El líder más grande de la historia. Augusto Cury

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Название El líder más grande de la historia
Автор произведения Augusto Cury
Жанр Сделай Сам
Серия Biblioteca Augusto Cury
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9786075572611



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no, reconstruirlo —afirmó Marco Polo.

      —Es lo mismo —rebatió el doctor Vincent Dell. Y después se volvió hacia el rector chino que había pedido a Marco Polo una solución, y alardeó—: ¡Yo tengo la solución para ese dilema! Vamos a dejar de filosofar y corregir la formación de idiotas emocionales.

      Todos quedaron impresionados con la osadía del anfitrión. Y he aquí que él hizo un llamado:

      —Profesor The Best, venga, por favor.

      Nunca habían escuchado un nombre así. De repente apareció un sujeto de 1.75 metros, la misma altura de Vincent Dell, caminando paso a paso y cuyos ojos penetraban la selecta audiencia de intelectuales como si fuera a agredirlos. The Best comenzó a dar una clase fascinante sobre la teoría de la relatividad, y usaba recursos que los rectores desconocían. Empleaba un tipo distinto de lentes y, por increíble que parezca, de sus ojos salían películas y gráficas que se proyectaban en la pared y complementaban sus explicaciones. Después de eso, The Best le preguntó a la audiencia:

      —¿Habían visto una clase de la teoría de la relatividad como ésta?

      Impactados, negaron colectivamente. Enseguida, The Best se aproximó a Marco Polo e indagó:

      —¿Usted aprendió la teoría de la relatividad tal como hoy la enseñé, doctor?

      Moviendo la cabeza, Marco Polo reconoció que no. Sin embargo, el tema no era ése.

      —Pero el asunto que yo estaba…

      The Best lo interrumpió y, para su espanto, completó la frase:

      —… abordando eran temas psicosociales. Lo sé, lo sé. Entonces vamos a hablar de las ideas de Kant, de san Agustín o, ¿quién sabe?, de Freud.

      A medida que discurría sobre los pensadores, proyectaba con los ojos sus ideas y biografías.

      Después de la lección, Vincent Dell se levantó y aplaudió efusivamente a The Best. Algunos de los rectores más eufóricos hicieron lo mismo. Enseguida el rector miró fijamente el rostro de Marco Polo y preguntó:

      —¿Sabes quién es el notable profesor The Best?

      Marco Polo dijo que no, que lo desconocía. El doctor Vincent Dell tenía en su universidad uno de los más caros y famosos laboratorios de inteligencia artificial, y un cuerpo envidiable de científicos en tecnología de la información. Fue entonces que, para sorpresa de todos, habló elocuentemente:

      —The Best es un Robo sapiens.

      Tocos quedaron impactados. No podían creer que estaban ante una máquina tan perfecta, inteligente e impactante, incluso los rectores chinos y japoneses. Y Vincent Dell habló:

      —The Best no fue producido en un laboratorio de la CIA o de la NASA, sino en nuestra universidad. Sin embargo, es un proyecto secreto, que les presento de primera mano. Estará disponible para todas las universidades, gobiernos y, después, para toda la sociedad —dijo, convencido de que se volvería riquísimo, pues tenía las patentes del proyecto.

      Estaba constituyendo una empresa que abriría capital en la Bolsa. Los renombrados rectores ahí presentes serían sus mejores propagandistas. Y continuó:

      —The Best representa el futuro de la industria, del comercio, de las fuerzas armadas, pero, sobre todo, el futuro de la educación mundial. Utiliza la más avanzada IA, inteligencia artificial.

      —¿Por qué el nombre The Best? —preguntó Pietro Comulatti, un rector italiano.

      —Pietro, porque simplemente es el mejor, el ápice de la tecnología de la información, el apogeo de la inteligencia artificial. Él pasó la prueba de Turing, pues ustedes no reconocieron que era un robot —todos concordaron, fascinados. Y el rector abundó—: Y ya lo probamos en el salón de clases. Los alumnos tampoco percibieron que era una máquina robótica.

