Route 66, Fila7. Francisco Sepúlveda

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Название Route 66, Fila7
Автор произведения Francisco Sepúlveda
Жанр Изобразительное искусство, фотография
Серия
Издательство Изобразительное искусство, фотография
Год выпуска 0
isbn 9788416110940



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enfrentamiento de los enamorados contra el muro de la sociedad y la incomprensión del entorno.

      Y todo ello a pesar del esquematismo y la obviedad de algunos personajes, tema del que opinaré más adelante. Vayamos por partes.

      Elia Kazan fue un gran director. De eso no cabe ninguna duda. Puede gustar o no gustar su estilo, pero fue creador de un tipo de melodrama desaforado, algo más sucio y descarnado que Douglas Sirk, menos elegante que Minnelli, pero con una fuerza en las historias, las interpretaciones y el encuadre que sobrepasaba la pantalla.

      Resulta poco menos que imposible resistirse al atractivo de “Un tranvía llamado deseo”, negar la intensidad de “Al este del Edén”, obviar la turbiedad de “Baby doll”, sustraerse a la leyenda de “La ley del silencio” o no apreciar la fuerza de “Río salvaje”.

      Elia Kazan ha pasado a la historia del Cine americano no solo por ser el creador de estas películas míticas, sino por la delación de sus compañeros ante el Comité de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy, en unos tiempos en los que ser comunista en América era mucho más que una lacra. Un delito. Una ignominia. El pasaporte hacia la nada. El rechazo de todos los estamentos de la sociedad norteamericana.

      Kazan perteneció al grupo de los delatores. Hollywood nunca se lo perdonó. La prueba más irrefutable de ello tuvo lugar en la concesión del Óscar honorífico en el año 1999, que Kazan recibió de manos de Robert de Niro y Martin Scorsese. Más de la mitad de la enorme sala se quedó sentada de brazos cruzados.

      No sería justo que la labor del Kazan-director se viera minusvalorada por el episodio del Kazan-delator.

      Obviamente no fue una actitud loable. Podemos incluso estar de acuerdo en que se trató de un acto de mezquindad, sin entrar en otras valoraciones derivadas de la presión recibida por los delatores y la lógica perspectiva de unos tiempos difíciles en los que simplemente se manejaban otras prioridades y se jugaba con otras reglas.

      Separemos el arte del comportamiento, las decisiones profesionales de las humanas, la obra de la persona. Solo así podremos valorar en su justa medida los logros de artistas que, incluso aun dejando mucho que desear en sus actitudes vitales, nos legaron obras que permanecen en el recuerdo sobrevolando a la persona de su autor para erigirse en entes artísticos independientes que ya forman parte del imaginario colectivo.

      La historia: Bud Stamper y Deanie Loomis son dos jóvenes enamorados que estudian en el mismo instituto de un pueblo de Kansas. Corre el año 1928. El padre de Bud es un potentado soberbio e irascible. Su madre, una mujer pusilánime continuamente ninguneada por su despótico marido. La hermana de Bud, el contrapunto de éste: una joven díscola y alocada que regresa a casa después de un episodio desagradable (un aborto que la censura en España no supo ocultar en el guion). Ni que decir tiene que Bud es el prototipo del sano cachorro americano, joven, guapo, popular, capitán del equipo de rugby. El sueño de todas las chicas.

      Los padres de Deanie pertenecen a otra extracción social. Son unos humildes tenderos en cuyo matrimonio se invierten los papeles asignados a los Stamper. El padre, hombre tranquilo y trabajador, eclipsado por su esposa. Ésta, un ser mezquino, interesado, difícilmente soportable y de una ruindad en verdad casi caricaturesca. Deanie, a pesar de los mimbres, es una buena chica, para la que la vida no tendría sentido sin Bud.

      No habiendo ninguna duda del amor que se profesa la pareja, la película ahonda en el deseo. El deseo carnal visto desde diferentes puntos de vista: para Bud, como un tesoro inalcanzable, una liberación, un complemento del amor que siente por Deanie. Para ésta, una fruta prohibida, una tentación golosa pero susceptible del castigo divino.

      Los pareceres de ambos sobre el sexo son consecuencia directa de su educación y de la sociedad en la que viven. La madre de Deanie asfixia a la chica con apocalípticas advertencias acerca del sexo prematrimonial. Incluso cuando tocan el tema del matrimonio le sermonea continuamente con el rancio discurso de la esposa abnegada que no debe disfrutar de esas cosas como lo hace un hombre, y atosiga y atormenta a su hija mediante un morboso y continuo interrogatorio.

