Oficio de lecturas. Francisco Rodríguez Pastoriza

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Название Oficio de lecturas
Автор произведения Francisco Rodríguez Pastoriza
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788412295887



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de análisis y de contextualización.

      Es sorprendente que tan pocos ensayistas hayan dedicado alguna de sus obras a analizar el periodismo cultural. En un artículo publicado en un suplemento cultural de un importante periódico español, un influyente crítico de ese medio citaba solo al argentino Jorge B. Rivera y al español Iván Tubau como únicos autores de textos dedicados al análisis del periodismo cultural, ambos publicados en los años ochenta. A ellos habría que añadir mi modesta contribución Periodismo cultural publicada por la editorial Síntesis (2006). Jorge B. Rivera define el periodismo cultural como «(…) una zona muy compleja y heterogénea de medios, géneros y productos que abordan con propósitos creativos, críticos, reproductivos o divulgatorios los terrenos de las ‘bellas artes’, las ‘bellas letras’, las corrientes del pensamiento, las ciencias sociales y humanas, la llamada cultura popular y muchos otros aspectos que tienen que ver con la producción, circulación y consumo de bienes simbólicos, sin importar su origen o destinación estamental». Por su parte, el profesor Iván Tubau lo define como «la forma de conocer y difundir los productos culturales de una sociedad a través de los medios de comunicación».

      El ámbito en el que se desarrolla la información cultural abarca una amplísima gama de manifestaciones de difícil tratamiento para el periodista, que no suele ser experto más que en algunos de los géneros de la gran variedad que abarca esta especialización (cine, teatro, arte, música, fotografía, ballet, danza contemporánea…) y que tiene que enfrentarse diariamente a una información múltiple, en ocasiones de una gran dificultad de comprensión e interpretación, con constantes aportaciones de nuevos valores, nuevos protagonistas, nuevas tendencias, nuevas denominaciones… que exigen una constante actualización y puesta a punto y una labor de documentación superior a la de cualquier otro ámbito informativo. Además, los diferentes medios crean sus propios códigos de transmisión cultural, adecuados a las características de su específico modo de emisión. A todo lo cual hay que añadir las presiones de un entorno industrial-cultural que con frecuencia pone sus prioridades en los objetivos de los resultados económicos de las ventas de productos culturales antes que en la difusión de la calidad, y lo hace a través de la cultura de la distracción y el entretenimiento, cuando no de la banalidad, convirtiendo la cultura en un mecanismo de evasión y no en un espacio de enriquecimiento intelectual y de la sensibilidad. Por desgracia es este el concepto de cultura predominante, el que se fomenta a través de los más poderosos medios de comunicación.

      Actualmente la presencia de una rica actividad cultural en la realidad social española es un hecho indiscutible y cada vez más valorado y seguido por los ciudadanos, como corresponde a un país desarrollado y a una sociedad interesada por su vida cultural. Se celebran cada vez con mayor frecuencia exposiciones y conciertos, se editan y se presentan discos, libros y publicaciones, se estrenan películas y obras de teatro, se conceden premios culturales importantes, se dictan conferencias, se convocan todo tipo de actos culturales en las grandes capitales, pero también cada vez más en las ciudades pequeñas y aun en los pueblos, y hay un interés creciente en el ámbito de los intercambios entre las diversas culturas presentes en nuestras sociedades. La cultura es un hecho cotidiano, cada vez incluye obras y manifestaciones de mayor calidad, alcanza dimensiones considerables desde diversos puntos de vista (educativo, económico, social, político, etc.) e interesa a una gran cantidad de personas.

