¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles

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Название ¡No valga la redundancia!
Автор произведения Juan Domingo Argüelles
Жанр Учебная литература
Серия Studio
Издательство Учебная литература
Год выпуска 0
isbn 9786075572475



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mí mismo”, pero, además, emplea el pronombre personal “me”, forma átona de “yo”: primera persona del singular. Incluso si dijese “me superé a mí mismo” seguiría siendo construcción redundante y bárbara, pero decir y escribir “me autosuperé a mí mismo” es hacer pedazos completamente el idioma. He aquí más ejemplos de estas barrabasadas redundantes: “el superarse a sí mismo implica una fuerza interior”, “cómo superarse a sí mismo”, “el sueño de superarse a sí mismo”, “Paty Cantú busca superarse a sí misma” (¿y cuál sería la dificultad?), “Kim Kardashian quiere superarse a sí misma” (¿y qué se lo impide?), “Katy Perry teme no poder superarse a sí misma” (es que ella le pone a ella muchas dificultades), “el hombre se supera a sí mismo infinitamente”, “Oscar Ruggeri se supera a sí mismo”, “Mario Barco se supera a sí mismo”, “a la cima no se llega superando a los demás sino superándose a sí mismo” (filosofía profundísima), “Lady Gaga siempre superándose a sí misma”, “Tara se supera a sí misma”, “Kim Kardashian se supera a sí misma con su vestido más provocador (¿y esto es difícil?), “Borges se superó a sí mismo con el doblete ante el Málaga” (y uno que pensaba que Borges sólo escribía libros), “Messi se superó a sí mismo” (cuando se tuvo enfrente se hizo dos gambetas y un túnel y luego se mostró una peineta), “una forma de sentirse mejor y autosuperarse”, “cómo autosuperarse” (sin tener que autosuicidarse), “somos la gente que se autosupera con educación” (pues entonces que se superen consultando el diccionario), “el ser humano está queriendo siempre autosuperarse a sí mismo”, “Nietzsche llama a cada uno a autosuperarse a sí mismo” (¡falso!: no hay que injuriar la inteligencia de Nietzsche) y, como siempre hay algo peor, “allí me auto supere (sic) a mí mismo tanto en lo académico como lo personal (sic)”. ¡Se nota de inmediato esa “auto superación”: especialmente en lo académico!

       Google: 383 000 resultados de “superándose a sí mismo”; 221 000 de “se supera a sí mismo”; 202 000 de “superarse a sí mismo”; 76 900 de “superarse a sí misma”; 60 700 de “se supera a sí misma”; 46 500 de “autosuperarse”; 23 600 de “superándose a sí misma”; 23 200 de “se superó a sí mismo”; 18 200 de “se superó a sí misma”; 6 690 de “él se superó a sí mismo”; 6 440 de “me superé a mí misma”; 6 310 de “se autosupera”; 3 020 de “me superé a mí mismo”; 1 180 de “se autosuperan”.

