Название | Las Farc-EP en la coyuntura estratégica de la paz negociada (2010-2017) |
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Автор произведения | Laura Esperanza Venegas Piracón |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587945089 |
Herrera Zgaib, M. A. (Dir.). (2010). Liberémonos de la guerra. Pasado, presente y futuro de las clases y grupos subalternos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Herrera Zgaib, M. A. (2013). Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía. La refundación de la ciencia política. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Herrera Zgaib, M. A. (2016). Antonio Gramsci y el pensamiento de ruptura. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Rodríguez, Y. y Mora, G. (2016). Antonio Gramsci: subjetividades y saberes sociales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Laura Esperanza Venegas Piracón1
La escritura misma sobre la relación conceptual y práctica entre discurso, lenguaje y política es un ejercicio político, discursivo y de lenguaje. Aunque parece tautológico —sobre todo por motivos éticos— es preciso recalcar e insistir en esta explicitación y presentar una entrada a la reflexión que inicie, precisamente, en el reconocimiento de la inmersión inevitable en la que nos hallamos al existir y definirnos socialmente por medio de la construcción de formas de comunicación e interrelacionamiento. Si bien esta postura no es nueva en el abordaje de la temática ni es particularmente fácil señalar su origen cronológico, vale mencionar como primer trabajo riguroso y con relativa sistematicidad en el área de la reflexión materialista del lenguaje el realizado por Valentin Nikólaievich Voloshinov en el tomo El marxismo y la filosofía del lenguaje, subtitulado “Los principales problemas del método sociológico en la ciencia del lenguaje”, cuya edición de la década de los veinte del siglo pasado fue censurada y se mantuvo en las sombras hasta recién la década de los setenta cuando se dio a conocer su aporte y su temprana consciencia científica y material sobre la realidad social del lenguaje.
Si se tiene en cuenta que esta postura ha marcado la forma de tratar los temas del lenguaje en el ejercicio de la filosofía de la praxis, esto significa, en primera medida, que no haremos referencia en ningún momento a hechos externos que se puedan desligar de nuestra experiencia vital, sino que, precisamente, nos disponemos a lidiar con fenómenos que nos constituyen, nos dan forma y, a la vez, son producto de la constante retroalimentación que social y subjetivamente damos a nuestra posibilidad de existir de manera colectiva. Lo anterior, además de ser el planteamiento de una postura epistemológica, es también una invitación a la práctica consciente de una coherencia que no se agota en la formalidad académica, sino que exceda los límites de lo teórico para convertirse en el modo de ejercer el pensamiento desde la condición más inmediatamente humana. Esto es lo que Aristóteles, en voz de sus traductores al español, consideró como el ejercicio de la palabra:
Sólo el hombre [sic], entre los animales posee la palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros animales. (Ya que por su naturaleza ha alcanzado hasta tener sensación del dolor y del placer y de indicarse estas sensaciones los unos a los otros). En cambio la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Esto es lo propio de los seres humanos frente a los demás animales: poseer de modo exclusivo el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto y las demás apreciaciones. (Aristóteles, Política 1253A, citado en Parra y Fajardo, 2016)
Aunque en este breve fragmento de la Política no encontramos de manera explícita desarrollada la relación entre el lenguaje, el discurso y la política, es posible deducir de estas líneas una lógica que regiría, para el autor griego, la relación de los tres elementos que nos interesan. Partir de este referente a fin de desglosar de manera progresiva una serie de consideraciones en torno a lenguaje, discurso y política no es, ni mucho menos, un hecho del azar. Tampoco se trata de un culto irrestricto, como se profesa en algunos ámbitos, a los orígenes de Occidente, ni un compromiso apologético con los autores clásicos. Hay, de hecho, en la mención a Aristóteles, una primera forma de señalar que es visceral la relación que existe entre lenguaje, discurso y política, no tanto porque así lo afirma el filósofo en su tratado sobre política, como por el planteamiento relativo a la palabra en cuanto punto de convergencia de la diferencia entre lo humano y lo no humano, así como por la caracterización de la política en su calidad de valoración de la realidad a la que pertenecemos.
Si bien no es el objeto de este apartado, es preciso mencionar la relación orgánica que existe entre la noción de palabra y el materialismo, no solo el tejido por Voloshinov, sino, en general, por toda la corriente de pensamiento que ha dado lugar a la reflexión de esta investigación. Esta relación, que es francamente desarrollada en el libro del año 22 y luego retomada por investigadores más contemporáneos y de otras latitudes, se concreta en la forma ideología. Si bien decir se concreta es un poco impreciso, dado que por la naturaleza misma de la categoría ideología existe una inaprehensibilidad de fondo, no es posible obviar que, justamente, un elemento articulador de sentidos —tanto entre lenguaje, política y discurso como entre palabra y materialismo— es la ideología.
Podríamos comentar la cita de Aristóteles durante páginas, tal como se ha hecho ya en numerosos casos, y divagar en torno a las posibilidades que brinda la especulación filosófica. No obstante, algo más concreto es lo que nos convoca en relación con esta referencia: no se habla aquí ni de lenguaje, ni de discurso ni de política, y sin embargo sabemos que es de esto de lo que se trata, hasta cierto punto, cuando leemos términos como voz, palabra, sentido y apreciaciones. Esta lógica, este sentido común, es precisamente lo que emerge de la relación práctica —y no conceptual— entre lenguaje, discurso y política.
No sobra decir que nuestro acercamiento al texto de Aristóteles está mediado, precisamente, por un ejercicio comunicativo como lo es la traducción, y que si hacemos hincapié en ello no es de ninguna manera para desmeritar, como por lo general se hace, el trabajo del traductor que posibilita la lectura de Aristóteles en español, sino, precisamente, con el fin de hacer énfasis en la radicalidad de la condición material del lenguaje, el discurso y la política; es decir, efectivamente se encuentran tantas traducciones de Aristóteles como traductores de Aristóteles pueda haber, del mismo modo que intérpretes de Aristóteles como lectores tenga. A lo que pretende conducir esta parte inicial de la argumentación es, por una parte, al reconocimiento de una existencia humana íntimamente relacionada con los fenómenos del lenguaje (está por demás documentado que es una preocupación teórica desde tiempos lejanos); por otra, a la diversidad, variedad, multiplicidad y posibilidad que irrumpe en el ejercicio de dicha existencia y cómo, tal como fue enunciado e interpretado, este hecho que hoy podemos dar por sentado no era asumido de la misma manera en la lógica de un Ferdinand de Saussure y demás “padres” de la lingüística. Sería hasta el desarrollo más propio del siglo xx cuando se llega a plantear un cuestionamiento serio a la positividad innata de ciertas posturas que, en su afán de abstracción, no dieron cabida a la observación y comprensión de las realidades concretas del objeto de estudio de la ciencia del lenguaje (al respecto se vuelve más adelante con la mención del trabajo de autores como Michel Pêcheux).
Pese a que son muchos los puntos en común y las intersecciones que caracterizan la relación entre discurso, lenguaje y política, la finalidad de este apartado es establecer algunas claridades en términos de cómo comprendemos cada concepto y qué distingue, fundamentalmente, discurso y lenguaje, vistos desde la mirada de la política y lo político, sin por esto pretender, de manera artificial, descontextualizarlos de su matriz eminentemente social y relacional, así como comprender cada uno de ellos.
La mención a lenguaje, discurso y política (esto último entendido como un campo práctico-analítico) tiende a remitir, de forma casi directa y a veces exclusiva, a consideraciones sobre la teoría y el análisis crítico del