El padre en cuestión. Juan Carlos Indart

Читать онлайн.
Название El padre en cuestión
Автор произведения Juan Carlos Indart
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789878372686



Скачать книгу

que Freud dice que no hay salida del Edipo para ella. Puede permanecer identificada a ese agente de la castración toda la vida, al padre, cosa que se verifica clínicamente. No tiene que pasar por esa metaforización de batalla, él o yo –con el padre– para poder ella advenir a no sé qué posición. Queda tranquila una vez que está ubicada en referencia a un significante, ella no piensa competir con ese significante, se articula en relación; lo que puede hacer es pedirle a ese significante todos los días, quejarse, molestarlo, pero no le interesa asumirlo, sino que esté ahí, en el padre, en el novio, en el marido, en un sacerdote, en el analista, donde sea.

      Freud ya nos dice que –siendo en ella su castración edípica algo que no se entiende con mucha claridad más que con una especie de simulacro–, ella permanece ahí como pez en el agua. Lacan en eso sigue a Freud, pero por otro lado indica que hay algo que aparece en cambio con una especificidad clínica propia de ella, y que no es así en el caso del varón.

      Ahí tenemos ubicado el tema, que es como decir: no es tan pez en el agua. Es pez en el agua en esa referencia paterna, pero no parece ser tan pez en el agua cuando se trata del vínculo de ella con su madre. Ahí tenemos esa frase y otra vez aquí el término ravage.

      Por eso en L’étourdit, la frase termina diciendo:

      Esta cita nos parece indicar como una mala orientación buscar en la madre resolver la condición del estrago, porque ésta es a su vez otra persona estragada. Ese es el primer sentido de esa frase.

      Hace muchos años utilicé mucho esta cita, fui un poco pionero, porque las utilizaciones de ésta vinieron un poco después, y con más vuelo y con más sentido del que yo había podido darle al principio.

      Ocurrió que llevaba por años –lo sigo haciendo– un grupo de discusión clínica con colegas, y por el año ´90, discutimos dos o tres veces por semana el mismo caso; cuando más o menos lo agotábamos un poco, alguien presentaba otro caso. Es una práctica que continúo, porque es de mucho provecho la discusión de casos clínicos en veinte minutos, una hora, cada vez, dejar pasar unos días, volver a discutir el mismo caso, dejar pasar una semanita y volver a discutirlo. Así se consigue de a poco encontrar cosas más paradigmáticas y ordenar los distintos niveles, porque la clínica se puede discutir bien, pero desde distintos puntos de vista. Los psicoanalistas están todos con distintos puntos de vista, enfatizan más unas cosas que otras. Por esa discusión clínica, al terminar ese año de trabajo, descubrí que, si habíamos discutido diez o doce casos en el año, seis o siete eran redundantes, porque planteaban una misma cuestión que a los analistas los dejaba sin recursos.

      Era fácil observar que, cuando el análisis lo pide, una muchacha entre quince y treinta –podemos retroceder más si quieren, de los once–, anda por sobre ruedas el despliegue del mismo, donde se va situando su cuestión en relación al padre, y del padre a sus sustitutos, con un efecto que lleva una cierta elaboración de separación de la madre. Y es muy frecuente en los casos que se da, en los cuales puede haber toda una serie de inhibiciones, de dificultades para hacer pareja, de inestabilidad, siempre muy vinculadas a una mujer que está todavía muy presa, vive en la casa con la mamá, piensa demasiado en la mamá, está dejando pasar los novios un poco por la mamá. El análisis, en la medida que la sitúa en el Edipo, en lo que Freud ya había dicho que era el paso de la subjetivización importante para la mujer en el orden fálico, la conducía a preferir al padre a cierta altura y no a la madre, ubicando dónde está el falo –en el sentido de quien lo tiene–, y siendo a través de la relación con un hombre, a partir del padre, en el que puede empezar a jugar un destino de mujer. Allí elaboraba lo que es ser deseada, lo que se dice ser un objeto de deseo de los hombres, y también por esa vía encontraba una forma sustitutiva de ese falo bajo la ecuación pene-niño y su ubicación como madre.

