La carta 91. Raul Ramos

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Название La carta 91
Автор произведения Raul Ramos
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788412404838



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debería? ¿Tú también lo piensas? —manifestó Luke con algo de indignación en su tono de voz—. ¿De verdad piensas que nuestro país debe darle la espalda al mundo?

      Luke se ajustó el sombrero de ala ancha, complemento que le daba un estilo muy sureño a su aspecto, mientras esperaba una explicación de Logan en lo que amenazaba con convertirse en una batalla argumental.

      —Pienso que bastante tenemos nosotros con recuperarnos de la Gran Guerra que sufrimos hace veinte años… Sea lo que sea que esté pasando en Europa, es cosa de los europeos…

      —Según he oído, Vorolank cayó ayer en manos de los alemanes —expuso Luke, que, a pesar del hermetismo de la propaganda en tiempos de guerra, siempre encontraba la manera de enterarse de las noticias más actuales—. Se dice que podrían estar a escasos kilómetros de Moscú. Si los soviéticos caen…

      —Si los soviéticos caen, pues tendrán otro presidente, uno alemán —apuntilló Logan con la intención de subsanar su error y finiquitar la conversación—. Así ha ocurrido en muchos otros lugares en otros tiempos y así seguirá ocurriendo. Las naciones combaten y sucumben unas a otras. Pero, te repito, no es nuestro problema.

      —¿No es nuestro problema? —preguntó Luke creyendo que la respuesta a esa cuestión debería ser evidente—. Los alemanes exterminan todo lo que encuentran a su paso. Os estoy hablando de un genocidio. ¿Qué tipo de persona puede obviar semejante despropósito?

      —Ya está bien, Luke —sentenció Logan colocando la carne ya cocinada en los platos—. No voy a ponerme a discutir contigo ahora sobre cosas que están pasando en el otro lado del mundo. Vamos a disfrutar de este encuentro entre compañeros en paz.

      Luke chistó, se reajustó el sombrero y accedió a la opción sosegada de coger los platos y llevarlos a la mesa junto al resto de compañeros.

      Una vez allí, los dos grupos en los que se habían dividido los presentes, hombres y mujeres, se reunieron alrededor de una mesa que sostenía todo tipo de alimentos. Rachel se sentó al lado de Adam, desencadenando en el interior del joven un cúmulo de respuestas orientadas a la felicidad.

      —A ver cómo te ha salido la comida —dijo la chica acariciándole la mejilla—. Espero que separarte de mí para preparar la carne haya valido la pena, de lo contrario no te voy a perdonar que me dejaras unos minutos sin ti.

      —En realidad la ha hecho Logan —afirmó Adam, torpe, en lugar de corresponder a aquel cumplido—. ¿Te lo estás pasando bien?

      —¡Sí! —afirmó Rachel fervientemente, aunque luego se acercó al oído de Adam para hablarle en forma de susurro—. Aunque no sé si encajo mucho aquí.

      El grupo de mujeres había estado conversando sobre moda. Mientras que todas hablaban de la vuelta a los cortes rectos y recatados, Rachel había sugerido que la búsqueda de las curvas en las prendas femeninas que había comenzado durante los años 30 sería imparable y que los vestidos venideros tenderían a realzar aún más la figura femenina. Por esa opinión, había recibido miradas juiciosas, algo que le ocurría frecuentemente debido a su carácter atrevido.

      —Ya sabes cómo son el tipo de novias que suelen tener nuestros amigos —dijo Adam también en voz baja.

      —¡Eh! ¡La parejita feliz! —llamó la atención Logan desde el otro extremo de la mesa, hastiado de tanto cuchicheo—. A lo mejor al resto también nos interesa eso de lo que estáis hablando.

      —No, no… —dijo Adam moviendo la mano—. Solo hablábamos de lo bien que te ha salido el cordero.

