Misioneros en Sudamérica. Daniel Oscar Plenc

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Название Misioneros en Sudamérica
Автор произведения Daniel Oscar Plenc
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877984378



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Ibíd.

      29 Ibíd.

      30 J. W. Westphal, The Advent Review and Sabbath Herald, August 12, 1920, 6.

      Francisco H. Westphal

      “Yo lo miraba asombrado”

      Los primeros misioneros de la iglesia en estas tierras fueron algunos residentes ruso-alemanes que habían conocido el mensaje mientras vivían en el estado de Kansas, Estados Unidos y habían retornado a la Argentina para compartir su nueva fe. El hermano Jorge H. Riffel había escrito a la Asociación General solicitando un misionero que hablara el alemán.

      Su llegada a Sudamérica

      El pastor Westphal, con su esposa María Thurston y dos hijos, arribó a la Argentina el 18 de julio de 1894, luego de un mes de viaje. La travesía iniciada en Nueva York los había llevado por Inglaterra, Francia, Portugal, Cabo Verde y Brasil antes de concluir en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires. William H. Thurston, hermano de la esposa de Westphal, quedó en Brasil junto a su esposa, como misionero de sostén propio. El hermano R. B. Craig, un colportor llegado el año anterior para ayudar a E. W. Snyder, C. A. Nowlen y A. B. Stauffer, estaba en el puerto para recibirlos.

      La primera reunión terminó muy tarde esa noche, porque los creyentes y los vecinos invitados le pidieron que les hablara una y otra vez. Así lo narró el pastor Westphal: “Cuando supieron de mi llegada, inmediatamente dieron la noticia a sus vecinos. Temprano esa primera noche, se reunió mucha gente proveniente de todas direcciones. Fui notificado que habían llegado para escucharme. Yo estaba realmente feliz de que vinieran tan temprano, pues deseaba terminar temprano la reunión, cambiarme de ropa y así librarme de los ‘animalitos’ [piojos y pulgas] que se me habían pegado durante la noche y el día.

      La primera iglesia se organizó sólo algunas semanas después. Esa congregación de 36 miembros habría de ser la primera iglesia adventista organizada en el territorio de la División Sudamericana. Pero el mensaje encontró aceptación y pronto la membresía aumentó a más de 200. Otras iglesias fueron organizadas por Westphal en un plazo relativamente corto. La segunda surgió ese mismo año en San Cristóbal, provincia de Santa Fe, con sólo diez miembros. A su regreso a Buenos Aires en el verano de 1895, organizó la tercera iglesia con unos doce miembros. En la segunda mitad del año inició sus actividades la iglesia de Felicia, provincia de Santa Fe, con 25 miembros. Fue en ese lugar donde el pastor Westphal oró en español por primera vez, al implorar por la sanidad de una niña. Nueva Helvecia, en la República Oriental del Uruguay, habría de ver el surgimiento de otra iglesia en 1896.

      Una labor fructífera

      Ya en 1895, Francisco H. Westphal había viajado al Brasil para bautizar conversos y organizar congregaciones. Dos veces fue librado de peligrosos ataques de los enemigos de su obra. Luego de la gira de cinco meses regresó a Buenos Aires, para enterarse que su hija Helen había muerto hacía dos semanas, luego de padecer sarampión y fiebre escarlatina. Las cartas donde la señora Westphal relataba su odisea nunca llegaron. Un matrimonio de misioneros de otra denominación la acompañó en esos momentos de dolor y soledad.

      La señora Westphal no era sólo una sacrificada esposa de misionero; ella misma sirvió como secretaria del Departamento de Escuela Sabática y de la Sociedad de Tratados y como tesorera de la obra en la Costa Este. En Chile trabajó como secretaria de la Escuela Sabática por diez años, fue preceptora en el colegio por cinco años y tesorera por otros cinco. También fue secretaria misionera del campo por varios años. Por un tiempo los Westphal se establecieron en el campo cerca de Crespo, junto al primer grupo de hermanos. Al principio vivieron en una pequeña casa de adobe con un sólo cuarto y piso de tierra.

      En 1898, a sólo cuatro años de los comienzos de la iglesia, Westphal estimuló el surgimiento de la obra educativa. La llegada de Luis Ernst desde Uruguay en busca de una institución que lo preparara como misionero decidió el asunto. Con unos 250 adventistas en toda la provincia de Entre Ríos, la mayoría de ellos humildes campesinos, se decidió la creación de la primera escuela. Allí enviaron a sus hijos para