El patriarcado no existe más. Roxana Kreimer

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Название El patriarcado no existe más
Автор произведения Roxana Kreimer
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789505567867



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a cabo muchos científicos es insuficiente y la falta de comunicación interdisciplinaria lleva a que quienes estudian sociología o ciencias políticas no siempre estén actualizados en relación a las investigaciones en biología. Una situación análoga se da entre psicólogos que en la facultad rara vez reciben una buena formación en política, sociología y economía. Incluso divulgadores académicos que valoro y que tratan de hacer conocer estos temas organizan más conferencias para plantear la problemática que para divulgar los sorprendentes descubrimientos científicos de los últimos años. Pero no podremos avanzar si no conocemos cómo biología y cultura interactúan y afectan los pensamientos, las emociones y las conductas humanas.

      Esta es la razón por la que me propongo que –hasta donde sé– por primera vez un libro integrador recorra un amplio espectro de temas que hacen a la problemática de género. Algunos libros desarrollaron la cuestión de las diferencias de sexo desde la perspectiva de la psicología evolucionista (La evolución del deseo de David Buss, Male, Female: The Evolution of Human Sex Differences [”Masculino y femenino: la evolución humana de las diferencias de sexo”] de David Geary o La gran diferencia de Simon Baron-Cohen, entre otros). Hay libros que se ocuparon de chequear algunos datos que provienen del feminismo o de reflexionar sobre él desde una perspectiva filosófica (Who Stole Feminism? [“¿Quién se robó el feminismo?”] de Christina Hoff Sommers, Free Women, Free Men: Sex, Gender, Feminism [“Mujeres libres, hombres libres: sexo, género, feminismo”], una recopilación de artículos de Camille Paglia, Sexual Harrassment and the Future of Feminism [“Acoso sexual y el futuro del feminismo”] de Daphne Patai, entre otros). También hay libros que abordaron las desventajas y el sexismo que padecen los varones (Deshumanizando al varón: Pasado, presente y futuro del sexo masculino de Daniel Jiménez, El mito del poder masculino de Warren Farrell, The Second Sexism: Discrimination Against Men and Boys [“El segundo sexismo: discriminación contra los hombres y los chicos”] de David Benatar o Is There Anything Good About Men? [“¿Hay algo bueno que se pueda decir sobre los varones?”] de Roy Baumeister, entre otros). El patriarcado no existe más tiene un objetivo integrador: se propone abarcar un amplio espectro temático, desde los tópicos que están vinculados con la biología hasta los que implican el análisis de los datos que provee el feminismo hegemónico, la cuestión judicial o sus implicaciones políticas.

      Sin contar con una perspectiva científicamente informada en relación a lo que hombres y mujeres tienen en común y a lo que los diferencia, no es posible comprender cuestiones tales como por qué hay menos mujeres en cargos jerárquicos –tema del capítulo V– o por qué fascina tanto la belleza femenina –tema del capítulo XII–, entre muchas otras que serán desarrolladas en las páginas que siguen. Enlazar los temas judiciales con los problemas que presentan buena parte de las estadísticas que manejan los centros feministas productores de conocimiento también puede enriquecer la comprensión de temas que parecen distantes entre sí, pero que están íntimamente relacionados. Del mismo modo, el propósito es que cada capítulo pueda ser relacionado en forma directa o indirecta con el otro.

      Ante la imposibilidad de diálogo con el feminismo hegemónico, a mediados de 2017 emprendí el proyecto Feminismo Científico en Twitter con @feminisciencia, que en pocos meses alcanzó una amplia repercusión en el mundo hispanoparlante, @feminiscience, su versión en inglés, la página Feminismo Científico en Facebook y el sitio web www.feminismocientifico.com.ar. El propósito fue el de conocer y divulgar las diferencias entre hombres y mujeres sobre la base de la evidencia científica para formular mejores diagnósticos sobre las problemáticas de género y sugerir soluciones adecuadas para ellas.

      ¿Por qué conservé para este proyecto el término feminismo si critico tanto a este movimiento? Preferiría llamarlo “movimiento por la igualdad de género” antes que feminismo, ya que el primero incluye tanto a las mujeres como a los varones, pero denominé a la iniciativa que llevo adelante “Feminismo científico” porque:

      (1) Es una manera de subrayar los datos y marcos teóricos cuestionables del feminismo hegemónico.