      B

      29. bajo la égida, ¿bajo la hégira?, égida, hégira

      Hay quienes se ponen muy eruditos y sabihondos al escribir y producen barbaridades tan cultas y a la vez tan ineptas que causan consternación. Más les valdría decir las cosas en buen cristiano. Es el caso de quienes, orondamente, por ignorancia o por ultracorrección, confunden “hégira” con “égida” nada más porque no tienen la humildad de escribir, sencillamente, “amparo”, “defensa” o “protección”. Veamos. El sustantivo femenino “hégira” (del francés hégire, y éste el árabe clásico hiǧrah) significa, en el DRAE, “era de los musulmanes, que se cuenta desde el año 622, en que huyó Mahoma de La Meca a Medina, y que se compone de años lunares de 354 días, intercalando 11 de 355 en cada período de 30”. Ejemplo: El calendario de la hégira. Nada tiene que ver con el sustantivo femenino “égida” (del latín aegis, aegĭdis, y éste del griego aigís, aigídos, derivado de aix, aigós: “cabra”), con tres acepciones en el DRAE: “Piel de la cabra Amaltea, adornada con la cabeza de Medusa, que es atributo con que se representa a Atenea”, “escudo (arma defensiva)” y, por extensión, “protección, defensa”. Ejemplos: La égida o el escudo de los dioses; Exigen una investigación independiente bajo la égida de las Naciones Unidas. Queda claro que muchos de los que utilizan la expresión “bajo la hégira” quieren decir y escribir, en realidad, “bajo la égida”, esto es, “con el amparo de”, “con la protección de”, pero están peleados con el diccionario y jamás lo consultan, aunque la palabra cultísima les guste mucho para ornar su discurso. Dicen y escriben, por tanto (y por tonto) un disparate del ámbito culto o ilustrado. Esto demuestra que el mal uso del idioma no es exclusivo de las personas de bajo nivel escolar, sino que es compartido hasta por universitarios y profesionistas doctorados que confunden el culo con la cuaresma justamente porque suponen lo que sea en lugar de ir al diccionario y comprobar si lo que están diciendo o escribiendo es correcto. En su artículo “Crítica con poca hiel”, Carlos Callejo Serrano advierte esto: “Muchas veces vemos estampado, por personas que deberían tener alguna cultura, la frase ‘bajo la hégira del nazismo’ o ‘bajo la hégira de Freud’. Los que así escriben, lo que quieren decir es ‘bajo la égida’, y al hacerlo emplean un lenguaje figurado, porque la égida era el escudo de Minerva hecho de piel de la cabra Amaltea y bajo cuya protección se ponían los mortales para hacer lo que creían era grato a la diosa. Égida es, pues, propia o figuradamente, escudo, protección. Hégira es la huida de Mahoma a Medina, que se tomó como el origen de la era musulmana”. Ultracorrección, ignorancia y barrabasada de politólogos y periodistas, “bajo la hégira” es frase hecha, contrahecha y maltrecha. Digamos que es pendejada culta, cada vez que leemos enunciados como los siguientes: “Bajo la hégira de un gobierno postcastrista”, “establecido bajo la hégira del Ministerio de Ciencia y Tecnología”, “un país vasco independiente bajo la hégira de la izquierda radical vasca”, “luego vino un período de paz bajo la hégira de Tito”, “la primera Eurocopa celebrada bajo la hégira de las redes sociales”, “bajo la hégira comunista”, “bajo la hégira de Trump”, “bajo la hégira de Luis XVIII”, “bajo la hégira de la Federación Mundial para la Salud Mental”, “bajo la hégira de la Edad de Oro”, etcétera. Ni siquiera puede decirse que el sustantivo “hégira” sea sinónimo de “era” o de “época”, y en casi todos los casos en que se utiliza erróneamente lo que se quiere decir y escribir es “égida”, cuyos sinónimos, ya mencionados, son “amparo”, “defensa”, “protección”, “auspicio”. Pero también podemos ser más humildes, menos pretenciosos, y más claros: no decir que la Copa Mundial de Futbol se realiza bajo la égida de la FIFA, sino que se lleva a cabo con el auspicio, al amparo o bajo la protección de esta institución llena de hampones y corruptelas, bajo la égida de los gobiernos que hacen negocios y corruptelas con esos hampones.

       Google: 31 700 resultados de “bajo la hégira”.

       Google: 332 000 resultados de “bajo la égida”.

       Google: 30 900 000 resultados de “bajo la protección”; 7 110 000 de “al amparo de”; 2 540 000 de “con el auspicio”.

      30. ¿bajo la subordinación?, ¿bajo subordinación?, subordinación

      Sabemos que la primera acepción del prefijo “sub-” (del latín sub-) significa “bajo” o “debajo de”, como en los términos “submarino” (“que está o se efectúa debajo de la superficie del mar”) y “subsuelo” (“que está debajo del suelo” o “debajo de la superficie terrestre”). La segunda acepción “indica inferioridad, subordinación, acción secundaria” (DRAE), como en los términos “subempleo” (inferior al empleo), “subdelegado” (a las órdenes del delegado y, por lo tanto, debajo de él en jerarquía), “subdirector” (en un puesto inferior al del director y subordinado a él), “suboficial” (en un puesto inferior al del oficial), etcétera. Por ello las expresiones “bajo la subordinación” y “bajo subordinación” son, sin duda, redundantes, pues el prefijo “sub-” ya indica, explícitamente,