El patriarcado no existe más. Roxana Kreimer

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Название El patriarcado no existe más
Автор произведения Roxana Kreimer
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789505567867



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       Derechos reproductivos

       XV. Por qué ya no vivimos en un patriarcado

       El concepto de patriarcado

       Algunos hitos en la historia del patriarcado

       El concepto de patriarcado en la actualidad: vacuo y omniexplicativo

       La legislación argentina

       El patriarcado en los países musulmanes

       XVI. Corrección política, autoritarismo y el humor que hemos perdido

       Los chistes de los Monty Python hoy serían considerados sexistas

       Porno y trabajo sexual: el debate entre el feminismo liberal y el radical

       XVII. Conclusiones

Kreimer, RoxanaEl patriarcado no existe más / Roxana Kreimer. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2020.Archivo Digital: descarga ISBN 978-950-556-786-71. Estudios de Género. I. Título.CDD 305.42

      Diseño de portada: Margarita Monjardin.

      Diagramación de interior: B de vaca [diseño]

      © 2020, Roxana Kreimer

      © 2020, Queleer S.A.

      Lambaré 893, Buenos Aires, Argentina.

      Primera edición en formato digital: diciembre de 2020

      Digitalización: Proyecto451

      Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.

      Inscripción ley 11.723 en trámite

      ISBN edición digital (ePub): 978-950-556-786-7

       A todos los que tienen el coraje intelectual de hablar en público sobre temas controvertidos como los que se abordan aquí, y a los que se atreverán en el futuro.

      ¿Vivimos en una sociedad en la que las mujeres están peor que los hombres? ¿Asistimos a un predominio masculino, tal como sugiere el concepto de patriarcado? Me dedico a la filosofía científicamente informada y considero que la forma más seria en que podemos examinar racionalmente este fenómeno es derivando del concepto de patriarcado hipótesis falsables, es decir, conjeturas que podamos establecer si son verdaderas o falsas por medio de procedimientos empíricos. La manera de saber si existe el patriarcado es analizar empíricamente los reclamos del feminismo, establecer en primer lugar si son legítimos, y si juntos permiten concluir que vivimos en un sistema en el que las mujeres se ven más perjudicadas que los hombres. Algunas de estas hipótesis falsables se derivan de conceptos como: brecha salarial, techo de cristal, violencia de género, cosificación del cuerpo femenino, discriminación, persistencia de estereotipos que contribuirían a la subrepresentación de las mujeres en carreras técnicas como ingeniería, física, matemáticas o ciencias de la computación.

      La palabra patriarcado tiene una carga negativa asociada al género masculino. No siempre formó parte del núcleo duro del feminismo (presente incluso en las marchas feministas con el canto “Se va a caer”). Apareció recién con el feminismo radical en la década del setenta del siglo XX. Sin embargo, hombres y mujeres impulsaron y perpetraron esos roles, que admiten otras lecturas que no son las que predominaron a partir de la segunda mitad del siglo XX. Las feministas corporativas dirán que el patriarcado estaba internalizado en ellas, con lo cual convierten en infalsable cualquier hipótesis que las contradiga y mantienen el papel de víctimas. En su libro Who Stole Feminism? (“¿Quién se robó el feminismo?”) , la filósofa Christina Hoff Sommers diferencia al feminismo corporativo, que sólo lucha por favorecer a la mujer, del feminismo de la igualdad, que reconoce que ambos sexos padecen sexismo y desventajas, y en lugar de victimizarse y culpabilizar, busca soluciones racionales a los problemas. Otra palabra cuyo uso se ha generalizado como sinónimo de feminismo corporativo es hembrismo, por analogía con el machismo. Puede funcionar como sinónimo de misandria o de desprecio a los hombres. Otras veces se la define como discriminación sexual hacia los varones.

      Llegué a la problemática de género desde el escepticismo, que en su variante contemporánea es una perspectiva frente al conocimiento que requiere dudar de toda la información que no esté sustentada en la evidencia. Investigaba en el marco de la filosofía experimental, una corriente de la filosofía que nació en el siglo XXI como una interdisciplina que aplica los métodos de la psicología experimental a temas vinculados con la filosofía. Estaba consagrada al estudio de por qué las mujeres creen más en Dios y en las pseudociencias en general, al de la diversidad de género en el juicio moral y en los chistes que les causan gracia a hombres y mujeres, cuando comencé a toparme con información que provenía del feminismo. En un primer momento advertí que tiene una perspectiva constructivista por la cual atribuye enteramente las diferencias de sexo a la socialización. Esto constituye un problema porque, para averiguar si vivimos en un patriarcado, primero necesitamos tener un buen marco interpretativo de la evolución de la vida humana. Ignorarlo lleva al feminismo hegemónico a serios errores en los diagnósticos que formula, no porque la biología nos determine, ya que interactúa con la cultura, sino porque el reduccionismo sociológico es tan peligroso como el reduccionismo biológico al ofrecernos una visión muy parcial de los fenómenos a ser examinados. Como carece por completo de una perspectiva biológica y evolucionista, en sus desarrollos teóricos el feminismo hegemónico ignora buena parte de los adelantos científicos de las últimas décadas, y las contadas veces que apela a alguno de ellos, lo hace en forma sesgada.

      Soy consciente de que no hay un solo feminismo, de que no se trata de una doctrina ni de un movimiento político unitario y coherente. No obstante, englobo a los feminismos existentes en el término hegemónico, considerándolos uno solo, a partir de elementos en común que encuentro decisivos para el diagnóstico de las problemáticas de género:

      (1) Carece de una perspectiva científicamente informada porque ignora el impacto que tuvo la evolución en el cerebro de hombres y mujeres y, si lo toma cuenta, lo hace sin convocar bibliografía reciente y mediante prejuicios infundados.

      (2) Su encuadre es posmoderno, de modo que en general no cree que haya una cosa más verdadera que la otra, y abreva en autoras de escritura inútilmente enrevesada como Judith Butler.

      (3) Funda parte de su teoría en una pseudociencia como el psicoanálisis y en teóricos que manejan datos sesgados o que no están respaldados por la evidencia. (Quien desee informarse sobre las razones por las que el psicoanálisis es una pseudociencia puede consultar el artículo de Gerardo Primero “¿Por qué falla el psicoanálisis?” en el portal de internet Ansiedad y vínculos www.ansiedadyvinculos.com.ar/porquefalla.htm).

      (4) No está abierto al debate: desarrolla una actitud intolerante o indiferente cuando se cuestionan sus ideas.

      (5)