Название | La noche del océano y otros cuentos |
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Автор произведения | Robert H. Barlow |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788494925047 |
La poesía de Barlow no es menos relevante que su ficción. Una lírica convenientemente desglosada en dos estilos bien distintos: el uno, formal, de estilismo reglado tradicional —probablemente acuñado por la influencia de los propios versos del Maestro de Providence—. El otro: moderno, experimental, anárquico y aventurero, tal cual le conminaba su propio espíritu inadaptado y provocador pues ser homosexual en el contexto socio-cultural y ético de esta primera mitad del xx era un fundamento constante de eterno sufrimiento.
Con el paso del tiempo, Barlow se convierte en el albacea literario de Lovecraft: siempre admirador, ¡fanático de este! Y Lovecraft... sabemos que Lovecraft guardaba en su corazón una especial predilección intelectual por el muchacho de Florida; inclinación que llegó a molestar sobremanera a algunos de los componentes del círculo epistolar o Círculo Lovecraftiano del maestro de Providence.
La muerte de Lovecraft —la mañana del 15 de marzo de 1937— le hace ahondar aún más si cabe, en la profunda tristeza que a su corazón embargaba. Hasta que el uno de enero de 1951 decide suicidarse con una ingesta masiva de barbitúricos.
Desde la plataforma web “Círculo de Lovecraft”, y gracias a DistintaTinta Editorial, hemos querido contribuir con esta aportación a rasgar el tupido velo que ha envuelto tanto a la obra como a la figura de este genio singular; ahuyentar la bruma que sitió a esta mente creativa que, forjó —junto a Lovecraft y su círculo— los pilares de la nueva concepción del terror contemporáneo, sumido entre nieblas, arrebolado por las ominosas ventiscas que traen las pesadillas en los sueños.
Y no queríamos marcharnos, queridos lectores, sin haceros un presente. El mismo que Lovecraft hizo para Barlow el 11 de mayo de 1934: un boceto único del gran dios primigenio de los mares, el Dios Cthulhu.
Ahora sí, hasta siempre: embarcaos pues, hacia los espectros abisales de los mares de Barlow, “el killecroff de los océanos”…
Amparo Montejano y José R. Montejano,
directiva de “Círculo de Lovecraft”.
Robert H. Barlow y Mesoamérica.
Los estudiosos del México antiguo, el área cultural que denominamos Mesoamérica, tenemos una profunda deuda con Barlow. Su breve pero intensa carrera en la década de 1940 ha dejado una gran huella en nuestro quehacer y algunas de sus propuestas siguen estando en vigor setenta años después. Sus estudios pioneros han marcado caminos a recorrer y establecido pautas de análisis que llevan siendo útiles desde su propuesta inicial.
Antes de referirnos a las aportaciones principales, es necesario destacar la prolijidad de nuestro autor: más de 300 trabajos publicados, en tiempos donde la escritura era mucho más lenta que ahora y las labores de edición se eternizaban en la corrección de pruebas, ferros y demás prácticas que la informática ha desterrado. Además, muchos textos quedaron inéditos en carpetas y cuadernos, muchos de ellos conservados, de manera que la edición de sus Obras Completas realizada por la Universidad de las Américas de Puebla (México) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia abarca siete volúmenes y fueron publicados a lo largo de doce años. En ellos, la presencia del estudio de diversos documentos es permanente, pero la formulación de conclusiones derivadas de los mismos también es recurrente. Un compendio de la metodología de la investigación: hallazgo y estudio de los documentos, formulación de hipótesis, trabajo analítico, redacción de conclusiones que suelen ser también propuestas. El trabajo nunca termina.
