Название | Oficio de lecturas |
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Автор произведения | Francisco Rodríguez Pastoriza |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412295887 |
De los más de 25 años en los que ejercí el periodismo en los Servicios Informativos de TVE, los diez últimos fueron como periodista cultural, una especialidad a la que regresaba intermitentemente a lo largo de toda mi vida profesional y con la que ya había dado mis primeros pasos en el mundo del periodismo, cuando era muy joven. En la última etapa volvía, por lo tanto, a mis orígenes en esta profesión a la que también yo considero como el mejor oficio del mundo. Debió ser por eso por lo que, después de abandonar la televisión y continuar con mi dedicación a la docencia universitaria del periodismo, echaba de menos la práctica profesional, por lo que me propuse mantener algún tipo de relación con este campo de la información de la cultura. Esta vez mis pasos se orientaron al periodismo escrito, y mis trabajos encontraron cobijo en las páginas del Faro de Vigo y en los suplementos de los periódicos de Prensa Ibérica, grupo al que pertenece este diario, que tiene entre sus muchos méritos el ser decano de la prensa nacional española. Algunos de mis escritos se han alojado también en Periodistas en español, una de las publicaciones on line más punteras, que hace un periodismo independiente y de calidad pese a las grandes dificultades de todo tipo que conlleva mantener en estos momentos una línea editorial autónoma en la red. También en Infoactualidad, el periódico de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, en cuyas aulas he impartido la docencia durante más de 25 años, y en Cultura joven, la publicación del Master de Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo. Este libro contiene una selección de los que considero mis mejores aportaciones a estos medios, a las que he añadido otras colaboraciones en revistas y publicaciones especializadas, así como algunas ponencias presentadas en cursos y congresos relacionados con el mundo de la información y de la cultura. Vistas así, juntas, estas colaboraciones dispersas en medios diversos a lo largo de tantos años, me han transmitido una sensación entre la nostalgia y la melancolía y me han hecho reflexionar sobre un trabajo, el del periodista cultural, que considero cada vez más necesario en la sociedad en la que nos movemos.
INTRODUCCIÓN
Hace unos años tuve la oportunidad de entrevistar para Televisión Española al periodista cultural francés Bernard Pivot, director y presentador de un programa histórico de la televisión pública francesa, Apostrophes, dedicado íntegramente a la información sobre libros, y posteriormente de otro no menos importante, aunque no tan popular, Bouillon de culture. Pivot me contaba que en su juventud quiso ser periodista deportivo (aún hoy es un gran aficionado al mundo del deporte y experto en fútbol: en esa entrevista me confesaba que cuando dirigía y presentaba Apostrophes, después de leer durante unas ocho horas diarias, encontraba relajante ver partidos de fútbol por televisión, a lo que dedicaba gran parte de su tiempo de ocio). Bernard Pivot quería ser, pues, periodista deportivo, y con esa mezcla de osadía y ambición que suelen tener los jóvenes fue a pedir trabajo nada menos que a L’Equipe, el mejor de los periódicos deportivos franceses y que ya entones gozaba de un gran prestigio internacional. El director de L’Equipe le dijo que en su periódico solo escribían firmas consagradas, periodistas que tenían un amplio historial a sus espaldas y conocimientos avalados por una larga experiencia. Cuando Pivot tuviese esa experiencia y esos conocimientos, le dijo, podría algún día formar parte de la redacción de L’Equipe.
Ya fuese por la decepción que vio reflejada en el rostro del joven Pivot o por un indefinible sentimiento de compasión hacia aquel muchacho, el director le ofreció colaborar en una sección de ocio, agenda cultural y pasatiempos que el periódico publicaba en su penúltima página. No imaginaba Bernard Pivot que aquella oferta, que él aceptó más por mantener un vínculo con el periódico y trabajar en el entorno de aquellos profesionales a los que tanto admiraba, iba a ser el comienzo de una de las más brillantes carreras que ha conocido el periodismo cultural.