      Los distintos medios de comunicación recogen informaciones sobre esta bulliciosa actividad cultural a la que dedican una parte considerable de su atención, y tienen organizados para la cobertura de esta información equipos de profesionales especializados, en correspondencia con la presencia de la actividad cultural, con su importancia y con su diversidad, así como con la demanda de información cultural por parte de la sociedad. En los últimos años se viene apreciando cómo, cada vez más, los medios impresos dedican un mayor número de páginas a la sección de Cultura, separada ya en la práctica totalidad de las redacciones de publicaciones diarias y semanales, de la sección de Sociedad, en la que se alojaban habitualmente. A este interés por la información diaria se suma uno de los fenómenos más importantes de la prensa española actual, cual es la edición de suplementos culturales semanales en la práctica totalidad de los grandes periódicos nacionales y aun regionales, un fenómeno, el de los suplementos culturales, con unos niveles de calidad e interés nunca antes alcanzados en la prensa española. Hay que destacar también la calidad y la amplia variedad de las revistas culturales, de marcada tendencia a la especialización y de periodicidad habitualmente mensual, aunque las hay también quincenales, trimestrales o semestrales. Lo único que hay que lamentar es el escaso índice de lectura que registran, por motivos diversos, entre ellos, además del precio, la gran segmentación de sus audiencias, editorial y sociodemográfica, cuyo análisis sobrepasa los objetivos de esta introducción. Para evitar la desaparición de la mayor parte de estas publicaciones es urgente la puesta en práctica de un programa de ayudas públicas que atienda a la profesionalización, la promoción y la exportación, así como la aplicación de un IVA específico reducido para estas publicaciones. Frente a esta presencia cada vez mayor de la información cultural en los medios informativos escritos, se aprecia sin embargo un déficit de contenidos culturales en los programas informativos y en la programación de los medios audiovisuales, sobre todo en la televisión. Este último medio tiene todas las propiedades (imagen, sonido, voces, músicas) para convertirse en el gran divulgador de la actividad cultural nacional e internacional en toda su riqueza plástica y posee también todas las ventajas para hacer llegar un mensaje más claro y efectivo a la mayor parte de la sociedad, ya que los índices porcentuales de lectores de periódicos están muy por debajo de los de la audiencia de todos los programas informativos de todas las cadenas de televisión de ámbito nacional tanto en hombres como en mujeres de todas las edades. La realidad de que un elevado índice de españoles de ambos sexos se informe únicamente a través de la televisión es suficientemente ilustrativa del potencial de este medio para trasladar de una manera efectiva a la sociedad los valores culturales y educativos que se desarrollan en su seno. La televisión apenas recoge en sus programas y en sus informativos una mínima presencia de esta actividad cultural, además casi siempre relacionada con la cultura de consumo, cuando no con el escándalo y el morbo, en lugar de potenciar los valores más enriquecedores de la amplia oferta actual relacionada con el mundo de la cultura.

      En el ejercicio del periodismo cultural hay que destacar por último la creciente presencia de esta modalidad en internet. No hay ninguna duda de que, a medida que se vayan aplicando los avances tecnológicos, el periodismo cultural del futuro encontrará en el ciberperiodismo el medio más eficaz para llevar a la sociedad la información cultural más completa, al permitir la evolución de la tecnología informaciones cada vez más complejas, integradas por fuentes multimedia de naturaleza escrita, sonora y visual. Esta utilización de textos, sonidos e imágenes, fijas y en movimiento, y el acceso instantáneo, a través de enlaces, a fuentes de orígenes diversos, a documentación complementaria y a una amplia diversidad de elementos, va a proporcionar a la información cultural una dimensión que irá imponiéndose en este nuevo medio cada vez con más fuerza en los próximos años a medida que se vaya superando la fase de mimetismo con las publicaciones impresas y se encuentre una forma específica de expresión.

      En todo caso, en el periodismo cultural hay que distinguir entre el periodista cultural y el crítico. El primero informa de las noticias relacionadas con las diferentes actividades de lo que su sección entiende como cultura, y su objetivo fundamental es la divulgación de las actividades culturales en una sociedad. Al crítico deben exigírsele unas fundadas claves de interpretación acerca de las expresiones culturales sobre las que ejerce su análisis. Esta diferencia debe quedar muy clara desde el principio porque con frecuencia se confunde la actividad informativa cultural con la crítica de las diferentes formas y expresiones de la cultura, sobre todo porque los críticos no suelen ser profesionales del periodismo en su estricto concepto de informadores. Pero en ambos casos el profesional de la información cultural ha de transmitir al lector, al oyente, al espectador, una postura crítica que vaya más allá de las meras definiciones; ha de introducir en sus mensajes los problemas de la sociedad y de la época en la que vive, saber interpretar la potencialidad crítica de la obra de los creadores y llevarla a sus receptores con todas sus consecuencias, apelando a su formación y manteniendo siempre su responsabilidad; considerar la cultura como la producción