Название | Moviendo los marcos del patriarcado |
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Автор произведения | Marilar Aleixandre |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412335422 |
La singularidad de los argumentos de Pardo Bazán está pues en la consideración de mujeres y hombres como sujetos con iguales derechos y deberes, con idéntica legitimidad para seguir su destino. En consecuencia es necesario eliminar los obstáculos para el desarrollo intelectual y vital de las mujeres. La reivindicación del destino propio se articula, en primer lugar, en este argumento de que las mujeres son sujetos de derechos individuales, en segundo y tercer lugar en la crítica a dos conceptos establecidos, lo que denomina «destino relativo de la mujer»12 y el supuesto de la inferioridad intelectual del sexo femenino; en cuarto en la denuncia del aumento de desigualdad en los derechos políticos de mujeres y varones desde la Revolución francesa, y en quinto en la identificación del trabajo remunerado como un elemento crucial en la independencia de las mujeres, aspecto este último analizado en el capítulo 8. La figura 1.1 representa esta articulación de ideas que hoy día siguen siendo puntales del pensamiento feminista moderno.
Figura 1.1 Líneas argumentales que articulan la noción del destino propio
Crítica al destino relativo de las mujeres:
vivo para mí
El destino relativo de las mujeres, subordinado al de los varones, es comparado por la autora con el de los súbditos en una monarquía en contraposición al destino propio, del hombre en el primer caso y del ciudadano en el segundo. La noción de destino relativo es un concepto original de Pardo Bazán y, según ella, el último baluarte de la desigualdad en la sociedad moderna, que mientras proclamó los derechos del hombre «tiene aún sin reconocer los de la humanidad».13 Critica, en consecuencia, la concepción de las mujeres únicamente como madres y a los autores como Rousseau, Luis Vives o Fray Luis de León que la defienden:
El error de afirmar que el papel que a la mujer corresponde en las funciones reproductivas de la especie, determina y limita las restantes funciones de su actividad humana, quitando a su destino toda significación individual, y no dejándole sino la que puede tener relativamente al destino del varón.
Por estas razones entiende que la educación de las mujeres no debe responder al fin de educar a los hijos sino al de ejercer sus propias dotes intelectuales. Refuta la idea de que la educación femenina sea un medio, o que tenga por objeto principal formar buenas madres, argumentando que la maternidad es obra maestra del instinto, y concluyendo «perfecciónese la mujer para sí, directamente». Otros aspectos de su pensamiento sobre la maternidad y la familia se analizan en el capítulo 4.
En el capítulo 14 de las Memorias de un solterón (1896), Feíta Neira expresa con vehemencia la legitimidad de los deberes de las mujeres para consigo mismas, primero reconociendo que no es su familia lo que más le importa: «la cosa que más me interesa a mí es Feíta Neira»; argumentando a continuación ante un escandalizado Mauro Pareja, por mote Abad, que «el deber supremo es para con nosotros, Abad. Y lo digo porque estoy harta de que a las mujeres no nos consientan vivir sino por cuenta ajena. ¡Caramba! No ha de haber nada de eso... Para mí vivo, para mí».14 Decidir vivir para sí misma lleva a Feíta a dar clases particulares para tener cierta independencia económica, leer vorazmente, caminar por toda la ciudad y los campos, feliz «haciéndome compañía a mí propia». Mauro, el narrador, acaba concluyendo que Feíta es la mujer nueva empleando un término aparecido solo dos años antes, en un artículo de Sarah Grand,15 que acabará haciendo fortuna en la crítica literaria para encuadrar autoras como la propia Emilia Pardo Bazán.
Crítica a la supuesta inferioridad intelectual femenina
Un segundo concepto criticado por la autora es la presunción de la inferioridad intelectual congénita de todas las mujeres. A consecuencia de esta suposición, aunque se autorizaba a las mujeres a recibir educación, no se les permitía ejercer las profesiones correspondientes. Notemos que la autorización para cursar enseñanza secundaria —a partir de 10 años— y universitaria, estaba en 1892 supeditada al consentimiento del director de cada centro, restricción que solo fue eliminada en 1910. En 1931 Clara Campoamor se enfrentraría a este argumento de la inferioridad mental innata al proponer el reconocimiento del derecho a voto para las mujeres. Uno de los defensores de la desigualdad fue Roberto Nóvoa Santos, diputado de la Federación Republicana Gallega y médico, con una intervención recogida en el Diario de Sesiones de las Cortes del 2 de septiembre de 1931:
Hay también en el título III de la Constitución una alusión a la ecuación de derechos civiles en el hombre y la mujer, ecuación de derechos civiles e igualdad de sexos o para la expresión de la voluntad popular en un régimen de elección. Pero ¿por qué?, preguntamos, aun cuando la pregunta tenga un cierto aroma reaccionario. ¿Por qué hemos de conceder a la mujer los mismos títulos y los mismos derechos políticos que al hombre? ¿Son por ventura ecuación? ¿Son acaso organismos iguales? ¿Son organismos igualmente capacitados?
(...) a la mujer no la dominan la reflexión y el espíritu crítico; la mujer se deja llevar siempre de la emoción, de todo aquello que habla a sus sentimientos, pero en poca escala o en una mínima escala de la verdadera reflexión crítica. Por eso yo creo que, en cierto modo, no le faltaba razón a mi amigo Basilio Álvarez al afirmar que se haría del histerismo una ley. El histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer; la mujer es eso: histerismo (...). Y yo pregunto: ¿en qué despeñadero nos hubiéramos metido si en un momento próximo hubiéramos concedido el voto a la mujer?
Nóvoa Santos fue autor, en 1908, de un libro titulado La indigencia espiritual del sexo femenino. Las pruebas anatómicas, fisiológicas y psicológicas de la pobreza mental de la mujer. Su explicación biológica. Este ejemplo, de una persona considerada un intelectual relevante, puede dar idea de la penetración social de los prejuicios a los que se enfrentaban las propuestas de nuestra autora varias décadas antes.
Concepción Arenal, en La mujer del porvenir (1869), criticó, en la misma línea que Pardo Bazán, la creencia en la menor capacidad intelectual: «Día vendrá en que los hombres eminentes que hoy sostienen la incapacidad intelectual de la mujer (...) se leerán sus escritos entre el asombro y el desconsuelo que causa ver en los de Platón y Aristóteles la defensa de la esclavitud».16
Emilia Pardo Bazán apunta, en esta memoria, al aumento de la desigualdad entre sexos, que parecería contradecir el progreso, pues la mujer sigue privada de los derechos políticos mientras el varón, desde la Revolución francesa, los adquirió plenísimos. De ahí que mantenga que la sociedad aún tiene pendiente reconocer los derechos de la humanidad.
Dueñas de sí:
el destino propio en la narrativa de la autora
Siendo este ensayo un texto crucial para analizar los argumentos de Emilia Pardo Bazán sobre el destino propio, se puede seguir el hilo de esta idea a través de decisiones sobre su vida, así como a través de sus artículos