Название | Empuje y audacia |
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Автор произведения | Группа авторов |
Жанр | Социология |
Серия | Ciencias Sociales |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788432320262 |
Las y los autores del libro somos conscientes de la importancia de asegurar una mirada global sobre la migración de menores, así como del proyecto migratorio de estas personas que emprendieron este camino sin referentes adultos. Es esencial dialogar y compartir experiencias entre los diferentes territorios por donde transitan, sean comunidades autónomas o países, así como es importante dialogar con los países de origen para poder asegurar el bienestar de estas personas, fortalecerlas y facilitarles la atención y los recursos necesarios a su integración, evitando situaciones de desprotección, vulnerabilidad y expulsión, incidiendo en la prevención de situaciones de riesgo. Por otra parte, también cabe mencionar que cada capítulo de este libro intenta dar visibilidad a la singularidad y voz de estos y estas adolescentes y jóvenes. Ellos y ellas participaron de forma directa (a través de su colaboración en las entrevistas, talleres y grupos de discusión) y de forma indirecta (en el cotidiano de la actividad profesional)[1] en la producción del conocimiento que compartimos y, de algún modo, esta producción es un reconocimiento de su audacia, de su valentía, de sus ganas y su lucha por una vida digna.
Por último, cabe señalar que el tránsito y la movilidad (como estrategia de falta de oportunidad) no ayudan a estas personas a arraigarse a un territorio, a una comunidad, a una sociedad, factor indispensable para construir pertenencia e identidad colectiva, sino que aumentan situaciones de riesgo, de vulnerabilidad y de exclusión social por la falta de una políticas públicas comunes nacionales y transnacionales basadas en la defensa de los derechos humanos, y por la falta de coordinación de los diferentes organismos públicos europeos. Por esta causa, es indispensable reflexionar sobre una perspectiva de protección que vaya más allá del territorio (región o país), de un periodo histórico y/o de los intereses nacionales o transnacionales, determinando que el foco sea la persona y su trayectoria vital (más allá de los diciocho años). Hablar de itinerarios de vida para acompañarlos hasta conseguir una emancipación con garantías que les proporcione la calidad de vida que toda persona se merece. La migración de adolescentes y jóvenes no acompañados/das nos cuestiona también qué tipo de sociedad queremos construir y quién debe formar parte de ella; y también los y las menores de edad que crecen en nuestra sociedad y que alcanzaron la mayoría de edad deben formar parte de ella.
Una sociedad madura en la defensa de los derechos humanos es aquella que acompaña a esa infancia que un día decidió emprender un viaje para mejorar sus vidas y la de sus familias; es la que los acompaña en su crecimiento personal; la que comprende y acepta dicha diversidad y la interpreta como un activo en la construcción de nuestro futuro colectivo. Sólo así les devolveremos la ilusión, el empuje y la audacia que aquel proyecto en busca de una vida digna y fue «posible» (momkin).
[1] Todas las citas textuales de la segunda parte del libro son fruto del trabajo de campo de los proyectos citados.
PRIMERA PARTE
UNA MIRADA TEÓRICA: CONCEPTOS Y REFLEXIONES
I. REPENSANDO LAS MOVILIDADES ADOLESCENTES
Circulación infantil, migración autónoma y sistemas de dependencia[1]
Mercedes G. Jiménez Álvarez
Universidad Complutense de Madrid
Salma es una niña marroquí de 14 años nacida en un pueblo cerca de Larache que llegó a Tánger para trabajar en una casa realizando las tareas domésticas. Nunca fue al colegio y trabaja más de diez horas diarias. Según la ley 19-10/2016[2] sobre el trabajo doméstico, es una menor de edad y a esa edad no debería trabajar. Según la prensa es una «petite bonne». La asociación INSAF denuncia las situaciones de semiesclavitud en las que muchas de estas niñas en encuentran en Marruecos[3].
