Название | Hannah Arendt: Nuevas sendas para la política |
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Автор произведения | María Teresa Muñoz |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786078781546 |
En nuestro idioma, a partir de los noventa del pasado siglo, han visto la luz varios trabajos que evidencian el interés suscitado por esta intelectual. Se trata no sólo de traducciones imprescindibles de la obra arendtiana34 sino también de monografías y compilaciones pioneras tales como Hannah Arendt. El orgullo de pensar, coordinada por Fina Birulés,35 En torno a Hannah Arendt, compilada también por Fina Birulés con Manuel Cruz.36 Más recientemente, en 2016, Nuria Sánchez Madrid ha editado Hannah Arendt y la literatura,37 una compilación que da cuenta de los vínculos ineludibles entre literatura y filosofía en el pensamiento arendtiano. No puedo dejar de mencionar también los trabajos monográficos de: Fina Birulés, Una herencia sin testamento; de Neus Campillo, Hannah Arendt: lo filosófico y lo político38 y la monografía profusamente documentada, de Cristina Sánchez, Hannah Arendt. El espacio de la política.39 De Agustín Serrano de Haro debo reconocer su trabajo profuso de traducción, así como su libro de autoría, Hannah Arendt.40
En el contexto mexicano, no fue sino hasta finales de los noventa cuando esta filósofa comenzó a aparecer en nuestras publicaciones. Contamos con el libro pionero de Enrique Serrano, Consenso y conflicto,41 dedicado a Arendt y Schmitt; más tarde, en el 2003, Marcos Estrada tradujo y publicó una compilación de textos titulada Pensando y actuando en el mundo: ensayos críticos sobre la obra de Hannah Arendt,42 fruto de su estancia en Alemania. A partir del año 2000, las publicaciones sobre la obra de Arendt o acerca de algún rubro específico de su pensamiento aumentan. Disponemos del análisis de Nora Rabotnikof quien, en su obra En busca de un lugar común,43 recupera de manera extensa la postura arendtiana; de las reflexiones de María Pía Lara sobre el problema del mal, en Narrar el mal. Una teoría posmetafísica del juicio reflexionante44 y de Dora Elvira García cuyo libro, Del poder político al amor al mundo, tuve el gusto de presentar en el Instituto Tecnológico de Monterrey; un par de años más tarde, García compiló, Hannah Arendt. El sentido de la política.45 Alejandro Sahui publicó hace unos años, Razón y espacio público. Arendt, Habermas y Rawls, donde confronta la propuesta arendtiana con la habermasiana.46 Y la revista Devenires, de la Universidad Michoacana, ha dedicado un número a filósofas contemporáneas en el cual destaca la figura de Arendt; también la Revista Intersticios, de la Universidad Intercontinental, le dedicó un número doble. En 2011, tuve el gusto de coordinar una compilación sobre el pensamiento arendtiano con el título, Pensar el espacio público. Ensayos críticos desde el pensamiento arendtiano y más recientemente, a finales de 2015, en colaboración con Marco Estrada, Revolución y violencia en la filosofía de Hannah Arendt. Reflexiones críticas.47 Podemos decir entonces que, en México, la figura de esta filósofa ha venido poco a poco ocupando un lugar importante. Esta monografía que ahora presento se cuenta, entonces, como un esfuerzo más en este camino hacia el pensar arendtiano.48
En este ensayo analizo la obra de Hannah Arendt en dos grandes aspectos: ciudadanía y espacio público con la mirada puesta en la teoría del juicio que puede extraerse de las últimas e inconclusas reflexiones arendtinas acerca de la capacidad de juzgar.
