El patriarcado no existe más. Roxana Kreimer

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Название El patriarcado no existe más
Автор произведения Roxana Kreimer
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789505567867



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el cuello, es decir, plantea que hombres y mujeres somos psicológicamente indistinguibles cuando nacemos, y que toda diferencia obedece a la socialización. Esto también es contrario a lo que muestran infinidad de estudios científicos que provienen de las disciplinas mencionadas, por lo que, como decíamos párrafos atrás, el feminismo hegemónico cultiva un reduccionismo sociológico, no menos problemático que el reduccionismo biológico del que sin fundamento alguno acusan a todo aquel que tenga en cuenta a la biología, así como acusan de lo mismo a cualquiera que sugiera que los seres humanos no nacemos como páginas en blanco (tabulas rasas).

      En el tercer capítulo, debato con diversas autoras que acusaron a las neurociencias y a la psicología de promover el sexismo a través de la diferenciación de predisposiciones psicológicas de hombres y mujeres que no son producto de la socialización. Me concentro en particular en los trabajos de Lucía Ciccia, la que más publicidad recibe en circuitos de divulgación feministas de Buenos Aires, y en uno de Daphna Joel, la psicóloga en la que basa su encuadre téorico, que influyó al feminismo de todo el mundo eludiendo la perspectiva evolucionista, y en incontables estudios que no pueden ser ignorados si se quiere tener una visión científicamente informada sobre estos temas.

      Argumentaré también en favor de la idea de que la disimilitud de muchos rasgos que en promedio se observan en hombres y mujeres, que son más parecidos que diferentes, no nos predispone en favor de ninguna política social en particular. Igualdad de características e igualdad de derechos son cuestiones diferentes, y quien los confunda comete –tal como dijimos párrafos atrás– la llamada falacia naturalista, que consiste en inferir cómo deben ser las cosas a partir de lo que son o aparentan ser. Las predisposiciones diversas que en promedio muestran hombres y mujeres son el resultado del enfrentamiento de estrategias distintas en la evolución humana, lo que supuso que, además de los desafíos comunes de la supervivencia, tuvieran que adoptar estrategias distintas en el orden de la reproducción, algo que impactó e impacta fuertemente en preferencias, intereses y conductas promedio que afectan áreas de la vida muy alejadas de la crianza y la preocupación por el bienestar de la progenie. Una versión de este capítulo, el tercero, titulada “¿Es sexista reconocer que hombres y mujeres no son idénticos? Una evaluación crítica de la retórica neurofeminista”, fue corregida por uno de los investigadores más reconocidos en la materia, el psicólogo Marco del Giudice, de la New Mexico University, en Estados Unidos, quien la aprobó para su publicación en una revista académica española con revisión de pares, Disputatio, en un número bilingüe especialmente dedicado al escepticismo (publicado online el 24 de noviembre de 2019).

      El presupuesto de que hombres y mujeres serían psicológicamente indistinguibles si no reprodujeran los estereotipos de género lleva a borrar toda disimilitud específica y toda preferencia que en promedio pueda ser más frecuente en un sexo o en otro. Si nacemos como páginas en blanco, tal como postula el feminismo hegemónico, todo tema, oficio o profesión que no fuera desarrollado por 50 % de mujeres y 50 % de varones padecería de un desequilibrio sexista a ser remediado. A lo largo del libro, veremos cómo esta presuposición en la práctica termina postulando que una mujer “empoderada” debe elegir igual que un varón: dialogar sobre los mismos temas, escoger los mismos oficios y profesiones, leer los mismos libros o crear las mismas obras de arte. Si hay 80% de varones que estudian ingeniería o matemáticas, se culpa al “patriarcado” y a la reproducción de los estereotipos de que no haya más mujeres. Si en cambio hay 80 % de mujeres que estudian psicología, eso parece perfectamente justo y no amerita consideración alguna. Un esquema que termina generando una forma imperceptible de “machismo”, puesto que toda preferencia que contenga rasgos asociados a los modelos tradicionales femeninos sería rechazada y tildada de conservadora. La lectura de los tres primeros capítulos facilitará la comprensión del cuarto, en el que se abordará el tema de la diversidad de oficios y profesiones que en promedio desarrollan hombres y mujeres y que no son el resultado exclusivo de los estereotipos culturales. En este examen veremos cómo se reflejan los marcos teóricos de los capítulos anteriores.

