Misioneros en Sudamérica. Daniel Oscar Plenc

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Название Misioneros en Sudamérica
Автор произведения Daniel Oscar Plenc
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877984378



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de su regreso a los Estados Unidos, Westphal recordaría esos primeros días y esos años bendecidos. Nombres y ocasiones quedaron grabados en la mente del pionero. No olvidó el bautismo de la familia de Luis Kalbermatter en los alrededores de San Cristóbal, provincia de Santa Fe, realizado en una cisterna a la que bajó en un balde. Recordaba también el bautismo de casi todos los integrantes de la familia Mangold, también en San Cristóbal y el bautismo de los Peverini. Westphal permaneció dos semanas en la casa de campo de Guillermo Mangold. A uno de los hijos de 23 años no le resultó grata la prolongada presencia del pastor. Cuenta el propio Santiago: “Yo era un gran fumador, me gustaban las carreras de caballos, y me decía: ‘Si este hombre queda aquí voy a tener que cambiar de vida’, y no tenía muchas ganas de hacerlo”.39 Pero el pastor Westphal supo hablar a su corazón con perseverancia y discreción. Santiago Mangold llegó a ser pastor y misionero en Argentina, Chile, Ecuador y Paraguay.

      Westphal tuvo en su mente un lugar especial para los primeros adventistas sudamericanos: Jorge Riffel y su esposa, los primeros en recibirlo a su llegada; Osvaldo Frick, que también había aceptado el mensaje en Kansas y había viajado a Sudamérica; el hermano Reinhardt Hetze, el primero en aceptar las enseñanzas de Riffel y anciano de iglesia por muchos años. Westphal recordaba a Conrad Keip que una vez lo socorrió con alimentos en un momento de necesidad; a Jorge Lust que donó tierras para el colegio y construyó una casita de dos habitaciones para la familia del pastor. Consideró a Ernesto Roscher y a José Weiss como pilares de la obra. También a Godofredo Block que se proyectó como pastor y ganador de almas. No olvidó al hermano Hugo y su esposa, de Nueva Helvecia, Uruguay.

      Nuevos horizontes

      El año 1904 encontró a Francisco H. Westphal de nuevo en estas tierras. Se estableció por dieciséis años en Chile, la mayor parte como presidente de la obra en ese país. Los colportores Thomas H. Davis y Frederick W. Bishop habían iniciado la predicación diez años antes. Westphal recordaba a Víctor, Eduardo y Walter Thomann, lo mismo que a Carlos Krieghoff, ordenado luego al ministerio. Los hermanos de la Argentina lo volvían a ver en las reuniones generales de la iglesia. Para visitarlos cruzó dos veces la cordillera de los Andes a lomo de mula. Otras iglesias fueron organizadas en Chile, como aquella en el lejano sur, sobre el Estrecho de Magallanes. Desde Chile tuvo la oportunidad de visitar Perú y Ecuador predicando y bautizando.

      Tal como se lo recuerda

      Susana Block de Beskow, a pesar de sus 96 años, tenía presente al pastor Westphal. Dijo ella: “Cuando era una niña hasta me sentaba en su falda”. El pastor Niels Wensell contó en su ancianidad de su contacto con Westphal. “En mayo de 1918 asistimos a unas conferencias presentadas por el pastor Francisco Westphal en Punta Arenas, Chile. El pastor Westphal había organizado una iglesia pequeña que por mucho tiempo fue la iglesia más austral del mundo”. Agregó entonces: “Desde la primera conferencia ya quedamos convencidos de que ese era el camino del Señor. Tanto a José como a Francisco los tenemos en el más alto concepto como siervos de Dios que verdaderamente han sido una inspiración”.

      A los 79 años, el pastor Santiago Bernhardt, nieto de Reinhardt Hetze, valoraba la sencillez y amigabilidad del pastor Westphal, quien había compartido muchas veces la mesa de su familia. El pastor José Riffel, nieto de Jorge Riffel, a los 80 años, no podía ocultar su admiración. Su abuelo había sido el primer misionero de sostén propio y había escrito a los Estados Unidos pidiendo un pastor. Antes de la llegada de Westphal él mismo había instruido y bautizado a los primeros creyentes. Fue luego primer anciano de la primera iglesia.

      Recordó José Riffel: “Entonces el pastor Westphal comenzó a predicar y vivía en el campo, en una chacrita con una casita humilde. En el invierno siguiente empezó a llover y a llover y estuvo así como quince días sin salir, y un converso llamado Conrad Keip, a quien mi abuelito adoctrinó y bautizó, tuvo la impresión de que la familia Westphal no tenía alimentos. Y le dijo a la esposa, “–Vamos a tener que llevar comida al pastor”. Cargaron papas, leche, manteca, huevos y verduras, y en el barro, soportando el frío, llevaron los alimentos al pastor que los necesitaba. El pastor Westphal se sorprendió: “–¿Cómo supo Ud. que no tenemos alimentos?”. Carlos Westphal era un niño entonces, pero no olvidó el gesto. Después de muchos años, siendo médico y director del sanatorio adventista recibió al hermano Keip, viejo, enfermo y pobre, lo atendió y suplió sus necesidades hasta el final de sus días.

      Los años pasaron. Godofredo Dalinger fue testigo de la organización de la primera iglesia cuando tenía trece años. Ochenta años después podía recordar aquellos días y ciertamente no había olvidado al pastor Westphal: “El pastor Westphal predicaba con elocuencia y convicción. ¡Era un pastor tan fervoroso! Yo creo que nunca más en la vida tendremos un pastor como era este pastor Westphal”. También llegó el centenario en 1994 y con él un nuevo recuerdo de aquel misionero que en 1894, cansado del viaje, predicó en alemán tres sermones la primera noche y condujo personas a Cristo en ese primer encuentro.

      De las palabras recogidas surge tal vez el perfil de aquel misionero, y de todo verdadero misionero: consagración, fervor, sencillez, valor, bondad, amor y pasión por las almas necesitadas de Cristo y de la esperanza de