Cuento esta anécdota porque el tratamiento de la información cultural en los medios de comunicación no ha avanzado mucho desde aquellos años de mediados del siglo pasado. En efecto, también hoy día los directores de los periódicos y los responsables de los servicios informativos de los programas de radio y televisión suelen destinar a las secciones de cultura a aquellos periodistas primerizos, recién salidos de las facultades de Comunicación, o a aquellos profesionales considerados menos intrépidos, para que cubran la información cultural, una información supuestamente exenta de responsabilidad y para la que parecería que los errores y el desconocimiento de la materia no suponen un serio inconveniente. El resultado es que, salvo en ciertos medios en los que la presencia de la cultura supone un prestigio añadido, la sección que se ocupa de la información cultural tiene en general un nivel ciertamente mejorable, por no hacer una descalificación más rigurosa.
No hace muchos años el concepto de periodismo cultural estaba ausente de nuestros medios de comunicación. Las informaciones relacionadas con la cultura se cubrían por periodistas de otras materias a los que en algún momento alguien les encargaba que, además, se ocuparan de algún evento relacionado con la cultura. Así, las informaciones culturales no tenían secciones propias en los medios de comunicación ni los periódicos publicaban páginas especiales bajo el epígrafe de Cultura: con frecuencia, la información cultural se mezclaba con la de sociedad y a veces incluso se descubría entre las noticias de crímenes y sucesos. Actualmente el periodismo cultural es una categoría respetada y valorada y la información cultural goza de un estatus ciertamente prestigioso.
Para hacernos una idea más aproximada de lo que es el periodismo cultural creo que sería conveniente una aproximación previa a lo que se entiende por cultura. La idea más extendida es la de que la cultura es el fruto de la ilustración que da la formación, sobre todo en los estudios, y el contacto con la creación en todos sus ámbitos, y esa es la cultura de la que se ocupan preferentemente los medios de comunicación, aunque hay otro tipo de cultura que es deudora más de la experiencia que de la formación académica. Es a la que se refería don José Ortega y Gassett cuando, después de haber llevado a cabo en un trabajo de campo decenas de entrevistas a campesinos de las zonas más deprimidas del medio rural español, en los años 30 del siglo XX, comentó a uno de sus interlocutores: ¡Qué cultos son estos analfabetos!
En los años 50 del siglo pasado, aproximadamente cuando Bernard Pivot fue a pedir trabajo en L’Equipe, los sociólogos Clyden Kluckhohn y Alfred Kroeber ya habían recopilado más de 160 definiciones distintas de la palabra cultura, y en los sesenta, Georges Blandier contó hasta 250. Actualmente, quien se dedicara a reunir nuevas definiciones superaría con creces estas cifras. Esto puede dar una idea de la complejidad de un término que admite interpretaciones sociales, económicas, antropológicas, semióticas, religiosas, etc., y que además evoluciona con la historia y por lo tanto está sometido a interpretaciones también cambiantes. El concepto de lo que es cultura se va haciendo más difícil a medida que lo asociamos con sociedades más complejas, por lo que no es conveniente analizarlo de forma aislada y sí aplicarlo a un momento histórico preciso. De todas las definiciones posibles, hay una del filósofo Jurgen Habermas (el mejor representante de la última generación de la Escuela de Frankfurt), quien dice que la cultura es el caudal de saberes que adquieren las personas para tener un mejor conocimiento del mundo. En la actualidad los medios de comunicación serían mediadores culturales, cauces para hacer llegar esos saberes a los ciudadanos y añadir al concepto de información el concepto de conocimiento. El periodismo cultural trata de canalizar la información que se genera en torno al mundo de la cultura, darle un tratamiento homogéneo como especialidad diferenciada y difundir esa información con el fin de que llegue a los consumidores habituales de otro tipo de noticias. Para ello se establecen unas pautas de producción diferenciadas y se utilizan unos mecanismos narrativos propios de esta amplia y heterogénea especialidad informativa.
La división clásica de la cultura en cultura de élite, cultura de masas y cultura popular ha encontrado en la sociedad actual una dificultad para su estricta definición. El concepto de cultura de masas y sobre todo el de cultura popular lleva implícito de manera sutil la idea de que su calidad no está a la altura o al nivel de la cultura