés, deja una maleta vacía y llénala de las cosas que quieras olvidar, tómate tu tiempo y mete todo lo que no quieras recordar porque te hará daño. La dejaremos tirada por el camino, así, cuando tengas la tentación de recordar, pensarás en que es mejor olvidar, mete lo que duele en una maleta y abandónala». No quise decirle que no, aunque me parecía ridículo. Estaba tan hecha polvo que todo me daba igual. Lo que a cualquiera le parecería un disparate, en mi madre es lo más normal del mundo. Me dejó sola en una habitación con una maleta vacía abierta, una libreta y un boli, para que hiciera una lista con todo de lo que quería deshacerme. La tiramos en un contenedor antes de llegar a casa. Lástima, porque abandoné la maleta allí, pero traje conmigo lo que tendría que haberse quedado en su interior y no soy capaz de hacer que desaparezca.
Cuando lo analizo, pienso que ya debería sentirme bien, pero el amor es irracional. Cada vez estoy más gorda, todo me queda pequeño y, como salgo poquísimo, ni me visto. Lo único que conservo de mi vida anterior son los labios pintados de rojo. Esa boca que tanto le gustaba a él. Siempre me decía que mis labios estaban hechos para ser besados. Cuando me miro al espejo es lo único bonito que veo. La cara me ha engordado y la papada me tapa el cuello hasta un punto que parece haber desaparecido; sin embargo, no puedo dejar de comer. Como no tengo bastante con mi madre, anoche Muriel me hizo sentir fatal.
«Tita, no puedes estar así, ese tío era un gilipollas. ¿No veías cómo le miraba las tetas a mi madre? Debería darte igual que te dejara, hay más hombres y más guapos. Estás muy gorda, con lo guapa que eras. ¿Por qué no llamas a tus amigas? No sales nunca. Además, a veces es mejor estar sola. Mira, mi madre no quiere a mi padre ni él la quiere a ella, eso es peor que que te dejen. Cuando sea mayor, si me caso, no quiero estar con una persona que no me quiera, prefiero que me deje, como te pasó a ti. ¿Para qué estar con un hombre que no te quiere? Eso es engañar al otro aunque no le pongas los cuernos. Mis padres no hacen nada juntos, no se quieren ni se soportan. A mí tampoco me quieren. —Suspiró y esperó un poco antes de seguir hablando—. Les da igual lo que haga, no se preocupan si me voy a casa de una amiga el fin de semana y no los llamo, ellos no me llaman para nada, no saben si estoy bien o si me ha pasado algo. Alguna vez he llegado a casa borracha después de una noche de fiesta y ni siquiera me han reñido, han hecho como que no han visto nada. A ti la abuela te quiere y se preocupa por ti, qué suerte, y tú llorando por ese imbécil. ¿Por qué no te descargas una app para buscar pareja? —Ahí le cambió la voz, estaba emocionada con su ocurrencia y noté cómo se incorporó en la cama—. Ponemos una foto falsa por si te encuentras a algún conocido, a lo mejor conoces a alguien interesante,