Название | Hannah Arendt: Nuevas sendas para la política |
---|---|
Автор произведения | María Teresa Muñoz |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786078781546 |
En este siglo XXI, las sociedades democráticas enfrentan retos que se fueron gestando a lo largo de los siglos pasados. Las migraciones masivas, los miles de hombres y mujeres solicitando asilo, la diversidad cultural, racial, sexual y religiosa están generando desafíos políticos que no encuentran respuesta en los modelos políticos vigentes. Aunado a estos fenómenos internacionales, una terrible pandemia azota el Globo con consecuencias aún imprevistas para la economía, la política y las relaciones internacionales. Una de las principales razones que imposibilita encontrar respuesta a las demandas de las sociedades actuales reside, desde mi análisis, en el marco conceptual de la teoría política contemporánea. El modelo de la democracia liberal representativa tiene en su núcleo teórico una paradoja, a saber: mientras que la democracia como forma de gobierno implica ampliar los espacios de participación, la lógica del capital que viene supuesta en la visión del mercado neoliberal es excluyente.4 Si queremos estar en condiciones de consolidar y profundizar las instituciones democráticas, ya es tiempo de abandonar ese marco conceptual y comenzar a pensar la política de un modo diferente. Mi argumento más general en este ensayo será que Hannah Arendt puede ayudarnos a llevar adelante tal proyecto. Para defender esta afirmación no considero preciso hacer un recorrido exhaustivo por la obra de esta filósofa. Mi pretensión es más modesta: mediante diversas calas en sus obras, busco mostrar la vinculación que existe entre su concepción del espacio público, la idea de ciudadanía que está más o menos implícita en varias de sus obras y su recuperación de la capacidad de juicio. Desde este vínculo, defenderé la cercanía de pensamiento arendtiano con las ideas centrales del republicanismo cívico.5 Desde mi lectura, esta vertiente del republicanismo nos permite repensar y consolidar la relación entre los ciudadanos y las instituciones. Tal consolidación es fundamental para reactivar la vida democrática.
Para Arendt, el ser humano es un ser político que desarrolla plenamente su identidad en el marco de su existencia en comunidad como una forma de vida más allá de aquella determinada por la naturaleza y la necesidad. De esta manera, la única condición en verdad humana es la puesta en práctica de la libertad política en el ejercicio de la acción. Para ella, en efecto, el ciudadano debe estar dispuesto a contribuir activamente en la construcción de una esfera pública autorrealizadora, que tenga en cuenta la pluralidad y la responsabilidad por los otros. Lo público es el reino de la acción y el discurso, de la libertad y la igualdad frente al dominio de la necesidad y la desigualdad que caracterizan al mundo de lo privado.
En oposición a la propuesta liberal que recurre al individuo como fundamento del ordenamiento social y jurídico, la apuesta arendtiana parte de la condición humana anclada en su determinación política. Sin embargo, esto no le lleva a identificarse con los críticos comunitaristas del liberalismo, representados por autores como Sandel, Walzer, Taylor6 o McIntyre.7 Si bien comparte con ellos el criterio de que los individuos con sus derechos sólo pueden existir dentro de una concreta comunidad política o la idea de que la identidad del ser humano se construye en el seno de una comunidad de lenguajes, significados y sentidos, no trata, como veremos más adelante, de enfatizar la condición de ser social del hombre, sino su capacidad para la organización política.
Desde que en 1951 Hannah Arendt publicó Los orígenes del totalitarismo, ríos de tinta han corrido sobre su obra. Sus distintas publicaciones han sido objeto de controversias académicas,8 ideológicas e incluso, raciales.9 Se han hecho de ella todo tipo de interpretaciones: para muchos, reivindica un retorno imposible al paradigma de la polis griega en cuanto modelo de espacio público; para otros, se trata de una revisión de la política desde una posición conservadora;10 otros más, por el contrario, consideran que su pensamiento supone una apuesta por la democracia radical y una defensa de la participación directa.11 No es mi interés entrar aquí en valoraciones; de su obra, me interesa lo que considero su principal aporte, a saber, su anhelo de comprensión de lo político desde un acercamiento a los conceptos que lo sostienen, pues desde mi perspectiva, este modelo de análisis conceptual es el que pone de manifiesto más claramente el carácter filosófico de la mirada arendtiana a los fenómenos políticos.
