Oficio de lecturas. Francisco Rodríguez Pastoriza

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Название Oficio de lecturas
Автор произведения Francisco Rodríguez Pastoriza
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788412295887



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no solo los contenidos, sino también su enfoque, sean los mismos en todos los medios. La ausencia de riesgo al abordar ciertas informaciones culturales y al marginar otras muchas, revela el conformismo de los informadores al buscar el respaldo de los actantes de la cultura, tanto del público como de las fuentes, con fórmulas que en estos momentos están al borde del desgaste.

      En estos primeros años del nuevo siglo el mundo de la cultura se debate en busca de una identidad que dote al término de un significado estable, al amparo de las amenazas de nuevas y discutibles manifestaciones respaldadas por la maquinaria promocional de las industrias culturales. En el siglo XXI la idea tradicional de cultura está siendo sustituida, con la colaboración de los medios de comunicación de masas, sobre todo de los denominados audiovisuales, por un nuevo concepto más cercano a la diversión y al entretenimiento que a la gratificación intelectual y estética. Numerosas voces vienen alarmando sobre la migración de la cultura desde las artes plásticas a la imagen catódica, desde la página impresa a las pantallas, desde el texto al hipertexto, bajo el denominador común de imponer los valores del consumo a los de la reflexión.

      Las expresiones clásicas de la cultura, aquellas que tenían sus escenarios en el teatro, los museos o los libros, han tenido que dotarse de un plus de espectacularidad sensacionalista, de escándalo o de originalidad perversa para merecer la atención de los medios, sobre todo de la televisión, consagrado el principio de que lo que no sale en la televisión no existe. Para la televisión informar sobre cultura es sinónimo de pérdida de audiencia (por cierto, otra definición de cultura para recopilar). Hace unos años llevé a cabo una investigación sobre los contenidos culturales de los programas informativos de la televisión pública (“La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional”. Revista ‘Sistema’. Enero 2008). Allí se puede comprobar cómo los temas culturales con más presencia en la televisión son el cine y la música pop-rock, mientras cada vez aparecen con más frecuencia temas emergentes como los videojuegos, la moda, el diseño o la gastronomía, manifestaciones arropadas por poderosas industrias culturales. Mientras tanto, las bellas artes mantienen una presencia digna gracias a su plasticidad y a sus recursos audiovisuales y también a sus manifestaciones subversivas, marginales, rupturistas o simplemente escandalosas, cada vez más frecuentes. Los libros, el teatro, las artes escénicas o la música clásica languidecen a través de una presencia prácticamente testimonial, excepto cuando se transforman en espectáculo. Esto es importante subrayarlo por cuanto el concepto que ahora se está imponiendo de lo que es cultura está en manos sobre todo de la industria a través del control mediático de su mejor aliado, la televisión. Y si las televisiones públicas prestan más atención al espectáculo y al entretenimiento antes que a las manifestaciones de auténtica creación cultural, por su belleza estética o por estar concebidas para la reflexión y el debate, para la agitación y la denuncia, de las televisiones comerciales privadas podemos esperar muy poco, ocupadas como están en la captación de audiencias mediante una programación superficial cuando no degradante. Porque, en general, los criterios de noticiabilidad que los medios de comunicación audiovisual aplican a las informaciones culturales se relacionan más con aspectos como el entretenimiento, la curiosidad, el espectáculo, la diversión o el morbo que con el interés social, la utilidad o el conocimiento, la reflexión o la formación educativa, y traicionan además uno de los principios más sagrados del periodismo, cual es el de informar sobre lo que ocurre, pues apenas se hacen eco de una realidad que está ahí y que cada día ofrece numerosas manifestaciones de su pujante creatividad. Reemplazan la sustancia por la apariencia, prefieren la anécdota a la categoría, la promoción de lo vacuo a la del pensamiento crítico y la originalidad.

      Este es el gran reto de futuro que tiene el periodismo cultural del siglo XXI: el de mantener la información de la cultura alejada de los intereses del comercio y el consumo, y aproximarla a la formación de la sensibilidad y de la crítica.

