Lo femenino en debate. Patricio Álvarez Bayón

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Название Lo femenino en debate
Автор произведения Patricio Álvarez Bayón
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789878372464



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Secretario de Extensión Universitaria, quien a través de Viviana Loponte y todo el equipo posibilitan estas jornadas desde un trabajo inmenso.

      Esta vez, el tema de las jornadas ha sido tan difícil y convocante que nos condujo a un trabajo de un año de lectura, discusión y debate que excedió en mucho la organización formal típica de las jornadas. Los docentes de las tres cátedras (“Práctica Profesional: Clínica de la urgencia”, “Psicoanálisis orientación lacaniana: clínica y escritura” de la Facultad de Psicología y “Psicopatología” de la Carrera de Musicoterapia de la Universidad de Buenos Aires) en reuniones conjuntas, hemos hecho propuestas, estudiado, debatido, con coincidencias y diferencias que, en lugar de segregar, fueron incluyendo a cada uno en un lugar propio, aunque no por eso cómodo.

      Mi reconocimiento y homenaje a cada uno de los docentes por el nivel de entrega, compromiso, creatividad y trabajo que han sido colosales, tal como lo verificarán a cada paso.

      A cada uno de los que presentaron fantásticos textos, que escucharemos en las mesas libres y extraordinarias expresiones artísticas, que estarán expuestas para conmovernos.

      Con emoción, alegría y, por supuesto, cierta inquietud, abrimos nuestras jornadas augurando un intenso trabajo para disfrutar.

       Bibliografía

      Coccoz, V., Freud, un despertar de la humanidad, Gredos, Barcelona, 2017.

      Sotelo, I. & Leserre, L. (Comps)., Psicoanálisis orientación lacaniana: recorrido del goce en la enseñanza de Jacques Lacan, JCE, Buenos Aires, 2018.

      Lacaniana Nº 26, El factor infantil, EOL - Grama, Buenos Aires, 2019.

       ¿Revolución feminista?

      A fin de esclarecer la dimensión actual del movimiento feminista que muchos califican de “revolución” no está de más retrotraerse a los tiempos de la Revolución Francesa, época en que las mujeres combatieron a la par que los hombres llegando a participar en las discusiones de los clubes mixtos –Sociedad fraterna de patriotas de ambos sexos–, incluso a crear algunos espacios públicos específicamente femeninos. Muy pronto éstos fueron cerrados (en 1793) fustigados por sus homólogos masculinos. Pese a reconocerlas como inspiradoras y musas, las mujeres fueron “invitadas” a actuar y a vivir un patriotismo por procuración, siéndoles arrebatado el papel activo en favor de un heroísmo del sacrificio.

      Pero la semilla brotaría con fuerza en posteriores gestas revolucionarias, si tomamos en consideración los desarrollos de Jean-Claude Milner cuando explica que el acontecimiento de discurso que tuvo lugar a finales del siglo XVIII en Francia puso en escena una nueva condición del sujeto –el sujeto revolucionario–, cuyo influjo se verificaría posteriormente con la divulgación de una nueva creencia diseminándose por el planeta.

      De la misma manera que un cuadro condiciona nuestra percepción, la creencia en la Revolución ha funcionado como un dispositivo discursivo organizando las representaciones y aspiraciones de las personas, y así como las líneas de fuga se entrecruzan en un punto, a la vez distante y constantemente presente, el Ideal de la Revolución se capta como el punto único y unificador de los movimientos de masas durante los dos siglos que siguieron a la toma de la Bastilla.

      Sin embargo, se constata que “De todos los discursos que movilizan hoy la resistencia social en las sociedades industriales –ecología, decrecimiento, libertad de elección– la mayoría colocan espontáneamente la revolución a un lado. Su nombre, antaño un significante amo, no despierta ningún eco”.

      Con excepción de ciertas autoras feministas que gustan calificar el movimiento en tales términos –un hecho que merecería de por sí un análisis específico– el siglo XXI parece haberse acostumbrado a una banalización tal que la palabra se ha vaciado de significado, según observa Milner.