      El resto de la comida pasó de forma amena, intercambiando opiniones sobre temas a los que Adam no prestaba mucha atención, pues no había nada más interesante para él que la chica que tenía al lado. Con solo girar su cabeza, su sonrisa se estiraba automáticamente. Aquella joven delgada, de estatura ligeramente inferior a la media, cuyo cabello rubio era el fiel reflejo del oro, le transmitía la certeza de haber encontrado el más preciado tesoro que uno podría hallar en la vida. En su mirada, protagonizada por unos preciosos ojos color miel, había un remanso de paz al que podía llamar hogar. Respecto a aquellos ojos, a Adam le gustaba fantasear con la posible descendencia entre ellos, pues mezclados con los suyos propios de color verde estaba seguro de que podrían engendrar una preciosidad de criatura. También los dos eran atractivos y aportarían una genética bella, aunque esperaba que su futuro hijo o hija heredara el color del cabello de la madre, sin que este se oscureciera por el aporte de su pelo castaño.

      —¿Qué os parece si jugamos a las preguntas de parejas? —sugirió Logan sacando a Adam de sus fantasiosos pensamientos—. Aunque ya sabemos quién va a ganar…

      Las reglas de aquel juego eran sencillas. Se repartía papel y lápices —de hecho, la novia de Logan ya había ido a la oficina que su padre tenía en aquella casa de campo a por el material— y se hacían preguntas con relación al noviazgo que cada uno tenía que responder escribiendo, en secreto. Después, se desvelaban las respuestas y ganaba la pareja que más coincidiera en ellas. Aquel entretenimiento tendía más a generar enfados que a divertir, pero de alguna manera, nunca nadie se negaba a hacer uso de él esperando no ser las víctimas de aquella diversión basada en el entendimiento mutuo.

      —Empiezo yo —se adelantó Logan mientras cada uno recibía sus herramientas de juego—. A ver, qué podría preguntar para empezar… Una fácil. ¿Cuál es la comida preferida de vuestra pareja? Tenéis que escribir la que creéis que es y abajo la vuestra propia para poder comprobar la respuesta.

      Todos asintieron, aunque ya sabían de manera sobrada las instrucciones. Los lápices comenzaron a herir los papeles materializando los pensamientos de cada uno de los participantes.

      —De acuerdo. La comida favorita de Emma es la tarta de nueces de mi madre —expuso Logan mirando a su pareja, que fruncía el ceño. La chica dio la vuelta a su trozo de papel mostrando que la respuesta era incorrecta—. ¿En serio? ¡Siempre dices que es lo mejor que has probado jamás!

      —¡Para complacer a tu madre! —replicó Emma—. ¡Los trozos de las nueces se me meten entre los dientes!

      El resto de los comensales reía ante la discusión que aumentaba de intensidad por momentos.

      El juego procedió entre aciertos cargados de amor y errores que originaban conflictos que se apaciguaban tras un «ya hablaremos luego». Solo hubo una pareja que acertó en todas las ocasiones en una muestra infalible de adoración y respeto mutuo.

      —¡Ya me he cansado! —se quejó finalmente Logan—. Se acabó el juego. Es que Adam y Rachel no fallan ni una… No hay forma de ganarles. Por eso digo que deberían…

      —¡No deberíamos nada! —interrumpió Adam levantándose repentinamente, mostrándose algo alterado, algo que contrastaba con su actitud apacible y retraída—. Lo que sí deberíamos es marcharnos, que pronto se hará de noche y hay un largo camino hasta San Francisco. Además, tengo mucho que estudiar.

      Rachel le miró con una mezcla de estupefacción y pena. Se preguntó por qué Adam no había dejado terminar a su amigo, cómo sería de importante algo capaz de sacar de sus casillas a un chico que difícilmente se alteraba o perdía la compostura.

      —Lo siento, chicos —dijo finalmente Adam al ver que todos esperaban alguna explicación a su comportamiento—. Los exámenes me alteran. Quiero aprobarlo todo antes de que acabe el año y este curso está siendo especialmente difícil…

      —Tranquilo, Adam —intervino Luke, intentando calmar a su amigo—. Eres un buen estudiante, y además tienes a tu lado a Rachel, que te puede ayudar con cualquier duda. Entre los dos habéis ido progresando y así seguirá siendo hasta que consigáis la titulación.

      —Es cierto, con su ayuda seguro que sacas hasta mejores resultados en los exámenes que en el juego de las preguntas de parejas —añadió Logan, algo jocoso.

      —Tenéis razón —admitió Adam—. Pero si quiero esos buenos resultados, voy a tener que irme ya