      I

      PERIODISMO CULTURAL Y CRÍTICA DE LA CULTURA

      Decíamos en la introducción que en el periodismo cultural hay que distinguir entre la información y la crítica. Como los textos incluidos en este volumen son mayoritariamente críticas y reseñas de obras culturales diversas, es conveniente que lo iniciemos con una reflexión sobre este controvertido género periodístico. La crítica es un derecho que los ciudadanos ejercemos habitualmente cuando accedemos a una obra cultural, sea un libro, una película o un concierto. Lo hacemos de manera personal con amigos y familiares, sin que seamos conscientes de que en nuestras conversaciones estamos trasladando nuestros criterios y valoraciones adquiridas a lo largo de nuestra vida, de nuestras experiencias y de nuestra formación cultural. Cuando lo hacemos desde las páginas de un periódico o una revista, desde la radio o la televisión, también desde los blogs y las redes sociales, estamos influyendo en la opinión y en las actitudes de nuestros interlocutores, que es probable que las tengan en cuenta en el momento en que accedan a la obra cultural que recomendamos o valoramos positiva o negativamente. Por eso el ejercicio de la crítica demanda una formación profunda a cargo de quien la ejerce y una objetividad total en relación con los actores y las industrias culturales responsables de su puesta en circulación.

      En La República Literaria, una obra satírica de Saavedra Fajardo publicada en 1613, una caterva de personajes heridos y mutilados, algunos de ellos sin dientes, tuertos, sin nariz o sin cuero cabelludo; otros cojos o mancos, con profundas cicatrices ocultas por harapos, arremeten contra César Escalígero, uno de los críticos más conocidos entonces, encarnación de la soberbia y el menosprecio hacia grandes obras literarias de la historia. Los lisiados son los poetas clásicos a quienes Escalígero había sometido a su duro juicio, a consecuencia del cual habían quedado tan malparados. Este primer linchamiento de la historia de un crítico literario, más allá de registrar la presencia del género en la sociedad de los siglos XVI y XVII, demuestra ya su influencia en la aceptación o el rechazo hacia las obras y los autores que se leían en aquellos años.

      El concepto de crítica ya está presente en algunos textos literarios a través de parábolas e historias ejemplares. En la semblanza inicial del Libro de Graçian, publicado durante el reinado de Juan II de Castilla (1405-1454), se cuenta que un ballestero regaló a un rey un fruto cuya dulzura lo había embriagado. Sin embargo, el rey lo encuentra áspero. Un sabio ermitaño ha de recomendar al monarca la lectura del Libro de Graçian para ayudarlo a encontrar el gusto verdadero del fruto desconocido; es decir, a entender y gozar del significado de la obra que no entiende.

      El Diccionario de la Academia define la crítica como «el arte de juzgar la bondad, verdad y belleza de las cosas». Se trata, por tanto, de un juicio sobre cualidades éticas y estéticas, un veredicto de solvencia o insolvencia acerca de una obra. La crítica es fruto del ejercicio de un derecho que tiene todo ciudadano a expresar sus opiniones sobre una obra de arte. Se la considera como un subgénero literario y, cuando se hace desde un medio de comunicación, un género periodístico. Además, el crítico es también un escritor (todo buen crítico ha de ser buen escritor) y un artista (la crítica es también un acto creativo), aunque el objeto de su escritura sea el arte y la escritura de los otros.

      Una de las especialidades del periodismo cultural es la crítica en sus diferentes manifestaciones (según arquetipos que adoptan distintas corrientes: formalismo, estructuralismo, sicoanálisis, marxismo…), a su vez diversificadas en múltiples expresiones creativas de la producción y creación culturales. Un libro de Raman Selden, Historia de la crítica literaria del siglo XX (Akal), recorre las diversas corrientes de la crítica literaria de los últimos cien años y estudia las diferentes teorías interpretativas orientadas al lector. Por su parte la profesora catalana Núria Perpinyà, lleva a cabo en Las criptas de la crítica (Gredos) un fascinante ejercicio pedagógico al ilustrar los diferentes movimientos con veinte ejemplos prácticos sobre otras tantas interpretaciones críticas de La Odisea.

      El crítico suele