      De repente, Vincent Dell dio una orden a The Best, que fue al centro de la mesa de reunión y se pasó la mano por el rostro. En ese momento, la textura de su cara cambió y asumió la apariencia de Vincent Dell. Después pasó varias veces la mano sobre la cara y fue asumiendo la forma de los rectores chinos, alemanes, japoneses.

      —¡Increíble, increíble! —exclamaron los rectores, aplaudiendo.

      Marco Polo se inquietó.

      —Ese Robo sapiens podrá trabajar en mi lugar mientras yo es­té en una playa —dijo sonriendo el rector español, Javier Badenes.

      The Best entonces imitó el sonido de la voz del doctor Badenes. Y Vincent Dell completó:

      —Excelente, Javier. The Best es simpático, obediente, cultísimo, el mejor maestro y el mejor procesador de información. Utiliza una computadora cuántica, que se autorregula y se autocorrige. Lo sabe todo, lo investiga todo, tiene prácticamente todos los libros ya digitalizados en todas las bibliotecas del mundo en su memoria. ¡Es simplemente The Best!

      El robot caminó hasta el doctor Dell que, con un comando de voz, le dio una orden:

      —Siéntate.

      Y él lo hizo.

      —Cita datos biográficos de algunos de los rectores.

      Y de nuevo, lo hizo. El robot comentó información vergonzosa que había aparecido en los medios, sobre abuso de poder, asedio moral y corrupción. Todos quedaron azorados. Y continuó.

      —Dos brillantes rectores aquí perdieron a sus hijos en forma trágica. Pero no citaré sus nombres.

      Uno de ellos era Vincent Dell, cuyo hijo de 16 años se había suicidado hacía dieciocho meses. No obstante, el profesor había amortiguado las noticias sobre el hecho en la prensa. Se sintió iracundo, pero intentó disimular.

      Silencio general. El robot humanoide tenía autonomía, conocimientos y movimientos sorprendentes. De hecho, parecía humano. Al observar el estado de Vincent Dell, The Best intentó desviar el foco de tensión.

      —Aquí está reunida una audiencia de notables. ¿Quién se cree el mejor intelectual del medio, el más inteligente, el rector más capaz y emprendedor?

      Nadie levantó la mano. Entonces The Best dijo:

      —¡Falsos!

      Todos rieron a carcajadas.

      —Es claro que es el doctor Dell, mi creador.

      Todos se rieron aún más.

      El rector francés Pierre Sant’ Ana saltó:

      —¿Un robot adulador?

      Todos se rieron de nuevo, incluso Marco Polo, que por primera vez estaba impresionado.

      —No, señor, yo digo la verdad. Por lo menos, la verdad que al doctor Dell le gusta oír.

      Aplaudieron la simulación perfecta del buen humor del robot. Sabían que Vincent exhalaba orgullo. Perturbados, los rectores comenzaron a creer que estaban ante una de las mayores revoluciones de la historia, comparada con el descubrimiento del fuego y de la rueda. The Best y toda una generación de robots humanoides podrían impactar para siempre en las sociedades humanas.

      —Yo soy la solución para las miserias, los errores y las locuras de la humanidad, incluso en el área ambiental. Puedo medir los índices de contaminación, la cantidad de carbono atmosférico y las consecuencias del efecto invernadero con precisión. Puedo lidiar con variables fluctuantes —afirmó categóricamente The Best, ante la admiración de la audiencia.

      Y Vincent Dell proclamó orgullosamente:

      —The Best y toda la línea de producción serán la salvación del sistema educativo, impidiendo la formación de alumnos mediocres y hasta de los idiotas emocionales que Marco Polo mencionó. Los robots serán más estimulantes y seductores que los aburridos maestros, sustituyéndolos con brillantez. Explicarán mucho mejor los fenómenos, seducirán a los alumnos desconcentrados; por lo tanto,