La noche del océano y otros cuentos. Robert H. Barlow

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Название La noche del océano y otros cuentos
Автор произведения Robert H. Barlow
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788494925047



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      La noche del océano y otros cuentos

      Robert H. Barlow

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      © 2018 Robert H. Barlow

      © 2018 de la traducción: Aurora Jiménez

      Título original: Eyes of the God - The Weird Fiction and Poetry of R. H. Barlow

      © 2021, de la presente edición en español para todo el mundo:

      Editorial Cicely / Carmot Press, S. L.

      Calle Madrid 118, 3D

      28903 Getafe (Madrid)

      www.cicelyeditorial.com

      isbn: 978-84-949250-4-7

      Depósito legal: M-34970-2018

      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, en todo o en parte, solo puede ser realizada con la autorización escrita de los titulares de la propiedad intelectual, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

      Introducción

      (1918, Leavenworth – 1951, Ciudad de México) Robert Hayward Barlow fue un autor estadounidense, poeta de vanguardia, antropólogo e historiador del México prehispánico.

      Su infancia fue muy triste, era un niño enclenque y tuvo pocos amigos que compartieran sus gustos como coleccionar cuentos extraños, tocar el piano, esculpir, pintar y encuadernar libros con pie de serpiente; además, fue una desilusión para su padre militar que le tuvo trasladándose de un lado a otro según las necesidades del ejército junto al resto de su familia.

      En junio de 1931 escribió a la revista en la que leía los relatos del escritor H. P. Lovecraft, de quien era un auténtico seguidor. Una semana más tarde, Lovecraft le respondió, como a tantos otros que contactaron con él. Esta carta fue el principio de una curiosa amistad que cambió la vida de Barlow y también la de Lovecraft.

      Carta tras carta, su amistad fue creciendo: Barlow se ofreció a transcribir los manuscritos de Lovecraft, escribió historias que el maestro revisó y con el tiempo, en la primavera de 1934 Barlow le invitó a visitarle en Florida y Lovecraft aceptó. Barlow no había mencionado su edad ni le había mandado una foto, así que fue una sorpresa para Lovecraft cuando bajó del autobús en DeLand descubrir que Barlow tenía dieciséis años. Lovecraft tenía cuarenta y tres.

      A pesar de ello, la visita duró siete semanas. Durante esos días, recogieron fruta, compusieron poemas de rimas complejas, remaron en el lago que había detrás de su casa, fue todo un descubrimiento para Lovecraft que consideró a Barlow como el niño más versátil que había conocido. Esta visita se repitió en 1935 y duró dos meses durante los cuales trabajaron juntos y al año siguiente fue Barlow el que visitó a Lovecraft en Providence y Salem junto a otro de los protegidos de Lovecraft. No era la primera vez que el autor visitaba a otros jóvenes o le visitaban, haciendo que algunos investigadores hayan considerado que estas relaciones fueron algo más que amistad, sin embargo, Lovecraft condenaba la homosexualidad y llegó a desalentar a Barlow de escribir relatos homoeróticos. Barlow, desde muy joven, sabía que era homosexual, si no lo era abiertamente, pero evitó esta temática directamente en sus obras.

      H. P. Lovecraft murió muy pocos años después de conocerse, en 1937, y nombró a Barlow albacea de sus manuscritos, a su seguidor más devoto. En principio esto fue un honor pero para Barlow fue un desastre. Dos de los discípulos, August Derleth y Donald Wandrei, no estaban nada contentos cuando Barlow realizó una edición barata de menos de ochenta copias de las obras de Lovecraft y demandaron los papeles, querían publicar la obra de su maestro en un libro, extendieron rumores en los que acusaban a Barlow de robar los manuscritos de Lovecraft, quien finalmente entregó los documentos y se alejó de ese universo literario que había sido su vida.

