No me olviden. Rodrigo Fica

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Название No me olviden
Автор произведения Rodrigo Fica
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9789560950611



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href="#u0c79e6d1-567c-553c-bf7c-16bee4268fc1">Parte II, Recopilación, es netamente referencial. Contiene la nómina de víctimas fatales producidas (el denominado Listado Central) y las fuentes utilizadas para crearlo. Información que es auto-contenida, pero cuya lectura, para su cabal entendimiento, debería ir acompañada de al menos la correspondiente al marco conceptual definido en la Parte I. Sugerencia que está dirigida especialmente a aquellos lectores que lideran procesos normativos, investigan fenómenos relacionados o participan en instancias resolutivas; es decir, todos aquellos llamados a ser líderes de opinión.

      La Parte III, Análisis, está dedicada a la interpretación estadística de los datos. Redactada de manera formal (sin llegar a lo científico-académico), es un aspecto que en la concepción original de este trabajo no estaba contemplado, pero que se fue revelando como necesario cuando se hizo evidente que el Listado Central de la Parte II no respondería, por sí solo, las clásicas primeras preguntas que la opinión pública regularmente se está haciendo. ¿Cuántas personas han fallecido en las montañas de Chile? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Haciendo qué?

      Por último, la Parte IV, Reflexiones. Un conjunto de ensayos breves cuya objetivo es complementar lo transmitido en los módulos anteriores. Incluyendo elaboraciones teóricas (como los distintos tipos de escenarios, los problemas de las investigaciones ex post o el concepto de Riesgo Asumido), aspectos atingentes a Chile (las características de nuestros ambientes de montaña, su real atractivo escénico o la problemática de los rescates) y un epílogo que cierra la discusión de la accidentabilidad (con los aspectos que quedaron pendientes, un resumen de los principales hallazgos y algunas reflexiones finales).

      Todos los módulos anteriores diseñados de tal manera que resultaran ser tan independientes entre ellos como fuera posible, para así darles a los lectores la opción de consultarlos en el orden que estimaran más apropiado a sus intereses. Especialmente porque se entiende que, dada la naturaleza del tema tratado y cómo este es analizado, es posible que muchos opten por leer el libro en forma aleatoria y no linealmente de principio a fin.

      Solo falta, para terminar esta sección introductoria, resaltar algunas consideraciones que se manifiestan transversalmente en el libro y sobre las cuales el lector debiera estar advertido.

      Lo primero es que el resultado principal de este trabajo, el listado de víctimas fatales, tiene evidentemente un carácter incompleto. Entre otras razones, porque, uno, la investigación no es infalible y en más de una ocasión pudo haber fallado (ya sea por mala fortuna o inoperancia) en encontrar antecedentes que sí estaban disponibles; dos, porque es posible que, debido a una equivocada interpretación de las condiciones impuestas por el marco conceptual, se hayan descartado eventos que efectivamente merecían haberse incluido; y, tres, que este trabajo obviamente no tiene forma de dar cuenta de aquellas tragedias que “alguien” sabe que ocurrieron pero cuyo registro se ha perdido en el tiempo.

      Lo que fuese, de una manera u otra, el resultado es el mismo: muchos casos, nadie sabe con exactitud cuántos, no aparecen en el Listado Central de la Parte II siendo que calificaban para ello. Que es la razón, además, para haber agregado el calificativo de “primera” a la forma como partió autodefiniéndose esta investigación; pasando de “aproximación” a “primera aproximación”. No solo porque este esfuerzo parece ser uno inédito para el país, sino también porque se entiende que es un primer paso. Uno al que ojalá le sigan otros tantos que puedan corregir, complementar y ampliar la información aquí presentada.

      El segundo tema a comentar está relacionado al anterior. Y es que por más esfuerzo, dedicación y cuidado que se le dedicó a este trabajo, sería demasiado optimista pretender que no contiene errores. De hecho, lo más probable sea lo contrario; que esté plagado de ellos. Como dar por fallecidas a personas que no murieron, identificar incorrectamente a las víctimas, situar accidentes en lugares equivocados, redactar reseñas que no reflejan el espíritu de lo sucedido, etcétera.