      Vale la pena recordar que el impulsor de los movimientos revolucionarios que agitaron el siglo XX, en su célebre Manifiesto Comunista dejó consignado el reproche formulado a los impulsores de la lucha de clases: “¡Pero es que vosotros, los comunistas, queréis instaurar la comunidad de las mujeres! Nos grita a coro la burguesía. (Y ello debido a que) El burgués solo ve en su mujer un mero instrumento de producción”.

      Para Marx estaba claro que en el combate libertario hombres y mujeres debían unir sus fuerzas a fin de alcanzar los pretendidos cambios de la sociedad en los distintos órdenes, desde la economía a la cultura, incidiendo por tanto en las relaciones familiares y entre los sexos. “Todo el que sepa algo de historia sabe que las grandes transformaciones sociales son imposibles sin el fermento femenino. El progreso social se mide exactamente por la posición social del bello sexo”. En la reciente edición crítica de sus escritos se enmarca esta carta bajo el interrogante “¿Machismo? seguramente por adjudicar un sentido reprobable –según ciertos prejuicios actuales– al calificativo de “bello” refiriéndose a la mujer.

      Esta consideración respecto al enunciado de Marx desvirtúa la enormidad de su planteamiento sometiendo a un juicio de valores actual una forma elegante de proponer y conservar una diferencia entre los sexos al atribuir al femenino la aportación de un singular “fermento”. Desde ciertos postulados feministas contemporáneos esta apreciación se juzga inadmisible, y entienden que tal adjetivo impone una valoración negativa de la mujer reduciéndola a ser un mero objeto de la mirada masculina.

      Otro tanto sucede con algunos planteamientos respecto al discurso de Freud, a quien se ha llegado a acusar de sexista subrayando ciertos enunciados sacados de contexto y eximiéndose entonces sus portavoces de llevar a cabo una lectura de esta obra esencial.

      En ambos casos vale la pena retomar la propuesta de la feminista “incómoda” Camille Paglia cuando afirma haberse percatado, ya en el año 1969, de los dos elementos relevantes que el feminismo había excluido y que debían integrarse para evitar la errancia del movimiento. Años más tarde, al constatar que una generación perdida de mujeres finalizaba los programas de estudios universitarios de género, formulaba así su propósito: “obtener un trabajo intelectual del máximo nivel a fin de subsanar las “dos deficiencias del discurso feminista”: en primer lugar, la exclusión de la estética, derivada de la dificultad para tratar con la belleza y el arte. “La belleza es un valor humano eterno, no un truco inventado por un corrillo de publicistas siniestros…”.

      La razonable rebelión ante el nocivo atractivo de los prototipos de belleza que sustenta entre otros el negocio de la cirugía plástica, así como su influencia en síntomas clínicos como la anorexia, no debería asentarse en la cantinela de la denuncia a los medios publicitarios ni en la peligrosa promoción de la ignorancia que conlleva el desprecio por el trabajo de los artistas quienes, a través de la historia, han alimentado con sus obras la imaginación y el disfrute de los seres humanos.

      La segunda deficiencia del feminismo, sostiene Paglia, se deriva del intento de construir una teoría del sexo sin Freud, “[…] uno de los más grandes maestros de la historia, uno de los grandes analistas de la personalidad humana”. La ácida disquisición de Paglia respecto a la lectura de Lacan promovida en ciertas universidades americanas que, prescindiendo del estudio de Freud y promoviendo el uso de un código tan cerrado como aburrido, le llevan a calificar la situación de “dramática y ridícula” propugnando la necesidad de una reforma intensiva a varios niveles.

      Por nuestra parte agregamos de buena gana una tercera deficiencia, y es la ausencia de un análisis crítico desde la perspectiva del estado de los discursos en determinados giros de la historia, teniendo en cuenta que la subjetividad de una época, el Zeitgeist, o “espíritu del tiempo” oficia de límite y restricción al pensamiento; por lo tanto, aunque puedan darse “desajustes, anticipaciones, supervivencias”,debemos tenerlo en cuenta a la hora de formular juicios sobre un determinado período.

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