Boston. Todd McEwen

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Название Boston
Автор произведения Todd McEwen
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788415509691



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Smith que parecía haber esperado encontrarlo vestido. Sí estoy bien asintió Fisher con la puerta pegada a su cuerpo. Miró a Jowls cuyas entradas parecían alineadas con las cejas. Lo que he estado intentando explicar es que me mojé y me desnudé porque era la hora de comer. Los ojos de Jowls se entrecerraron. Ya saben continuó Fisher Porque no había nadie por aquí. Jowls miró el vendaje y una luz se iluminó en sus ojos. ¡Tenía que secarla! exclamó Fisher Miren no me pasa nada. ¡Deje de mirarme la cabeza! Le estoy gritando al vicepresidente del instituto pensó Y solo llevo los pantalones puestos. Jowls y Smith se miraron y devolvieron la mirada a Fisher. ¿Qué pasa ahí dentro? inquirió con calma Jowls. ¡Nadie! respondió Fisher ¡Nada! Escúcheme dijo Jowls frunciendo el ceño Como vicepresidente es mi responsabilidad determinar si es o no capaz de realizar sus esto… obligaciones institutiles. ¿Mis qué? soltó Fisher. Es decir, sus empleadiles… sus ¡institucionales! obligaciones institucionales dijo Jowls. Tu trabajo aclaró Smith. ¡Eso es! asintió Jowls. Fisher sabes que estás en una posición delicada porque tu trabajo está vinculado al uso de material radiactivo siguió Smith de forma nerviosa. Soy bien consciente respondió Fisher y añadió mentalmente De los materiales que tú Smith tienes en tu escritorio. Smith era incapaz de preocuparse por guardar nada bajo llave. La gente como usted tiene que ser normal afirmó Jowls. Fisher aprovechó la oportunidad para parecer cuerdo. ¡Pues eso somos! vociferó. Elevó la cabeza en un gesto que esperaba que Jowls y Smith interpretaran como muestra de indignación digna de confianza. Caballeros soy tan normal como largo es el día. Al pronunciar estas palabras fue consciente de inmediato de que estaban en el día más corto del año. ¡Pero! prosiguió rápidamente Tengo un presupuesto y un informe mensual que escribir, por lo que si me disculpan creo que ya está bien de bromas. Por mucho que las esté disfrutando. Y cerró la puerta con decisión en la cara de ambos hombres. Encendió la luz del techo y se sentó ante el teclado. Comenzó a golpear repetidamente la tecla x y a carraspear sonoramente. Podía ver las siluetas de Smith y Jowls frente a la puerta. Tras teclear dos o tres líneas pornográficas se marcharon. Discutiendo. Dejó de martillear el teclado y lo echó un lado girándose hacia Alison que seguía en el rincón. Eres verdaderamente interesante dijo ella. Ese era el vicepresidente señaló Fisher. Lo manejaste de maravilla aseguró Alison caminando hacia él. ¡No me toques! Tienes las manos frías. Ella se dirigió entonces a la máquina de escribir y tecleó. Luego fue hacia la puerta y para consternación de Fisher la abrió de par en par y con una risa divertida se marchó rápidamente por el pasillo. Fisher se apresuró a cerrar la puerta pero mientras lo hacía Brenda Moran levantó la vista de su mesa al otro lado del pasillo. Eh ¿dondestá tu camisa? preguntó. No lo sé respondió Fisher cerrando la puerta de un golpe.

      Fue hasta el radiador y empezó a batallar con sus empapadas prendas. Se las fue poniendo lentamente. Pesaban tanto que comenzó a encorvarse. Se colocó el abrigo y cogió la hoja de papel de la máquina de escribir. «Alison» decía. «Llámame». Un número de teléfono. La metió en el bolsillo. Tanteó bajo la mesa buscando a don Chirridos. La neumonía implica una muerte agónica pensó. Apagó la luz, dio un portazo para salir al pasillo y corrió escaleras abajo. Se arrastró por el gran vestíbulo. La viva atmósfera intelectual de un columbario pensó. Salió dando bandazos a la calle. Un cortante viento frío silbaba entre los ladrillos de Boston e inmediatamente comenzó a convertir el rostro de Fisher en un blanco pergamino descascarado.

      6 El autor elige deliberadamente el apellido Smith, el más común entre los angloparlantes, definiendo de este modo al personaje como un don nadie, alguien mediocre.

      7 Charles Laughton protagonizó en 1939 la versión cinematográfica de El jorobado de Notre-Dame (distribuida en España con el título Esmeralda, la zíngara) en el papel de Quasimodo.

      8 Situado en el centro del país (Colorado), con una elevación de 4 300 metros, Pikes Peak es la cima superior a los 4000 metros más oriental de Estados Unidos.