      Los orígenes de tales inexactitudes son disímiles. A veces es la mera consecuencia de lidiar con eventos ocurridos hace mucho tiempo, en donde la “verdad” es una negra nube de humo que surge en la noche durante un eclipse de luna. En otras ocasiones, por las mentiras; ya que, más allá de los procesos de verificación realizados, el grueso de la información publicada se obtiene de los testimonios de personas específicas y, no tiene sentido negarlo, la mentira siempre ha existido y existirá en los seres humanos. Factores a los que todavía hay que agregar el hecho que, dado que el volumen de datos reunido era demasiado grande como para ser manejado “a mano”, fue necesario crear herramientas computacionales ad hoc para su procesamiento; las cuales a su vez representaron una nueva posible fuente de yerros.

      Elaboraciones que explican, pero no justifican. Así es que, para que no haya dudas al respecto, ofrezco de antemano las disculpas por cualquier inconveniente, disgusto o injusticia que se pueda producir por los errores contenidos en este libro; dejando en claro además que el único responsable de aquello es quien escribe estas líneas.

      Una declaración que lleva al tercer y último punto a comentar; uno que es fácil perder de vista.

      Para estudiar este fenómeno se debieron emplear números, lógica y silogismos; recursos cuyas inherentes neutralidades ayudaron a mantener la objetividad para, así, tener más chances de entender lo que estaba aconteciendo. Estado de ecuanimidad que, después, se reflejó en el texto vía el uso de frases del tipo “la evolución de esta accidentabilidad no ha sido homogénea en el tiempo”, “cómo varía el promedio de los datos en vez del dato mismo” o “si lo que se observa en los últimos años apunta o no a una fase de estabilización”. Conveniente estilo que sirve a su propósito pero que conlleva el riesgo de olvidar que de lo que aquí se está hablando es la muerte de seres humanos.

      El hijo de alguien, la madre de alguien, el esposo de alguien. Desgracias que traen dolor y desolación a los que se quedan; personas que merecen su tiempo y tranquilidad para asimilar esa demoledora sensación de pérdida irreversible que se produce cuando uno de nuestros seres amados parte antes de tiempo. De seguro la tragedia humana en su más injusta manifestación.

      Debido a lo cual deseo ahora dejar firmemente asentado que, no por haber utilizado herramientas matemáticas y estadísticas que son vistas como “indolentes” por un porcentaje relevante del público, significa que a este trabajo le fue indiferente el drama implícito. Lo opuesto. El proceso de creación de cada letra, palabra y hoja de este libro estuvo imbuido de un enorme sentimiento de respeto para con todos los involucrados: fallecidos, familiares, amigos, colegas...

      Respeto que además era importante de explicitar pero por un par de razones más pragmáticas. Primero, porque al declararlo aquí, al comienzo, hacía innecesario tener que recordarlo continuamente en el resto del texto con oraciones del tipo “estas cifras no reflejan el dolor de los caídos”, “que Dios me perdone por lo que voy a decir” o “procesemos estos números llenos de tristeza”; estilo en la prosa que, de haberse llevado a cabo, en términos de comprensión y ritmo habrían hecho imposible la lectura. Y, segundo, como consecuencia de lo anterior, dado que no existen tales emocionales comentarios, si la gente comenzara a replicar los análisis en otros medios sin indicar las directrices bajo los cuales fueron creados, surgiría el riesgo de que se hiciera una transferencia de una supuesta insensibilidad observada en tales extractos al trabajo como un todo. Lo que podría desencadenar críticas al libro por un hipotético desinterés que, ahora lo sabemos, no es tal.

      En suma, utilizar números y herramientas estadísticas en fenómenos que causan la muerte de seres humanos no tiene nada de malo en sí y se hace regularmente en otros campos (por ejemplo, al estudiar la mortalidad producida por el cáncer, el tráfico o los accidentes laborales). En el caso de esta investigación, llega con la idea de crear círculos virtuosos y aportar a la generación de un debate de calidad; aspectos que, entre otras cosas, redundarían en una mejor y más pertinente información para que las personas puedan tomar buenas decisiones. Lo que es fundamental, porque con ello se aumenta el potencial de salvar vidas.

      Pero para