Quizás la obra más citada de Barlow es The extent of the Empire of the Culhua-Mexica, de 1950, que no fue traducido al castellano hasta 1990. Es un libro breve en su versión final, pero contiene una enorme cantidad de trabajo. Aunque lo hemos malinterpretado durante mucho tiempo, diciendo que era la visión del imperio que Barlow tenía, en realidad él lo veía como un paso previo y necesario para abordar la organización del mismo, y así lo manifestó en la introducción. La culpa del error es nuestra, no suya. Él hizo lo que el título refleja: anotar los pueblos que pagaban tributo al Imperio Mexica según la Matrícula de Tributos y el Códice Mendoza y localizarlos en un mapa de México, trazando después las fronteras entre las provincias que se desprendían de las páginas de los documentos. Como complemento localizó los pueblos que aparecían en otras fuentes y trató de explicar el porqué de su no presencia en los documentos tributarios, formando, por ejemplo, un “camino al Xoconusco”. Esta visión ha permanecido casi inalterada hasta 1996, fecha en que se publicó un estudio sobre el Imperio Mexica que modificaba algunas de las asunciones de Barlow y daba lugar a un nuevo mapa, o mejor dicho, una serie de mapas. Otra corrección o ampliación, según se mire, tuvo lugar el mismo año 1996 con la publicación del libro de Pedro Carrasco El Imperio de la Triple Alianza: Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, donde la principal diferencia es la presencia de tres imperios y no uno, como el título indica.
Mucho antes, Barlow había identificado un grupo especial de códices a los que llamó Techialoyan, nombre tomado del que identificó como A, el de San Antonio Techialoyan. Ahora tenemos muchos más, pero seguimos manteniendo su nomenclatura y su definición: son historias de diferentes pueblos del centro de México, contadas por los propios habitantes en un estilo muy característico, con muchas influencias españolas, comenzando por la presencia del alfabeto latino. Hoy día los relacionamos con otros documentos y con la propia historia de los pueblos indígenas hasta el siglo xviii, pero la identificación del grupo y sus primeros integrantes se la debemos al trabajo y a la intuición de Barlow. De hecho la última es en realidad un resultado del primero.
Otro campo en el que se distinguió nuestro autor, y pocos más por desgracia, es el de Tlatelolco, la ciudad “gemela” de Tenochtitlan. Un enigma para nosotros pues dos ciudades compartieron espacio durante más de un siglo y solamente unos 50 años antes de la llegada de los españoles, Tenochtitlan conquistó a su vecina y la incorporó a su imperio. Hasta entonces tuvo una vida independiente, aunque muy relacionadas con su vecina, y Barlow consagró un considerable número de trabajos a estudiarla (volúmenes I y II de las obras completas).
Y no podemos obviar la importancia que para nuestra comprensión de las crónicas antiguas tiene la formulación de la hipótesis de la existencia de la “Crónica X”, un documento hoy perdido que relacionaba las obras de fray Diego Durán, Hernando Alvarado Tezozomoc, José de Acosta, el Códice Ramírez, y Juan de Tovar. Los parecidos entre ellas son evidentes y, por lo tanto, la relación clara. Lo autores son muy diversos y separados por bastantes años: Durán era dominico y escribió hacia 1580; Tezozomoc era indígena, miembro de la familia gobernante en Tenochtitlan y descendiente de Motecuhzoma Xocoyotzin, y fechamos su obra en 1598; Acosta, jesuita, 1590: Juan de Tovar, también jesuita y el Códice Ramírez es de autor desconocido, ambos del siglo xvi. Seguimos debatiendo las relaciones entre unos y otros autores y quién copió a quién, tratando de establecer una genealogía. Pero aún no hemos renegado de la hipótesis de Barlow y es posible que no lo hagamos nunca.
Localización, análisis y tratamiento de las fuentes; cronologías e identificación de unidades políticas y cuidado por la terminología —Barlow defendió que no había “Imperio Azteca” sino “Imperio Culhúa-Mexica”— son sus temas fundamentales, pero tampoco descuidó la lengua náhuatl ni la presencia de indígenas en el mundo en que él mismo vivía. Una enorme producción de gran calidad y una impagable deuda que mantenemos con su legado.
José Luis de Rojas (UCM)
Ficción
La muerte del monstruo
Con H. P. Lovecraft
Grande era el clamor en Laen, pues se había divisado humo en las Colinas del Dragón. Eso debía de significar que el monstruo se movía; el monstruo que escupía lava y hacía temblar