En un primer capítulo que sirve de apertura a mi análisis, enfatizo su condición de pensadora de frontera, es decir, su mirada a los fenómenos políticos desde el espacio gestado en los intersticios de la teoría política y la filosofía. De manera que profundizo en las ideas que expuse en un texto del año 2007, “Hannah Arendt, en los intersticios de la filosofía y la política”49 y sostengo, en la misma línea de Margaret Canovan,50 que no hay un antes y un después en el planteamiento de Arendt acerca de la relación entre filosofía y política. Así, me deslindo de aquellos que han pretendido ver momentos distintos en la evolución del pensamiento de la filósofa alemana: uno, el de la teórica política y otro, el de la filósofa. Por el contrario, considero, con Richard Bernstein,51 que las implicaciones entre teoría y praxis son una cuestión presente en toda su obra y actúa como uno de los temas de referencia permanente de su análisis, por lo que no podemos establecer un corte entre una Arendt más política y una Arendt más filosófica. Pienso, y en esto coincido con Cristina Sánchez, que el eje de toda la obra de Arendt es “el interés por la construcción y preservación de un espacio público deliberativo y respetuoso con la pluralidad”52 y al mismo tiempo, la defensa de una noción de acción que nos permita pensar lo político como espacio de construcción de lo humano. De esta manera, concibo la tarea de Arendt como un intento de comprensión de la política desde una especie de ontología del espacio público y la condición humana. En la misma línea interpretativa de Bernstein,53 parto de la idea de que en su obra podemos encontrar toda una red de conceptos que conforman un sistema filosófico. Se trata –qué duda cabe– de un sistema atípico, pero que puede entenderse como una red que se teje constantemente a lo largo de su obra.
Para defender la continuidad –más aún, la complementariedad– de su condición de filósofa y teórica política es importante ahondar en la cuestión del método, esto es, la aparente asistematicidad de Arendt en su modo de plantear los problemas políticos. Como es sabido, Hannah Arendt rechazó de manera frontal las explicaciones causalistas que tergiversan y no entienden la naturaleza de la acción política. Por ello, su propuesta supone situarse contra aquellas concepciones defensoras de la idea de que las normas de comportamiento, las reglas de conducta y la acción pública son principios dados, a los que accedemos a través del conocimiento, del ejercicio de la razón especulativa, mismos que no podemos rechazar una vez conocidos, por presentarse a la razón como claros y distintos. Al tiempo, Arendt refuta que la legitimidad del poder de los gobernantes radica en la posesión de un cierto tipo de conocimiento, aquel que permite guiar las acciones con criterios de universalidad y necesidad. Por el contrario, muestra la importancia de la contingencia como factor de la vida humana. Y no sólo esto, asume y defiende que la contingencia no es un rasgo deficiente de la acción sino la forma de ser de la política. Por ello, su pensamiento nace de los acontecimientos, de la experiencia viva. En este sentido, Hannah habla de dirigirse a las categorías heredadas no como si fueran testamentos, sino fragmentos que deben ser repensados. El lenguaje con el que narramos lo acontecido no puede ser pensado más que de manera fragmentaria. Es esta idea la que –como antes dije– la lleva a huir de las reflexiones sobre la esencia de lo político y a rechazar su condición de filósofa. Arendt propone la interpretación del pasado desde la singularidad de la experiencia, asumiendo la contingencia. En la presentación de su obra Entre el pasado y el futuro, explica su posición del siguiente modo:
existe un elemento de experimentación en la interpretación crítica del pasado, una interpretación cuya meta es descubrir los orígenes verdaderos de los conceptos tradicionales, para destilar de ellos otra vez su espíritu original, que tan infortunadamente se evaporó de las propias palabras clave del lenguaje político –como libertad y justicia, autoridad y razón, responsabilidad y virtud, poder y gloria–, dejando atrás unas conchas vacías con las que hay que hacer cuadrar todas las cuentas, sin tomar en consideración su realidad fenoménica subyacente.54
En el capítulo segundo, titulado “El ciudadano y su condición pública”,55 revisaré la imagen de ciudadano que Arendt nos deja sugerida. Esto me permitirá recuperar varios prototipos de ciudadano, como el paria consciente, el héroe y el espectador reflexivo. Para ello, recupero una de sus primeras obras, la biografía de Rahel Varnaghen, junto con La condición humana y su último trabajo, La vida del espíritu; así como un ensayo previo, La crisis de la cultura: significado político y social. Finalmente, para traer a la mesa de análisis, el concepto de espectador reflexivo será fundamental trabajar Lectures