Название | Empuje y audacia |
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Автор произведения | Группа авторов |
Жанр | Социология |
Серия | Ciencias Sociales |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788432320262 |
[6] Meillassoux (1975) sostiene que existe una discordancia entre la reproducción natural y las exigencias de la producción. Para ajustar esta incorrección, los «dependientes» (las mujeres y los niños) son redistribuidos. Esto justifica el intercambio de ambos.
[7] Las autoras se refieren al trabajo de Hondagneu-Sotelo (1994, 1999) y Pedraza (1991). Para profundizar sobre la cuestión de la feminización de la movilidad remitimos al trabajo de Ramírez (1998) y de Ribas-Mateos y Manry (2005).
[8] Jens Mikkelsen y Katia Wagner (2013), De forlorade barnen. Los niños perdidos. Accesible en: [http://www.svd.se/kultur/litteratur/fa-bryr-sig-om-de-forsvunna-barnen_8246876.svd].
[9] Länsstyrelseni Stockholm (2018), «They can always find me», a study on human trafficking and children’s living conditions. Accesible en: [https://www.lansstyrelsen.se/download/18.276e13411636c95dd933a57/1526903019846/Rapport%202018-3%20De%20kan%20alltid%20hitta%20mig.pdf], p. 20.
II. JÓVENES EN LA FRONTERA
Transitar los no-lugares para resignificar el viaje
Paula Durán Monfort y Araceli Muñoz García
Universitat de Barcelona
Si tú supieras lo difícil que es caminar por este sendero […]
Si tú supieras lo difícil que es sentirse sólo mientras duermes en las vías […]
Tengo derecho de luchar por mi vida donde quiera porque al igual que tú
soy un ser humano […]
Si tú supieras de mí…
Si pudiera, cambiaría las fronteras y seríamos libres para cruzar.
Junior, 2013
1. Apuntes para una introducción
El capítulo aquí presentado se centra, desde una perspectiva epistemológica, en la construcción social que la sociedad de recepción elabora sobre los menores o jóvenes que realizan el viaje migratorio de manera autónoma. Esta realidad social, que comenzó a emerger en los años noventa (Quiroga, Alonso, Sòria, 2010), se ha consolidado y convierte a estas nuevas generaciones en un actor migratorio, poniendo en contradicción el propio sistema normativo e institucional (Suárez-Navaz y Jiménez Álvarez, 2011).
Proponemos compartir, desde un enfoque crítico, un proceso de deconstrucción del relato hegemónico que existe en nuestra sociedad sobre las migraciones y sobre los jóvenes migrantes, como epifenómeno de esta realidad más global (Jiménez Álvarez, 2019). La problematización de la movilidad humana, como abordaremos, contribuye a la elaboración de un imaginario negativo sobre el desplazamiento poblacional que se produce desde el Sur al Norte Global, cuando este ha sido una constante a lo largo de la historia (Kolgan Valderrama, 2019).
Identificar el mecanismo que opera en la naturalización y efectividad de esta representación resulta importante. Si tenemos en cuenta cómo este proceso de construcción encuentra su eco y legitima los discursos políticos, las normativas, las prácticas institucionales y las acciones cotidianas que se dirigen hacia los jóvenes, los atraviesan, y perpetúa las dinámicas de desigualdad en la que se encuentran insertos.
En este contexto, resulta importante abordar el rol que el conocimiento denominado experto ha desempeñado en la legitimación de dichos modelos representacionales. El texto que proponemos pretende abrir, más que cerrar de manera conclusiva, interrogantes sobre el efecto de estos marcos cognitivos y proponer elementos reflexivos que nos permitan repensar la utilidad social de la investigación y la aplicabilidad del conocimiento que producimos en los espacios académicos, para que pueda tener una perspectiva transformadora (López Fernández, 2017), ya que en definitiva el Trabajo social se ocupa o incide en promover estos procesos.
Planteamos, por tanto, no sólo identificar los mecanismos epistemológicos que se articulan en nuestro contexto para representar la realidad migratoria de los jóvenes desde una perspectiva problematizadora que incide en el abordaje político, institucional y cotidiano de esta realidad, sino también reivindicar el reconocimiento de estos jóvenes como actores con estrategias, valentía y fuerza para vivir esta experiencia.
2. Movilidad humana, diferencia(s) y fronteras
La frontera tiende a expandirse: explosiona en subcontratas a terceros países e implosiona en fronteras interiores, en dispositivos de control, en detenciones y desapariciones...; es decir, tiende a ocupar la totalidad del sistema y a devenir centro. […] Un tercer olvido consiste en aplicar a las personas la etiqueta «inmigrante», construir su correspondiente imaginario, y encerrarlas en él... sin re(cor)dar que en realidad todos y todas migramos entre territorios, espacios, tiempo y conocimiento.
Abu Ali, 2016
La construcción del «menor extranjero no acompañado», como ha desarrollado Mercedes Jiménez Álvarez en el capítulo anterior, constituye una categoría para denominar a los niños y jóvenes que realizan el viaje migratorio de manera autónoma, lo que comienza a estar presente en la normativa europea, en el discurso institucional y en el imaginario colectivo a partir de los años noventa. Articula un proceso de definición y representación que se encuentra fuertemente influenciado por la perspectiva jurídica. Si bien esta aproximación la desarrolla con profundidad Elena Arce en el capítulo 5, haremos referencia a algunas cuestiones que nos permitan analizar la relación entre los marcos normativos y la elaboración del imaginario sobre los jóvenes.
El Consejo de la Unión Europea de 1997 los define como «niños y adolescentes menores de dieciocho años, nacionales de terceros países, que se encuentran en el país receptor sin la protección de un familiar o adulto responsable que habitualmente se hace cargo de su cuidado, ya sea legalmente o con arreglo a los usos y costumbres» (Durán Ruiz, 2011: 9). Su consideración en un país de destino como España[1] se establece en base a una doble condición: como menores se plantea su protección en un contexto legislativo dirigido a la infancia, independientemente de su origen, que contempla con especial atención las situaciones de desamparo y vulnerabilidad, tal como recoge la Convención de los Derechos de los Niños (Suárez-Navaz, 2006). Sin embargo, como migrantes se encuentran afectados por una legislación en materia de extranjería, que regula su movilidad y niega el reconocimiento de sus derechos (Ruiz Mosquera, Palma García y Vives González, 2019: 33; Suárez-Navaz y Jiménez Álvarez, 2011: 11).
Esta ambivalencia, que coexiste al mismo tiempo en los jóvenes al ser considerados «sujetos de protección y objetos de control» (Hadjab Boudiaf, 2016: 32), problematiza su permanencia en los países de destino, ya que refleja las contradicciones del sistema legal que impera (Suárez-Navaz y Jiménez Álvarez, 2011), lo que supone la inserción de los jóvenes en un proceso de triple vulnerabilidad, como señalan Bicocchi y LeVoy (2008). En primer lugar, como niños que se encuentran separados (espacialmente) de sus familias[2] y no tienen un referente adulto en el contexto de recepción; en segundo lugar, como personas migrantes y, finalmente, por la situación de irregularidad administrativa que viven, que limita su acceso a los derechos sociales básicos, dificulta su participación social y favorece los itinerarios de precarización.
Prima, por tanto, «la lógica de