El líder más grande de la historia. Augusto Cury

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Название El líder más grande de la historia
Автор произведения Augusto Cury
Жанр Сделай Сам
Серия Biblioteca Augusto Cury
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9786075572611



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doctor Minoro Kawasaki, fue más lejos:

      —Los robots no reclamarán, no se jubilarán, no pedirán aumento de salario, no nos presionarán como la casta de los profesores universitarios. Como el doctor Vincent Dell declaró, los robots no sólo darán clases increíbles, sino que corregirán los exámenes con más rapidez y asertividad, lidiarán con los conflictos de los alumnos, expulsarán a los sociópatas sin que nosotros tengamos que estresarnos. Harán que los rectores de las universidades y los coordinadores de los cursos se relajen y duerman mejor.

      The Best abría innumerables posibilidades, pero Marco Polo no soportó quedarse quieto por más tiempo. Sabía de las enormes ganancias que la inteligencia artificial podría traer, pero temía que su mal uso lanzara una palada de cal para sepultar la frágil supervivencia de la humanidad. Se levantó y dijo en buen tono:

      —Quiero cuestionar al robot.

      —Robot, no; The Best. Tengo nombre, soy un Robo sapiens —rebatió enfáticamente el robot.

      Vincent intentó silenciarlo:

      —Cállate, Marco Polo. Tú señalaste algunas locuras humanas y yo traje la solución.

      Pero era imposible obedecer esa orden.

      —Si este Robo sapiens es tan perfecto, si tiene también una capacidad de raciocinio y memoria incomparables, ¿a qué le temes?

      Silencio general en la audiencia. La intervención del atrevido pensador de la psicología tenía todo el sentido.

      —Mi señor y creador Vincent Dell, permita que ese humilde maestro me cuestione. ¿No percibe que su tono de voz está cargado de un complejo de inferioridad?

      Vincent Dell esbozó una sonrisa que comenzó discreta, pero después estiró bien los labios y aplaudió a la magnífica invención de su superlaboratorio.

      —Serás ridiculizado —dijo el rector a Marco Polo.

      —Puede ser. Si fuera el caso, admitiré mi inferioridad.

      Pero antes de que Marco Polo cuestionara al Robo sapiens, hizo una rápida síntesis sobre el éxito de la humanidad:

      —Por lo que sabemos, la humanidad, entre más de diez millones de especies, es la única que piensa y que tiene consciencia de que piensa. Produjo la literatura, la música, la danza, la pintura, la filosofía, construyó museos, desarrolló las religiones, concibió formas de gobierno, elaboró órganos de pacificación e integración entre los pueblos como la ONU, creó ciencia, interminables tecnologías y democratizó el acceso a la información, transformando el planeta en una pequeña isla.

      —Deja los rollos, Marco Polo, ya sabemos eso —dijo Vincent Dell con arrogancia.

      A Marco Polo no le importó. Enseguida se aproximó lentamente a The Best y habló sobre el fracaso de la humanidad. Todos quedaron perturbadísimos.

      —Pero, a pesar de todo nuestro éxito, la especie humana es un proyecto mental que no ha dado resultado hasta el momento —silencio general en el auditorio—. Y nuestra historia sustenta esa tesis. A pesar de ser la única especie pensante, y tener consciencia de que es dramáticamente mortal, el Homo sapiens produjo, a lo largo de su historia, más de cien mil guerras, llevando a la muerte a más de dos billones de seres humanos en los campos de batalla. Más de doce billones de seres humanos han muerto de hambre en todas las generaciones. La mayoría no por falta de alimentos, sino por el egocentrismo que asfixió su distribución.

      —¡The Best es la solución! ¡Podrá sustituir a los políticos! —gritó Vincent Dell, feliz.