Hace pocos meses que su prima Amal, de 13 años, cruzó la frontera de Fnideq (Castillejos) a Ceuta, escondida entre las piernas de su tía dentro de un coche. Ahora vive en San Sebastián en casa de su tía y estudia segundo de ESO y trabaja también cuidando a todos sus primos pequeños, haciendo la comida y limpiando la casa, como Salma. Diremos que es una niña «inmigrada», pero, si la viéramos dentro de un año y medio, cuando tras una pelea con su tía termine tutelada por la administración y en un centro de protección, entonces los servicios sociales de su ciudad dirán de ella que es «una menor extranjera no acompañada».
Es el caso de otro primo paterno de Salma, Rachid, que nació en España y que vive en Gerona y estudia sexto de Primaria en el colegio. Dirán de él algunos estudios sociológicos que es un menor de «segunda generación» o de «origen» marroquí.
Kamal es el hijo de la familia donde trabaja Salma como «petite bonne» en Tánger que cumplirá los dieciocho años a finales de este año. Estudia en el Instituto de Educación Secundaria Obligatoria «Severo Ochoa», perteneciente a la red de centros escolares españoles en Marruecos. Acaba de terminar 2.º de Bachillerato y aprobar la prueba de acceso a la Universidad. Cruzará la frontera como menor de edad en septiembre con un visado de estudiante y cursará en la Universidad de Granada el Grado de Traducción e Interpretación. Sus profesores dirán que es un nuevo estudiante que se acaba de matricular y sus compañeros que es un «novato» más.
Sin embargo, la prima de Kamal, que se llama Khadiya, tiene diecisiete años y estudia con él, se irá a Bruselas a estudiar el curso que viene en la Universidad Libre de Bruselas porque a su padre le han nombrado Embajador de Marruecos en ese país. Formará parte del cuerpo diplomático y será una persona «expatriada» con pasaporte de diplomático. No tendrá que pedir un visado de estudiante para poder moverse.
En esa misma calle de Tánger donde trabaja Salma, cada mañana cuando va a comprar el pan a la panadería de la esquina, se encuentra a un chico de Beni Mellal que le pide algo de comida. Se llama Badar y tiene dieciséis años. Badar dentro de pocas semanas cruzará el estrecho de Gibraltar debajo de un camión desde el puerto Tanger-Med. La policía lo detendrá en una gasolinera cerca de Málaga al salir desconcertado de debajo de un camión y pensarán de él que es un «inmigrante irregular» porque el chico es corpulento, y querrán hacerle una radiografía de la muñeca para verificar su minoría de edad.
Sin embargo, días después conseguirá cruzar su primo Allal con el que ha estado también mucho tiempo en la calle en Tánger. Allal tiene catorce años y conseguirá llegar a Murcia y, a través de su primo Hicham, comenzará a trabajar en la recogida del melocotón. Para el empresario será un temporero al que puede pagar menos y para la prensa un «sin papeles» más.
Yousef, de seis años, también cruzará ese día el Estrecho. Su madre no podía ocuparse de él, así que el día que nació se quedó en la Crêche de Tánger (centro de acogida gestionado por una asociación). Una familia de Valencia ha hecho una kafala (o tutela dativa) y podrá irse con ellos a España. Es un niño «kafalado» según las estadísticas del Ministerio de Justicia de Marruecos, y su nueva familia ha tardado varios meses en completar la larga lista de documentación que el Consulado de España en Tánger requiere para concederle un visado y que pueda comenzar una nueva vida.
También en ese barco viaja Soufiane con su padre, un militar retirado con el que va de vacaciones a Málaga. Tienen un visado en el pasaporte que le permite cruzar el Estrecho como turistas. Pero Soufiane, que tiene dieciséis años, no volverá a Marruecos. Su padre lo va a dejar con sus tíos en un pueblo de Málaga porque no puede ocuparse de él desde que su mujer murió. Está pensando volver a casarse y sabe que