      Barlow decidió inscribirse en la universidad en California y terminó en Berkeley donde estudió con Alfred L. Kroeber. En 1943 se marchó a México y comenzó un periodo de intensa actividad viajando por Yucatán para estudiar a los mayas y a Guerrero para conocer a los tepoztecos, visitó Londres y París para consultar códices mexicanos y consiguió una plaza de profesor de antropología en la Universidad de la Ciudad de México. Además fundó dos revistas universitarias, una en náhuatl, y publicó alrededor de cien artículos y también libros sobre los mexicas. Parecía que había abandonado la fantasía por la realidad, aunque leyendo sus artículos y sus cuentos, parece que más bien habían llegado a una extraña unión.

      Toda esta hiperactividad no conseguía alejarle de lo que le había llevado hasta allí, de lo que había perdido, y trataba de mantenerse ocupado hasta encontrarse completamente exhausto y no pensar en nada. A finales de 1950, cuando la vista le estaba abandonando y un alumno le amenazó con denunciarle por homosexual, sintió que ya había tenido suficiente: el uno de enero de 1951 se encerró en su habitación y tomó veintiséis pastillas de seconal. Solo dejó una nota diciendo: “No me molesten, quiero dormir por mucho tiempo”. Estaba escrita en maya.

      Así acababa la vida de este poeta, escritor y antropólogo, prácticamente en el olvido, mientras la reputación de Lovecraft como maestro del horror fue creciendo. Vivió el gran sueño de Lovecraft aunque no fue un gran soñador, sino que siempre tuvo los pies en la tierra, siempre interesado en la realidad y tomando nota de cómo eran realmente los demás, más que imaginando seres horribles.

      Beatriz Rubio Fernández

      Editora

      El killercroff de los océanos

      “Abro los ojos y, la noche abisal engulle… ¡Eterna!

      Miles, millones de estrellas microscópicas rozan la piel y me sumergen en un vacío infinito.

      El cuerpo pesa y se derrite y se desacelera hacia una gravedad centrípeta que decolora la oscuridad inversiva de los océanos, en donde fosas de pesadilla iluminan a las errabundas abominaciones descarnadas.

      Y allí: ¡la Reina, la Sangrienta!

      Y aquí: ¡yo! De noche. En el océano…”

      Permítannos los lectores este pequeño desafío literario con el que ansiábamos introducir a la figura única de un genio denostado, de un escritor que contribuyó en la consolidación de las pilastras argumentativas del Horror Cósmico. El olvidado discípulo de Howard Philips Lovecraft: Robert H. Barlow.

      El 18 de mayo de 1918 llega al mundo Robert H. Barlow. Robert crece en un ambiente opresivo y servil; en un ambiente de cadena de mando, al ser su padre un alto cargo del ejército de los Estados Unidos.

      Siendo apenas un adolescente, su familia debe trasladarse a Florida pues, su progenitor desarrolla una grave enfermedad, con delirios paranoides.

      Y el niño Barlow, tímido y enfermizo, acostumbrado a desarrollar “actividades cognitivas” que no físicas —leer durante largas jornadas, escribir poesía, pintar, tocar el piano… frente a ejercitarse en carreras y otros deportes propios de los muchachos de Florida de su edad—, trató de adaptarse a un ambiente que lo sumía en el ostracismo de ser “el raro”, el extraño, el “killecroft o hijo cambiado” pues, indudablemente, la personalidad de Barlow distaba mucho de ser aquello que sus progenitores —en concreto, su padre—, esperaban.

      Su pasión por los “recitales weird” o lecturas de “ficción extraña” le llevaron a escribir una carta a Lovecraft —a través de la revista «Weird Tales», en la que este colaboraba con relatos singulares acerca de monstruos de más allá de las estrellas que despertaron la inventiva del joven escritor—. Se había producido una primera toma de contacto entre Maestro y Aprendiz, entre Lovecraft y Barlow, contacto que trasmutaría en una profunda amistad que, desde el 18 de junio de 1931, jamás se extinguiría.

      Y Barlow comenzó su andadura literaria, aquella que Lovecraft —y pese a la distancia física y generacional— siempre supervisó; sus incursiones en la ficción surrealista, a la que entregaría piezas exclusivas de gran calidad, embutidas en un estilo