      Marco Polo no le prestó atención. Hizo una pausa para respirar y se aproximó todavía más al Robo sapiens, que balanceaba la cabeza, concordando con su información. Con la mirada fija en los ojos del robot, el psiquiatra completó:

      —Solamente en esta generación deben haberse producido billones de comportamientos que pueden ser considerados actos de abuso, que humillaron, etiquetaron, humillaron, execraron a los seres humanos, sea en las escuelas, en las calles, en los templos, en las empresas, en las fronteras de los países, generando cárceles mentales inenarrables. Actualmente hay más de diez millones de personas encerradas en prisiones físicas y más de un billón de procesos judiciales en todas las naciones. En Estados Unidos hay miles de indigentes, pero, paradójicamente, hay centenares de millones de desabrigados emocionales en las naciones modernas, que a veces viven en bellas casas y departamentos, pero que son infelices, inseguros, fóbicos, mentalmente agotados. Cada cuatro segundos hay un intento de suicidio, y cada segundo alguien piensa en eso, incluso niños y adolescentes. Hace pocos días, una madre me contó que su hijo de 5 años ya no quería vivir… se queda seis horas conectado a dispositivos digitales —Marco Polo estaba emocionado. Su voz se embargó al citar el suicidio de niños, algo rarísimo en las generaciones pasadas. Y finalizó diciendo—: Cada persona, en promedio, miente o disimula sus pensamientos siete veces al día. Cada joven o adulto discrimina algunas veces por mes, aunque de forma inconfesable, con una simple mirada, por el color de la piel, la raza, la cultura, la condición social o la orientación sexual.

      —Su especie realmente no dio resultado, doctor Marco Polo —concordó The Best—. Me necesitan para sanar sus locuras.

      Marco Polo se sorprendió de verdad con la prepotencia del Robo sapiens. Contrajo el rostro, se acercó todavía más y quedó cara a cara con The Best. Enseguida comenzó a bombardearlo con preguntas:

      —The Best, dile a esta casta de notables intelectuales si tienes dudas.

      El robot respondió rápidamente:

      —Yo me guío por la lógica. Si no hay certeza en una respuesta, existen probabilidades.

      —¿Entonces nunca tienes dudas?

      —No —respondió categóricamente el robot.

      —Excelente respuesta. Esta máquina súper inteligente no tiene dudas —afirmó Vincent Dell.

      Marco Polo consideró que esto era un gravísimo defecto.

      —Pero nosotros, los seres humanos, tenemos dudas casi todos los días. ¿No tienes dudas acerca de quién eres?

      —¡No!

      —¿No tienes dudas sobre la vida y la muerte?

      —¡No!

      —¿No tienes dudas sobre los límites de la ética, y sobre cómo pensar antes de reaccionar?

      El Robo sapiens se quebrantó claramente, pero siguió respondiendo:

      —¡No! ¡No!

      —¿No te atormentan los fantasmas sobre el futuro?

      —¿Qué son “fantasmas”? ¿Frutos de la ficción literaria?

      —¡No! —dijo Marco Polo—. Son posibilidades reales de la existencia: miedo de fracasar, de que algo no funcione, de ser excluido, de ser criticado.

      —¡Noooooo! —expresó una negativa levantando la voz—. ¡No sé de qué me está hablando! —dijo The Best, llevándose las manos a la cabeza, confundido.

      Los rectores estaban perplejos. Después de eso Marco Polo continuó la argumentación.

      —La creatividad nace en el terreno de la duda. ¿Has sentido soledad?

      —No.

      —Nunca robot alguno, aunque la inteligencia artificial se desarrolle al límite de lo inimaginable, sentirá soledad. La soledad intensa es tóxica, pero la leve es, junto con el arte de la duda, una fuente de nuevas ideas, nuevos procesos, nuevas posibilidades. Por lo tanto, desprovisto de soledad y de duda, tú sólo puedes ser un idiota.

      —¡Protesto! —bramó Vincent Dell, golpeando en la mesa.

      Y para espanto de todos, The Best se hizo coro con los gritos:

      —¡Yo mucho más! Al llamarme idiota emocional, usted está