      El padre de Bud aconseja a su hijo esperar al matrimonio, pero con la aclaración de que hay un mercado paralelo de mujeres en el caso de que el chico no pueda controlar por más tiempo sus impulsos sexuales.

      En esta transmisión de padres a hijos, vemos que la de Bud es la actitud más lógica. Por un lado, no siente necesidad de poner freno a unos deseos que considera naturales. Por otro lado, hace caso omiso de los libertinos consejos de su padre ya que está realmente enamorado de Deanie. Espera su momento con la impaciencia propia de la juventud.

      Detengámonos algo más en el personaje del padre de Bud, figura decisiva en el devenir de los acontecimientos. Gestionando de manera absolutamente errónea el amor que sin duda siente por Bud, consigue un efecto contrario al esperado: está criando a un inútil.

      Stamper padre, que en su juventud cayó de una torre de perforación truncando por ello su prometedora carrera deportiva, vive su frustración a través de su hijo. Literalmente le dice en un momento del film: “Ahora tú vas a tener que correr por los dos”.

      Hombre egoísta, zafio, tiránico, insensible y profundamente misógino, encuentra su castigo en la figura de su hija, chica desinhibida y libertina. Ella es la antítesis de Bud y atesora el coraje suficiente para plantar cara a su despótico padre con su actitud, a pesar de que algún detalle de guion nos señala que en lo más hondo de su ser necesita de su cariño y aprobación.

      Bud, sin embargo, se encuentra atrapado bajo el yugo de su padre. Al igual que sucede con la señora Stamper, personaje más que interesante del que destacaré dos escenas concretas que reflejan de manera evidente su papel en la familia y el sometimiento a su marido.

      En el día siguiente al del regreso de la hermana, la familia se dispone a tomar el desayuno. En medio de la agria discusión que están manteniendo el padre y la hermana de Bud, la madre, al observar que éste sale de la casa sin desayunar, solo acierta a decir: “Ninguno de mis hijos se alimenta como es debido”. La buena señora se aferra a su realidad paralela, cerrando los ojos a los verdaderos problemas, ya que se encuentra no solo anulada por su marido, sino también aterrorizada por él.

      En otro momento, finalizado el partido en el que el equipo de Bud ha resultado triunfador, éste es felicitado por su madre, que se funde con él en un abrazo. Sin embargo, suelta a su hijo abruptamente, ya que repara en que está siendo observada por su marido. Es el colmo del sometimiento. La mirada furibunda del señor Stamper pone de manifiesto que el hijo varón es suyo, SOLO SUYO. Ella, en su enésima muestra de obediencia y humillación, libera inmediatamente a Bud de su abrazo. Su hijo simplemente no le pertenece. Ella es menos que nada en la familia Stamper.

      Esta escena del abrazo es una de las escasas sutilezas que se permite Kazan, ya que, si de algo pueden pecar los personajes del padre de Bud y de la madre de Deanie, es de tratarse de dos caracteres retratados con trazo quizá excesivamente grueso. Es a ello a lo que me refería al señalar con anterioridad cierto esquematismo en la película.

      Son dos personajes que rozan la caricatura, de una negatividad en verdad casi inverosímil, pero que sirven inmejorablemente a las intenciones de Kazan a la hora de que empaticemos con la tremenda presión a la que son sometidos los personajes de Bud y Deanie, presión que será el detonante del abandono de Bud y del terremoto emocional de la chica.

      La madre de ésta es con diferencia el personaje más negativo de la historia. El padre de Bud no deja de ser un iracundo y zafio patán. Sin embargo, la señora Loomis es una mujer repulsiva. Fría, insensible, egoísta y dominante, es incalculable el daño que infringe a su hija y su ceguera para no apreciar que Deanie es una pobre criatura al borde del colapso.

      Y es que Deanie es el pilar fundamental de la película. Se trata del personaje más perfectamente definido, y Kazan pone un especial cariño en el tratamiento del mismo.

      Por si estas razones fueran pocas, Deanie se beneficia de la interpretación de Natalie Wood, una actriz en verdad prodigiosa y no suficientemente valorada, que compone en esta