      9 Región con una elevación media de 800 metros sobre el nivel del mar situada en la sección occidental de Massachusetts y Connecticut.

      10 El parque más antiguo de Boston, abarca unas veinte hectáreas en el centro de la ciudad.

      11 El apellido Jowls significa «carrillos», especialmente cuando estos cuelgan sensiblemente del rostro.

      III. El lamento del bar12

      Fisher decidió arrastrarse en lugar de caminar. Mientras reptaba meditaba acerca del ajetreo prenavideño de Boston. No existe la menor razón para que la gente mantenga este ajetreo en Boston pensó. Lo hacen porque saben que es una ciudad de 600 000 habitantes y consideran obligado ajetrearse. Fisher tenía la sensación de que todo el mundo hacía siempre las cosas de la misma forma en Boston. Lo asombraba que las calles y aceras no estuvieran estriadas con un millar de surcos. Conduce trabaja come. Conduce trabaja come. Conduce trabaja come. Come conduce come. Come conduce come. Come conduce come. ¡Boston! En sus días más oscuros Fisher se aferraba a la hipótesis de que los bostonianos no tienen en absoluto voluntad propia. Boston: un inmoral teatro de marionetas sobre una gran cadena de transmisión. La gente avanza y retrocede en las calles mediante poleas astutamente ocultas. Miran por las ventanas, rebuznan a sus conciudadanos, todos mecanizados, todos maniquíes. Rostros extraños sacudiéndose adelante y atrás. Caminar por la calle era vivir en una película de dibujos animados movida por ruedas dentadas. El mismo ejercicio de tiro al blanco cada día. Con un ¡PLON! y después un ¡RURRURRU! y un ¡PLON! y después un ¡TIN! Un juguete monstruoso. Los colonizadores cruzaron el Atlántico de cristal en un Mayflower con mecanismo de relojería. ¡Y todo bajo las descargas de El Culo! Una dolorosa flatulencia helada, si es que tal cosa es imaginable, denominada en Boston «cortante viento frío», que envía inmediatamente a sus residentes a por su siempre insuficiente ropa de invierno.

      Aunque debería ir directamente a casa pensó Fisher mientras se arrastraba Necesito una cerveza, una Guinness. Esto suponía atravesar Boston a pie empapado como estaba y cruzar uno de los puentes hacia Cambridge.13 A Fisher no le gustaba Cambridge. Tampoco le gustaba tomar la T.14 Le gustaba caminar y le gustaba la Guinness. La apuesta por la cerveza caldeó el cuerpo de Fisher que trató de arrastrarse más rápido. Pero vio que era imposible. Y pensó Nadie es sexualmente atractivo cuando se arrastra. Excepto un puñado de depresivos. Intentó entonces combinar su caminar cansado del mundo académico con un atrevido paso rebosante de virilidad y terminó avanzando como si tuviera los miembros dislocados. Afortunadamente no se encontró con ningún conocido. Desplazándose de este modo el mojado Fisher y su violín atravesaron el Parque Público de Boston15 por la calle Charles, cruzaron un puente y avanzaron una larga avenida hasta la puerta del Evening Star. El Evening Star era un bar de Cambridge con vagas alusiones irlandesas donde la diversión no radicaba, como en muchos otros agujeros de la ciudad universitaria, en un derroche de plantas de interior ni en un guitarrista con jersey de cuello vuelto, sino en la siempre presente posibilidad de hostigamiento.

      Irlanda no era para Fisher tanto un país con sus habituales equipamientos (personas, folletos, fábricas, coches, revistas, ovejas, salsas) como una gran biomasa unitaria, una nudosidad coronada de verde y marrón que respira suavemente, un lunar en la cara de la Tierra cuyos procesos de fotosíntesis y excreción culminan exclusivamente en la producción de Guinness Extra Stout. El contorno de esta Irlanda está moteado de campos fértiles donde crecen orgullosas hileras de cebada y de frondosos claros donde enredaderas de lúpulo se descuelgan amorosamente en delicados hilos, entrelazados en un juego de cordeles por las manos de los alegres labradores. En la ribera de rutilantes ríos azules, campesinos cantarines ensacan el cereal de sol a sol. En las cimas de las suaves colinas de la Irlanda de Fisher, alegres molinos de viento giran para alimentar ruedas dentadas de madera que desarrollan en su interior tareas desconocidas. Locomotoras de vapor pintadas de turquesa, rosa y oro se detienen en estaciones rurales victorianas donde toneladas de cebada y lúpulo son introducidas en volandas en los vagones por felices esclavos. Los trenes avanzan lentos con su chuf chuf a través de resplandecientes valles para llegar a un Dublín diseñado a imagen de la Ciudad Esmeralda de Oz. Enanos cantarines descargan jubilosos los sacos y los arrastran hasta los almacenes y depósitos de maceración de la gran cervecería de St.