Название | Campo Abierto |
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Автор произведения | Max Aub |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788491343974 |
15 «Tres testigos españoles de la guerra civil», cit., p. 18.
16 La incomunicación entre los seres humanos constituye una de las características más relevantes de la concepción aubiana del mundo como laberinto, y la idea parece repetida con cierta frecuencia a lo largo de sus textos.
17 A los diálogos, soliloquios y monólogos de personajes se suma la transcripción de documentos, nuevas voces que se suman a la construcción de la poliédrica realidad: partes de guerra, transcripción de charlas radiofónicas, textos históricos, etc.
18 Soldevila: La obra narrativa de Max Aub (1929-1969), cit., p. 388.
19 «La calidad literaria de esta prosa se echa de ver en la abundancia, número, color, precisión, armonía y capacidad de sugerencia del lenguaje. Es un estilo que lo mismo corre en nerviosas escapatorias que se recrea –graso y turgente– en el periodo sonoro; acerado, viril, tajante y agresivo en ocasiones, sabe demorarse otras veces en sutilezas espaciosas o se complace en el logro de muy acerados cuadros».
20 «Aub no ha imitado el habla popular y coloquial con reproductivo mimetismo de sus giros y modismos sintácticos de más simple traslado, o con la indicación de sus peculiaridades fonéticas, o el empleo de voces vulgares y hasta soeces como picantes salpicaduras de sazón. Esta habilidad casi culinaria y de segundo grado no es artificio de escritor verdadero. Lo difícil es recrear literariamente el habla popular, descubriendo en ella como hálito poético, la intención psíquica y el don estético que residen, como últimas fuerzas sustentadoras de esas transformaciones populares del lenguaje, en el uso vulgar del idioma» (Literatura española contemporánea, La Habana, Cultural, 1952, p. 661).
21 Cf. especialmente Tuñón de Lara: «Lectura histórica de Max Aub» (Primer acto, 202, enero- febrero 1984), y González Pozuelo: «El laberinto mágico: Max Aub entre la novela y la historia» (Ínsula, 449, abril 1984).
22 «¿Qué significa recepción en los textos de ficción?», en J. A. Mayoral (ed.): Estética de la recepción, Madrid, Arco Libros, 1987, pp. 87-143; la cita corresponde a las pp. 104-107.
23 Las ideas apuntadas por Soldevila en la introducción a Campo cerrado aparecen desarrolladas con mayor amplitud en «Historia y ficción en La puerta de paja», en Congreso Vicente Risco, Santiago, Xunta de Galicia, 1995, pp. 301-320; y también en «Le roman historique et son evolution en Espagne», en M. L. Ortega (ed.): Le roman historique espagnol face a l’histoire (1955-19950), Fontenay / Saint Cloud, Ens Editions, 1996.
24 La postmodernidad (explicada a los niños), Barcelona, Gedisa, 1987.
25 He aquí algunas de las anotaciones de sus diarios correspondientes al año 1951:
19 de febrero: «Conversación con Rejano acerca de Campo abierto, que ha leído –le di el libro anteayer– hasta la mitad. Me reprocha haber escrito escenas que políticamente –según él– nos pueden perjudicar (Jorge Mustieles condenando a su padre, la ejecución del uruguayo). Callo. Para qué discutir. Sé lo que me contestaría si le dijese que de su posición, políticamente tal vez justa, se desprende la mediocridad de la literatura soviética al impedir que las cosas no se juzguen más que desde un solo plano. ¡Fuera todo claroscuro! ¡Todo a la mayor gloria de la victoria y que se chinche la literatura! Lo comprendo en ellos, comunistas que están seguros de la victoria, del nacer de un hombre nuevo. Pero los que dudamos… Al fin y al cabo la literatura –por lo menos la novela– es hija de la duda. La fe da otros cantos» (ed. cit., p. 203.).
11 de junio [no se especifica el interlocutor al que se dirige]: «Es evidente que al mezclar, al machihembrar el autor con sus personajes, cosa que fatalmente sucede si consideráis que las opiniones expuestas por éstos son las del autor –a menos que sean tan primarias o extremadas que no dejen lugar a dudas, lo cual está reñido generalmente con la verosimilitud– impedís que éstos cobren categoría humana. // Por otra parte, si los adversarios del régimen soviético sólo pueden aparecer como villanos, lleváis indefectiblemente la acción hacia la sencilla propaganda. // Tuviste la avilantez de decirme que yo hacía de los comunistas unos asesinos, te reto a que me digas dónde. No hay un solo personaje de Campo abierto que, siendo comunista, lo sea, ni de cerca ni de lejos». (ed. cit., p. 211).
13 de junio: «¿No os dais cuenta de que, porfiando por una dialéctica materialista, os dejáis envarar, a veces, en el más rígido idealismo; que perdéis de vista los hechos “por no enmendarla”? ¿Que hay en Campo abierto episodios que no son honor del nuestro? ¡Qué duda cabe! Bien está callar cuando se sirve, mal cuando no. ¿Es que seguimos teniendo ejército, es que vivimos hace quince años? ¿Tan tradicionalistas sois? En guerra estamos, sin duda, contra Franco, pero las condiciones de la misma han variado y, a mi juicio, más fuerte es hoy la verdad escueta que la propaganda. ¿Es que por reconocer que hubo incontrolados entre los nuestros vamos a dejar de tener razón? ¡Al contrario! Porque esos crímenes fueron forjados por los fascistas españoles al alzarse en armas contra el gobierno legítimo» (ed. cit., pp. 212-213).
Gabriel Rojas
24 de julio de 1936
–¿Cómo te encuentras? 1
Gabriel Rojas se despatarra ante su mujer, las manos en la cintura.
Ángela contesta cerrando los ojos: –Bien.
–¿Quieres que vaya a buscar al médico?
–No.
Ángela vuelve lentamente la cabeza buscando entre sus párpados entrecerrados la figura ya un poco rechoncha de su marido. Intenta sonreír, intenta sonreír débilmente, intenta que Gabriel comprenda que intenta sonreír.
–¿De qué te ríes?
–De tu facha.
Ángela está tumbada en una mecedora de la sala, perniabierta, enorme, con su bata de flores celestes y rosas. Gabriel, en mangas de camisa, la mira con amor. Ángela vuelve a dejar caer su cabeza, que enderezó para sonreír.
–¿Dolores? –la mujer asiente con la cabeza.
–¿Y tu madre?
–Se fue a casa. Tenía que hacer la cena de los chicos.
–¿Y Adelina?
–Fue a la tienda.
–Estará con el novio.
–Es lo más probable.
Una mueca desfigura la cara dulce y apacible de la mujer.
–¿Qué hago? –pregunta un tanto desamparado el hombre.
–Anda, anda a buscar a Renán. (Ya no le llama doctor, médico o don. El dolor abate distancias y allana tratamientos). 2
–¿Cómo te voy a dejar sola?
–Llama por teléfono.
Gabriel da media vuelta, sale al recibidor, llama a casa del médico. Le contestan que no está, toman el recado: seguramente telefoneará de un momento a otro: –Lo dejó dicho.
–Tome el recado: que venga corriendo.
–¡Gabriel!
Vuelve rápidamente a la sala.
–Llévame a la cama.
Con precaución el hombre pasa su brazo por la cintura de la mujer y la lleva hacia el dormitorio. Silencio en la calle, silencio en la ciudad, como si el tiempo no existiera. Ángela jadea; lleva un pañuelo a la boca, se lo pone entre los dientes. Párase a cada medio paso, echada hacia adelante, se apoya un momento en la mesa cubierta con