      (2) El término “feminismo” es bien conocido y en las redes sociales es fácil relacionarlo con los temas que abordamos.

      (3) Es una manera de plantear a las feministas temas que no ocupan su agenda.

      (4) También comparto algunos objetivos del feminismo contemporáneo, condensados en el capítulo XIV, y me inscribo en la tradición del feminismo de la primera ola, que obtuvo el derecho a la educación, al voto y a gran cantidad de derechos civiles, un feminismo del que también participaron muchos hombres como Stuart Mill o Montesquieu, y que representa una de las grandes conquistas del siglo XX y de la civilización.

      Hablar de feminismo “científico” en este contexto significa “feminismo basado en la evidencia científica”. Es una forma de dar a entender que el feminismo hegemónico abandonó el propósito ilustrado de sus orígenes, guiado por las ideas de razón y progreso social, y lo reemplazó por el posmodernismo, una orientación filosófica que cuestiona la existencia de la verdad y juzga que “todo depende del cristal con que se mire”, lo que lleva a sus representantes a no avalar, por ejemplo, las luchas de las mujeres islámicas para dejar de verse obligadas a usar el hiyab (velo). Sin justificación válida alguna, asocian la crítica al islamismo con el racismo.

      La filósofa Martha Nussbaum se pregunta en su artículo “El profesor de parodia” por qué una de las sombras tutelares del feminismo, Judith Butler, prefiere escribir en un lenguaje tan enrevesado. Aunque rechaza el término posmodernismo por vago, Butler escribe en el estilo de la tradición filosófica continental, que tiende a considerar al filósofo como una estrella que fascina por su oscuridad, más que como un interlocutor entre iguales, escribe Nussbaum. Cuando las ideas se expresan claramente, después de todo, pueden separarse de su autor: uno puede tomarlas y darles vida propia. Cuando permanecen misteriosas, se sigue dependiendo de la autoridad de origen. El pensador sólo es atendido por su carisma turgente. Uno queda en suspenso, esperando con ansiedad el próximo movimiento. ¿Qué significa que nos diga que “la agencia de un sujeto presupone su propia subordinación?” De esta manera, señala Nussbaum, la oscuridad crea un aura de importancia. Induce al lector a conceder que, dado que no puede entender lo que se dice, debe haber algo significativo, cierta complejidad de pensamiento a la que no puede acceder. La oscuridad llena el vacío dejado por la ausencia de una verdadera complejidad de pensamiento y argumento (Nussbaum, 1999).

      El primer capítulo enumera algunos rasgos que nuestra especie comparte con otros animales, puesto que aunque vivamos en sociedades altamente industrializadas, somos un animal, una idea que proviene de los estudios de Charles Darwin sobre la evolución y que increíblemente todavía sobresalta a las personas. Por ejemplo, compartimos con otros animales (1) gran cantidad de estrategias, como la mayor selectividad de las hembras, puesto que invierten más tiempo y energía en la reproducción, lo que lleva a los machos a competir directa o indirectamente para acceder a ellas (en forma directa con violencia física e indirecta con recursos y estatus); (2) la preferencia por parte de las hembras de machos con estatus y acceso a recursos, lo que favorece la supervivencia de la cría; (3) la mayor reproducción de las hembras en relación a los machos (un macho con estatus se aparea con varias hembras), entre otros rasgos fascinantes.

      Un problema central del feminismo hegemónico es que no utiliza la teoría de la selección sexual de Darwin para explicar las diferencias de sexo. Darwin postuló esta teoría en su libro de 1871 El origen del hombre, la selección en relación al sexo. De este tema nos ocuparemos en el capítulo II. Allí plantearemos cómo la selección sexual articuló muchas diferencias entre hombres y mujeres. El feminismo hegemónico ignora o interpreta de manera sesgada investigaciones que a partir del enfoque evolucionista resultan consistentes entre sí y provienen de disciplinas diversas, como las neurociencias, la etología, la psicología evolucionista –mal entendida incluso por algunos escépticos y críticos del feminismo– la primatología, la antropología evolucionista, la genética conductual y la psicología experimental.

      Si se cree en la evolución, se tiene que creer que los genes influyen en las diferencias individuales. La