      En una ciudad con tanto análisis como Buenos Aires, y un poco en toda la Argentina, es un resultado terapéutico muy frecuente en el análisis de mujeres, el que efectivamente se quitan un poco las ñañas, ciertas histerias, soportan un poco más a los hombres, se ubican y despegan. Hasta había llegado a ser un poco burdamente una especie de estandarización. Ya en el psicoanálisis anterior a Lacan era una cuestión de presionarlas a que dejasen la casa materna, que empezasen a salir de ahí y a vivir o con una amiga, o solas, y rápidamente ubicar un hombre, casarse, tener los niños, etcétera. No me burlo tampoco de eso, porque es como un poco más allá de la orientación que uno tenga, ella habla, y por el solo hecho de que habla se va ubicando en sus temas, esta es una de las salidas muy frecuentes.

      El tema clínico que había aparecido ese año en bastantes casos es cuando nos retorna ella a los cuarenta y pico, solamente que separada, tal vez por segunda o tercera vez, con una seguidilla de experiencias con los hombres tan dolorosas y catastróficas que hay un: basta. Aunque quede un lugar de ilusión que, de golpe, como la lotería, le hiciese pasar a no sé quién, tal vez, pero ella ya no va a hacer nada por buscarlo. Y nos encontramos que, con la separación, y las dificultades económicas, y ninguna perspectiva de rehacer su vida en relación a un hombre, muchas veces porque los años han pasado y el padre además ha muerto, retorna muy fuertemente al vínculo con la madre. Que ya puede empezar a valer mucho, en el sentido de que, por lo menos, le atiende los chicos un tiempo, mejor o peor, incluso todo el nivel del manejo del dinero ya empieza a ser sólo de ella o con los consejos de la madre. Y una clínica donde empieza una circularidad de odio y de amor, de queja y de sostén, que tiene la peculiaridad de no saber encontrarse dónde eso realmente pueda separarse, porque los mismos accesos de odio y de furia que mínimamente deberían llevar a una persona a no querer verla más –eso ocurre en la pelea del viernes a las ocho de la noche– es cerrado a la mañana siguiente tomando unos matecitos que sólo se toman con mamá, y conversando, conversando, y conversando para llegar a las once de la mañana a una pelea con insultos y angustias tales, que es la madre la que parece que se tira por el balcón pero ella la agarra, pero entonces la hija dice: “No puedo vivir más con vos, sólo me queda el suicidio”, y la madre le dice: “Hija, te acordarás de mí cuando me muera, porque vos me vas a matar”, y una cosa infernal y que se describe como tal, y que al mismo tiempo no se puede salir de eso.

      Para el analista, él o ella como analista, la posición del analista, todo el truco que había funcionado tan bien en la primera fase del análisis ya no funciona, más cuando esto se ve en un re-análisis. En el re-análisis ya es el colmo, porque cuando vuelve a análisis a los cuarenta con esta decepción y en este estado, ¿uno que le va a decir? “Usted tiene que irse de la casa de su madre, está muy pegoteada con su madre”, y ella dice: “Mire doctor, eso ya me lo dijeron a los dieciocho y lo hice, ¿pero qué solución hubo?”

      Ella, como mujer en la vía freudiana de articularse al deseo del hombre, empieza a no tener salida. Tampoco le vamos a sugerir que qué bien le haría la ecuación pene-niño, porque ya arrastra tres que no sabe si dejárselos a la madre, si los cría la madre “porque me los está robando y yo me doy cuenta”.

      El enfoque que yo les sugerí, que me parece clínicamente importante, era ir a los casos más paradigmáticos, y no ponía tan en juego la cuestión de la feminidad como tal.

      En el caso que veíamos como más paradigmático, hay un pacto común entre la madre y la hija. Es un pacto desolador, porque es un pacto de entenderse como nadie, una y la otra, en el desprecio, la decepción por los hombres.

      Por supuesto uno ve en la clínica cómo ella, aunque haya hecho algunos pasos y después le fracasan, todos estos retornos hacen revivir cosas que