En palabras de su biógrafa más reconocida, Elisabeth Young-Bruehl, Hannah Arendt “denominaba su método filosófico ‘análisis conceptual’ y su tarea consistía en encontrar ‘de dónde proceden los conceptos’. Sirviéndose en ocasiones de la filología o del análisis lingüístico, siguió la huella de los conceptos políticos, hasta las experiencias históricas concretas y generalmente políticas, que dieron vida a los mismos”.12 Aludiendo a un libro que nunca escribió, pero que proyectó con el título Introducción a la política, ella misma decía:
Trataré de averiguar de dónde procedían estos conceptos antes de convertirse en algo semejante a monedas gastadas por el uso y a generalizaciones abstractas. Por tanto, examinaré las experiencias históricas concretas, generalmente políticas, que dieron lugar a la aparición de los conceptos políticos. Pues las experiencias que hay detrás de los conceptos incluso más gastados, siguen siendo válidas y deben ser recapturadas y reactualizadas si queremos escapar de ciertas generalizaciones que han resultado ser perniciosas.13
Hannah Arendt va más allá: trata de calibrar hasta qué punto un concepto determinado se ha alejado de sus orígenes y traza además la imbricación de los conceptos durante el transcurso del tiempo, señalando puntos de confusión lingüística y conceptual.14 Arendt nunca pretendió ser una pensadora sistemática, nunca pensó construir ningún sistema ni tan siquiera ser metódicamente sistemática; por el contrario, criticó esa tendencia en la filosofía. Buscó a lo largo de su vida desvelar las experiencias humanas que crean los conceptos políticos y recuperar su sentido originario; por ello, la narración de relatos, la reconstrucción de biografías y el recurso a la metáfora son instrumentos imprescindibles en su tarea como filósofa política y constituyen lo que ella misma denominó un modo de pensar poético.
La experiencia del totalitarismo fue la que llevó a Arendt a la necesidad de pensar más allá de las categorías de la filosofía política tradicional. Comprender lo acontecido sin apoyarse en las “barandillas” de la tradición; crear nuevas categorías y criterios de juicio; servirse de la literatura, la historia y la poesía para comprender.15 También por ello considera la metáfora, puente tendido entre lo espiritual y lo fenoménico, como el lenguaje más adecuado para expresar el pensamiento.
Para Arendt, el pensar no tiene que ver con la ciencia ni siquiera con la filosofía entendida al modo como lo hicieron Platón, Aristóteles y, a partir de ellos, toda la tradición del pensamiento filosófico de Occidente. Al referirse a la metafísica, Hannah habla de desmantelarla, no de destruirla, esto es, de dirigirse a las categorías heredadas no como si fueran testamentos, sino como fragmentos que deben ser repensados.16 El lenguaje –y qué otra cosa si no es la filosofía– no puede ser pensado más que de manera fragmentaria. Esta idea es la que parece que la lleva a huir despavorida de las reflexiones sobre la esencia de lo político si bien yo me atrevería a decir sin empacho y siguiendo la interpretación de Antonio Campillo,17 que en cierto sentido su reflexión –la de Arendt– es un intento de comprensión asistemática de la política desde una especie de ontología del espacio público. La suya es una reflexión que aparenta ser sobre los fenómenos y, sin embargo, nos coloca más allá: en la pregunta sobre la posibilidad de los fenómenos mismos.18
En esta forma de filosofar, el rastreo conceptual sin pretensiones de sistematicidad, sino desde la conciencia del fragmento, la capacidad de pensar desde la fragilidad y la incertidumbre y, la posibilidad de juzgar y comunicarse a través del lenguaje haciendo de la política un ejercicio de persuasión y no de violencia son, junto con su anhelo de comprensión de lo político desde un acercamiento a los conceptos que lo sostienen, las aportaciones que me parecen más relevantes de su pensar.
***
Hannah Arendt ha cobrado relevancia en el ámbito de la filosofía política gracias a sus sugerentes reflexiones sobre el totalitarismo, la revolución, la naturaleza de la libertad, la condición humana, la violencia, entre otras. Se trata, sin duda, de una de las filósofas políticas más sugerentes del pasado siglo XX, cuya originalidad y capacidad de seducción intelectual son de sobra conocidas.