      Analizaremos también en el capítulo IV la llamada “paradoja de la igualdad”, por la que en los países con mayor igualdad de género y en los grupos económicamente favorecidos, parece haber una mayor tendencia a que las mujeres desarrollen oficios típicamente femeninos y ambos sexos muestren rasgos típicos de personalidad para cada sexo. Nos preguntaremos si es ética y políticamente deseable que una mujer se dedique sólo al hogar y a los hijos o si existe algún tipo de compromiso ético que todo ciudadano debe asumir con tareas que excedan el marco de su círculo familiar. Como tema filosófico es fascinante, ya que está en el cruce de diversos principios de justicia y de variadas consideraciones.

      Además de constatar la falta de un marco evolucionista, empecé a notar que buena parte de los datos que manejaba el feminismo hegemónico carecía de evidencia o era el resultado de estadísticas en las que no se controlaban variables. El problema con la evaluación de datos ya había sido destacado por la filósofa Christina Hoff Sommers, una de las fundadoras del feminismo disidente, en su libro Who Stole Feminism? (“¿Quién se robó el feminismo?”), que comienza justamente señalando que el número de anoréxicas es considerablemente menor al que contabiliza el feminismo hegemónico, sin que esto suponga restar importancia a esta problemática. Para chequear los datos del feminismo hegemónico nació una sección de nuestro sitio web www.feminismocientifico.com.ar y de nuestra cuenta de Twitter @feminisciencia y @feminiscience (en inglés) con el hashtag #chequeandodatafeminista.

      La falta de rigor y las distorsiones cognitivas en el manejo de los datos se ven reflejadas en tres temas que forman parte del núcleo duro de los reclamos del feminismo hegemónico: (1) el “techo de cristal”, que es el supuesto sexismo que regiría para el acceso de mujeres a cargos jerárquicos, (2) la brecha salarial, y (3) la violencia que padecen las mujeres. A estos tres temas están consagrados los capítulos V, VI y VII, respectivamente. El capítulo V es uno de los más originales del libro ya que, además de evaluar diversos estudios científicos, analiza en forma directa datos provenientes de diversos ámbitos en los que es posible observar que no hay evidencias que permitan sostener que a las mujeres las discriminan, impidiéndoles ocupar cargos jerárquicos. Las jefaturas de hombres y mujeres tienden a ser proporcionales a la cantidad de hombres y mujeres que ocupan un área laboral y, por otra parte, el hecho de que la mayoría de las mujeres sean madres y de que la mayor parte de las mujeres no se sientan felices concentrando su vida exclusivamente en el trabajo juega un papel que analizaremos en detalle.

      En el capítulo VI analizaremos en detalle otro de los datos erróneos repetidos hasta el cansancio por el feminismo hegemónico y por los medios de difusión: que la brecha salarial implica desigual paga por el mismo empleo, sin tener en cuenta cantidad de horas trabajadas, tipo de trabajo, edad de las mujeres, si son madres o no, y si existe una transferencia de recursos de los hombres hacia las mujeres cuando viven bajo un mismo techo.

      Uno de los argumentos que a menudo se esgrimen para sostener que vivimos en un patriarcado es la violencia que padecen las mujeres, desde sus variantes sexuales (acoso, violación) hasta el asesinato perpetrado por sus parejas o exparejas. En el capítulo VII nos ocuparemos de la necesidad de definir qué entendemos por “violencia de género” y de la de garantizar los derechos de las personas con independencia de su sexo. Presentaremos estadísticas que muestran que en todo el mundo la inmensa mayoría de las víctimas de homicidios son hombres, algo que no quita dramatismo al homicidio de mujeres pero que nos permite analizar el tema con mayor objetividad. Cuestionaremos muchos de los supuestos que se manejan cuando se habla de “violencia de género”. Aportaremos datos respaldados por estudios empíricos sobre los homicidios que cometen las mujeres en el ámbito doméstico: son las principales homicidas de sus hijos en todo el mundo (no nos referimos al aborto) y también matan a sus parejas y exparejas, y casi nunca por razones diferentes a las razones por las que ellos las matan a ellas. ¿Puede haber algo más sexista que considerar que la violencia de un sexo es más grave que la de otro sexo? Tal afirmación sólo es posible si se culpabiliza a todos los varones por las faltas de una ínfima minoría. También si se sobregeneraliza con una explicación sencilla y fácil de digerir como que “se mata por ser mujer”. Sin negar que el odio de género pueda estar presente en episodios de violencia, esta explicación demasiado sencilla no es consistente con la literatura